/ domingo 25 de abril de 2021

Sociedad versus Naturaleza

El descubrimiento de algunos yacimientos con restos humanos que presentan huellas de haber sufrido fracturas óseas ya soldadas y sanadas, sugirió recién la hipótesis arqueológica de que esto solo pudo ser posible gracias al concierto y solidaridad de los grupos humanos organizados en sociedades.

De acuerdo a esta teoría, el hombre primitivo difícilmente hubiera podido sobrevivir en solitario si estuviera lesionado sin auxilio para su cuidado, alimentación y protección de sus compañeros de tribu.

Lo anterior desvirtuaría por completo los relatos utópicos de anarcolibertarios librecambistas. Algunos de ellos apoyados en el mito de Rousseau sostienen que el buen salvaje era superior a los humanos formados por la civilización.

Sin embargo, varias teorías han contrastado el estado de naturaleza (un estado de cosas hipotético marcado por la ausencia de política, leyes y en suma de autoridad) con los estados políticos y sociedades organizadas, llegando a la conclusión de que la estructura política es absolutamente necesaria para el éxito del florecimiento humano.

John Locke argumentó que solo en un estado político se protegería la propiedad privada. Mientras Locke era un voluntarista político, afirmando que un gobierno solo puede tener poderes sobre una persona que consienta tácita o expresamente, Thomas Hobbes creía que el poder político podía adquirirse legítimamente tanto por la fuerza como por el consentimiento.

Esta convicción se basaba en el supuesto de que, debido al egoísmo innato del ser humano, un estado de naturaleza estaría marcado por la "guerra de todos contra todos". Por lo tanto, es racional aceptar el dominio de un líder político poderoso, un leviatán, que puede proteger a sus súbditos y defender la ley.

Dado que solo unos pocos encuentran atractivo la perspectiva de un leviatán todopoderoso, la pregunta pertinente sigue siendo la misma: ¿cuál es la mejor manera de organizarnos políticamente? La respuesta que parece más popular hoy tardó mucho en resurgir.

A pesar de la advertencia de Platón sobre que "la democracia se convierte en despotismo", los pensadores de los siglos XVIII y XIX participaron con entusiasmo en el debate sobre la democracia. Uno de los escritores más elocuentes sobre el tema sigue siendo Rousseau, quien creía que la voluntad general podría abordarse mejor en un sistema de democracia directa en lugar de representativa. Sin embargo, Rousseau se mostró pesimista sobre las posibilidades de implementar tal arreglo en la sociedad: “Si hubiera un pueblo de dioses, su gobierno sería democrático. Un gobierno tan perfecto no es para hombres”.

En uno de los pasajes más famosos de la teoría constitucional James Madison escribió en defensa de la Constitución norteamericana inmediatamente después de que esta fuera aprobada por la Asamblea Constituyente reunida en Filadelfia y previo a que el texto constitucional fuera sometido a ratificación en cada uno de los Estados que formaron los Estados Unidos de América. Dicho pasaje dice así: "Si los hombres fuesen ángeles, el gobierno no sería necesario

Las tensiones presagiadas en los escritos anteriores marcan la teoría política contemporánea. Otra tensión es la que existe entre el liberalismo y el comunitarismo; entre la preocupación por el individuo y la preocupación por las necesidades de la sociedad.

Lo más significativo de este debate fueron las intervenciones de John Rawls con su Teoría de la justicia en donde Rawls sostiene que en una situación hipotética de igualdad e ignorancia de sus posiciones y preferencias sociales individuales, las personas que discuten la organización de su sociedad estarían de acuerdo en tres principios fundamentales: la mayor extensión posible de ciertas libertades civiles para todos; igualdad de oportunidades para todos; y provisión para los miembros menos favorecidos de la sociedad. El último principio se refiere a la difícil cuestión de la redistribución de la riqueza y del igualitarismo.

Por su parte el filósofo gurú de los libertarios Robert Nozick argumentó a favor de un estado mínimo, restringido a la defensa del individuo contra la fuerza: Sobre la base de la autopropiedad, Nozick sostiene que los individuos tienen derecho a no sufrir agresiones y a no tener hacer cualquier cosa por ellos mismos o por los demás. Por lo tanto, considera que los impuestos con el propósito de redistribuir, defendidos por Rawls y algunos pensadores igualitarios, son "trabajo forzoso".

Sin embargo, no se sabe hasta el momento de ningún libertario que haya abandonado la vida y propiedad forjadas al interior de la sociedad para ir a vivir la utopía de la plena libertad al estilo de un moderno Robinson Crusoe, con mucho y sus quejas sobre la opresión que dicen padecer, parece que hasta para ellos es mejor disfrutar de las ventajas que ofrece la vida comunitaria sin importar lo incongruente que ello resulta en la defensa de la causa para la cual militan.

