/ viernes 8 de noviembre de 2019

Sixto Rodríguez

Hace unos días volví a ver por un canal de tv de paga el documental ganador del Oscar 2013 Buscando a Sugar Man (Searching for Sugar Man)/ EUA- 2012.

Dirigido por el sueco Malk Bendjelloul, quien debutó con este increíble texto fílmico y que en 2014 se suicidó afligido por la depresión.

Sugar Man es la historia del cantante estadounidense de origen mexicano Sixto Rodríguez y llevada por el sueco Bendjelloul por los senderos del moderno cuento de hadas: un hombre que fue ícono de la música contracultural en Sudáfrica en los años setenta (tomado incluso como bandera contra el apartheid) y que en su país natal era un perfecto desconocido que se ganaba la vida construyendo casas.

Con una fluida narración, Bendjelloul presenta la vida de Rodríguez en un tono que hace recordar a Zelig/ 1983, de Woody Allen, falso documental en tono de indagación periodística sobre la existencia de un hombre que cambia de personalidad acorde a quien tenga enfrente; sólo que Buscando a Sugar Man trata da cuenta de alguien que existió y está vivo en Detroit, Michigan, habitando la casa que ha sido suya desde hace cuarenta años.

Apoyándose en la verídicas pesquisas del musicólogo Steve Segerman y el escritor Craig Bartholomew acerca de un rockero americano quien a principios de los setentas editó un par de discos (Cold fact y Coming from reality) y que llegaron a la tierra de Nelson Mandela por medio de una turista que los diseminó en copias a tal grado que se convirtieron en material de culto por aquellos que lucharon contra el régimen racista, Buscando a Sugar Man es todo un entramado de narración fílmico y descubrimiento.

La forma en que Bendjelloul discurre la historia de Rodríguez es atrayente por una pepita de oro que resulta efectiva: la inserción de las canciones de Rodríguez cuyas letras son poderosamente sociales y que, en labios de algunos entrevistados, son más interesantes que las del mítico Bob Dylan.

Cuando Steve Segerman localiza a Rodríguez en Detroit vía telefónica (tras poner una página web para el propósito) y le dice que en Sudáfrica es más famoso que Elvis Presley, el filme toma un derrotero impactante.

Casado y con tres hijas, Sixto Rodríguez es relanzado en Sudáfrica con efervescente éxito en una treintena de conciertos de 1978 hasta la fecha y ha sacado, literalmente, de las aguas del profundo olvido a este cantautor quien a ratos nos hace recordar al tampiqueño “profeta del nopal” Rockdrigo González…

Hace unos días volví a ver por un canal de tv de paga el documental ganador del Oscar 2013 Buscando a Sugar Man (Searching for Sugar Man)/ EUA- 2012.

Dirigido por el sueco Malk Bendjelloul, quien debutó con este increíble texto fílmico y que en 2014 se suicidó afligido por la depresión.

Sugar Man es la historia del cantante estadounidense de origen mexicano Sixto Rodríguez y llevada por el sueco Bendjelloul por los senderos del moderno cuento de hadas: un hombre que fue ícono de la música contracultural en Sudáfrica en los años setenta (tomado incluso como bandera contra el apartheid) y que en su país natal era un perfecto desconocido que se ganaba la vida construyendo casas.

Con una fluida narración, Bendjelloul presenta la vida de Rodríguez en un tono que hace recordar a Zelig/ 1983, de Woody Allen, falso documental en tono de indagación periodística sobre la existencia de un hombre que cambia de personalidad acorde a quien tenga enfrente; sólo que Buscando a Sugar Man trata da cuenta de alguien que existió y está vivo en Detroit, Michigan, habitando la casa que ha sido suya desde hace cuarenta años.

Apoyándose en la verídicas pesquisas del musicólogo Steve Segerman y el escritor Craig Bartholomew acerca de un rockero americano quien a principios de los setentas editó un par de discos (Cold fact y Coming from reality) y que llegaron a la tierra de Nelson Mandela por medio de una turista que los diseminó en copias a tal grado que se convirtieron en material de culto por aquellos que lucharon contra el régimen racista, Buscando a Sugar Man es todo un entramado de narración fílmico y descubrimiento.

La forma en que Bendjelloul discurre la historia de Rodríguez es atrayente por una pepita de oro que resulta efectiva: la inserción de las canciones de Rodríguez cuyas letras son poderosamente sociales y que, en labios de algunos entrevistados, son más interesantes que las del mítico Bob Dylan.

Cuando Steve Segerman localiza a Rodríguez en Detroit vía telefónica (tras poner una página web para el propósito) y le dice que en Sudáfrica es más famoso que Elvis Presley, el filme toma un derrotero impactante.

Casado y con tres hijas, Sixto Rodríguez es relanzado en Sudáfrica con efervescente éxito en una treintena de conciertos de 1978 hasta la fecha y ha sacado, literalmente, de las aguas del profundo olvido a este cantautor quien a ratos nos hace recordar al tampiqueño “profeta del nopal” Rockdrigo González…