/ miércoles 30 de enero de 2019

Sobre James Dean

El próximo 8 de febrero se celebrará un año más del nacimiento del ícono per se de Hollywood: James Dean (nació en 1931).

Y en estos tiempos donde la digitalización ha impulsado el frenético aumento de las bioseries y biografías fílmicas, es oportuno echarle un vistazo, desde la recreación, a quién fue James Dean.

El holandés Anton Corbijn eligió salomónicamente la manera de retratar la vida del malogrado actor de culto James Dean, muerto en un accidente automovilístico en septiembre de 1955, a los 24 años de edad: a través del episodio que vivió Dean con el entonces incipiente fotógrafo de la revista Life, Dennis Stock/ Robert Pattinson.

Life/ Canadá- EU- Alemania- 2015 es una tibia aproximación a la vida del protagonista de Al este del paraíso, Rebelde sin causa y Gigante. De entrada, el reparto es desafortunado. La frialdad de Pattinson no dirime con solvencia las variaciones de tonos melodramáticos en las que se sumerge su personaje: la distancia con su mujer y su hijo en aras de escalar en su labor periodística.

Dane DeHaan, como James Dean, amén de que se parece más a DiCaprio que al propio James Dean, no elabora con eficacia al mítico actor ni en las secuencias de mayor intimismo (en el tren rumbo a Indiana) o de enfrentamiento con el productor Jack Warner/ Ben Kingsley. O cuando recita los parlamentos más que literarios/coloquiales cursis: “cada orgasmo que voy detrás de ti es un paso hacia la muerte”; “la sonrisa del mundo es un lamento para nuestros oídos cansados”; “hay que volver a casa, con la cara lluviosa enmascarada por el polvo que levantan en vano los inútiles estragos por encontrar tu lugar en toda una vida”.

Sin embargo, en la referida tibieza al biopic de James Dean radica la valía del filme de Corbijn. A diferencia de la vehemencia en Control/ 2007, su versión sobre la figura de Ian Curtis, cantante de Joy Division, Corbijn opta por la aparente calmada y convencional narración.

De hecho, el filme es un cuadro narrativo-introspectivo a dos voces: la del fotógrafo Stock, quien –al igual que Dean no es conocido- y la del futuro “rebelde sin causa”.

Stock busca en Dean no al ícono sino al ser que potenciará sus capacidades histriónicas. Es decir, hurga más que en el rostro o la imagen de Dean en los recovecos intimistas, minimalistas del joven que salió de su casa granja de Indiana y que vuelve para mostrarse frágil, desprotegido, distante del estigma del subversivo juvenil generacional en que se convertirá. Pero también Stock busca esa “Life” de éxito propio que lo ascienda en el mundillo del espectáculo.

Life es una sobria y equilibrada cinta donde la recreación de la época está bien captada en la dirección de arte y algunas rolas sabrosas como Such a Night, con la ejecución del bongó de parte de James Dean.

El glamour, la dramatización de filmación de las películas de Dean, los chismes de las estrellas hollywoodenses y la ambigua vida sexual de la figura central en cuestión quedan arrinconadas en aras de un bosquejo más cercano al aura mítica que envolvió a James Dean después del reportaje fotográfico, publicado en marzo del 55 en la revista Life y que coadyuvó a catapultar su nombre a la posteridad cinematográfica…

El próximo 8 de febrero se celebrará un año más del nacimiento del ícono per se de Hollywood: James Dean (nació en 1931).

Y en estos tiempos donde la digitalización ha impulsado el frenético aumento de las bioseries y biografías fílmicas, es oportuno echarle un vistazo, desde la recreación, a quién fue James Dean.

El holandés Anton Corbijn eligió salomónicamente la manera de retratar la vida del malogrado actor de culto James Dean, muerto en un accidente automovilístico en septiembre de 1955, a los 24 años de edad: a través del episodio que vivió Dean con el entonces incipiente fotógrafo de la revista Life, Dennis Stock/ Robert Pattinson.

Life/ Canadá- EU- Alemania- 2015 es una tibia aproximación a la vida del protagonista de Al este del paraíso, Rebelde sin causa y Gigante. De entrada, el reparto es desafortunado. La frialdad de Pattinson no dirime con solvencia las variaciones de tonos melodramáticos en las que se sumerge su personaje: la distancia con su mujer y su hijo en aras de escalar en su labor periodística.

Dane DeHaan, como James Dean, amén de que se parece más a DiCaprio que al propio James Dean, no elabora con eficacia al mítico actor ni en las secuencias de mayor intimismo (en el tren rumbo a Indiana) o de enfrentamiento con el productor Jack Warner/ Ben Kingsley. O cuando recita los parlamentos más que literarios/coloquiales cursis: “cada orgasmo que voy detrás de ti es un paso hacia la muerte”; “la sonrisa del mundo es un lamento para nuestros oídos cansados”; “hay que volver a casa, con la cara lluviosa enmascarada por el polvo que levantan en vano los inútiles estragos por encontrar tu lugar en toda una vida”.

Sin embargo, en la referida tibieza al biopic de James Dean radica la valía del filme de Corbijn. A diferencia de la vehemencia en Control/ 2007, su versión sobre la figura de Ian Curtis, cantante de Joy Division, Corbijn opta por la aparente calmada y convencional narración.

De hecho, el filme es un cuadro narrativo-introspectivo a dos voces: la del fotógrafo Stock, quien –al igual que Dean no es conocido- y la del futuro “rebelde sin causa”.

Stock busca en Dean no al ícono sino al ser que potenciará sus capacidades histriónicas. Es decir, hurga más que en el rostro o la imagen de Dean en los recovecos intimistas, minimalistas del joven que salió de su casa granja de Indiana y que vuelve para mostrarse frágil, desprotegido, distante del estigma del subversivo juvenil generacional en que se convertirá. Pero también Stock busca esa “Life” de éxito propio que lo ascienda en el mundillo del espectáculo.

Life es una sobria y equilibrada cinta donde la recreación de la época está bien captada en la dirección de arte y algunas rolas sabrosas como Such a Night, con la ejecución del bongó de parte de James Dean.

El glamour, la dramatización de filmación de las películas de Dean, los chismes de las estrellas hollywoodenses y la ambigua vida sexual de la figura central en cuestión quedan arrinconadas en aras de un bosquejo más cercano al aura mítica que envolvió a James Dean después del reportaje fotográfico, publicado en marzo del 55 en la revista Life y que coadyuvó a catapultar su nombre a la posteridad cinematográfica…