Regeneración.

El descubrimiento de algunos yacimientos con restos humanos que presentan huellas de haber sufrido fracturas óseas ya soldadas y sanadas, sugirió recién la hipótesis arqueológica de que esto solo pudo ser posible gracias al concierto y solidaridad de los grupos humanos organizados en sociedades.

De acuerdo a esta teoría, el hombre primitivo difícilmente hubiera podido sobrevivir en solitario si estuviera lesionado sin auxilio para su cuidado, alimentación y protección de sus compañeros de tribu.

Lo anterior desvirtuaría por completo los relatos utópicos de anarcolibertarios librecambistas. Algunos de ellos apoyados en el mito de Rousseau sostienen que el buen salvaje era superior a los humanos formados por la civilización.

Sin embargo, varias teorías han contrastado el estado de naturaleza (un estado de cosas hipotético marcado por la ausencia de política, leyes y en suma de autoridad) con los estados políticos y sociedades organizadas, llegando a la conclusión de que la estructura política es absolutamente necesaria para el éxito del florecimiento humano.

John Locke argumentó que solo en un estado político se protegería la propiedad privada. Mientras Locke era un voluntarista político, afirmando que un gobierno solo puede tener poderes sobre una persona que consienta tácita o expresamente, Thomas Hobbes creía que el poder político podía adquirirse legítimamente tanto por la fuerza como por el consentimiento.

Esta convicción se basaba en el supuesto de que, debido al egoísmo innato del ser humano, un estado de naturaleza estaría marcado por la "guerra de todos contra todos". Por lo tanto, es racional aceptar el dominio de un líder político poderoso, un leviatán, que puede proteger a sus súbditos y defender la ley.

Dado que solo unos pocos encuentran atractivo la perspectiva de un leviatán todopoderoso, la pregunta pertinente sigue siendo la misma: ¿cuál es la mejor manera de organizarnos políticamente? La respuesta que parece más popular hoy tardó mucho en resurgir.

A pesar de la advertencia de Platón sobre que "la democracia se convierte en despotismo", los pensadores de los siglos XVIII y XIX participaron con entusiasmo en el debate sobre la democracia. Uno de los escritores más elocuentes sobre el tema sigue siendo Rousseau, quien creía que la voluntad general podría abordarse mejor en un sistema de democracia directa en lugar de representativa. Sin embargo, Rousseau se mostró pesimista sobre las posibilidades de implementar tal arreglo en la sociedad: “Si hubiera un pueblo de dioses, su gobierno sería democrático. Un gobierno tan perfecto no es para hombres”.

En uno de los pasajes más famosos de la teoría constitucional James Madison escribió en defensa de la Constitución norteamericana inmediatamente después de que esta fuera aprobada por la Asamblea Constituyente reunida en Filadelfia y previo a que el texto constitucional fuera sometido a ratificación en cada uno de los Estados que formaron los Estados Unidos de América. Dicho pasaje dice así: "Si los hombres fuesen ángeles, el gobierno no sería necesario

Las tensiones presagiadas en los escritos anteriores marcan la teoría política contemporánea. Otra tensión es la que existe entre el liberalismo y el comunitarismo; entre la preocupación por el individuo y la preocupación por las necesidades de la sociedad.

Lo más significativo de este debate fueron las intervenciones de John Rawls con su Teoría de la justicia en donde Rawls sostiene que en una situación hipotética de igualdad e ignorancia de sus posiciones y preferencias sociales individuales, las personas que discuten la organización de su sociedad estarían de acuerdo en tres principios fundamentales: la mayor extensión posible de ciertas libertades civiles para todos; igualdad de oportunidades para todos; y provisión para los miembros menos favorecidos de la sociedad. El último principio se refiere a la difícil cuestión de la redistribución de la riqueza y del igualitarismo.

Por su parte el filósofo gurú de los libertarios Robert Nozick argumentó a favor de un estado mínimo, restringido a la defensa del individuo contra la fuerza: Sobre la base de la autopropiedad, Nozick sostiene que los individuos tienen derecho a no sufrir agresiones y a no tener hacer cualquier cosa por ellos mismos o por los demás. Por lo tanto, considera que los impuestos con el propósito de redistribuir, defendidos por Rawls y algunos pensadores igualitarios, son "trabajo forzoso".

Sin embargo, no se sabe hasta el momento de ningún libertario que haya abandonado la vida y propiedad forjadas al interior de la sociedad para ir a vivir la utopía de la plena libertad al estilo de un moderno Robinson Crusoe, con mucho y sus quejas sobre la opresión que dicen padecer, parece que hasta para ellos es mejor disfrutar de las ventajas que ofrece la vida comunitaria sin importar lo incongruente que ello resulta en la defensa de la causa para la cual militan.

Regeneración.