Otra vez estamos en carnaval, están a punto de celebrarse nuevamente las “Fiestas de la Carne”, y quien sabe por qué al parecer nuestro carnaval será “virtual (o lo que eso signifique). En otros tiempos las fiestas en nuestro puerto, involucraban a la sociedad toda, que disfrazada acudía a celebrarlo en la calle y en los salones preparados para ello.
Como dijo el trovador:
“JUNTOS EL NOBLE Y EL VILLANO
EL RICO Y EL GUSANO
BAILAN Y SE DAN LA MANO
SIN IMPORTARLES LA FACHA
JUNTOS LOS ENCUENTRA EL SOL,
EMPAPADOS EN ALCOHOL”.
Los carnavales en últimas fechas, se han vuelto fiestas políticas, se celebran de acuerdo a la voluntad del jefe municipal, se llevan a cabo cuando y en donde él lo decida. Los tiempos han cambiado, “ahora decide el Covid”.
Las fiestas se iniciaban con la elección de la Reina y del Rey Feo; de Reinas recuerdo a Nora Hilda Guerrero; Sonia Valenzuela, Bety Kaufmann y de Feos a Cherieto un amigo bohemio y Alfalfa (Fernando Heftye).
Todos participábamos, los clubes, negocios, industrias, compañías, almacenes; los carros alegóricos concursaban en el desfile y recibían jugosos premios. Cientos de comparsas bailaban incansablemente por las calles, las colonias de la ciudad, los clubes rotarios, los sembradores de amistad, club sociales de ese tiempo, blanco y negro, Tampico, Thalía, Casino Tampiqueño, Centro Español. La colonia Árabe, la China, la Coca Cola, la Pepsi, la Jabonera.
Aparte invitados de otros estados en donde también se celebran las fiestas como Veracruz y Mazatlán unían su propia fiesta a la nuestra, alegrando con sus conjuntos de música en las esquinas del recorrido.
Todo empezaba con el entierro del mal humor y coronación del Rey Feo, el paseo tenía lugar en el centro de la ciudad, Carranza, Colón, Madero y Díaz Mirón. Las fiestas y coronación de la Reina tenían lugar en el edificio conocido como “de la ballena”, situado frente a la Aduana a un costado del río Pánuco, con variedades traídas de la capital y amenizando las orquestas Tampico y Gatos Negros
Los perfumados se iban al casino con su baile y su reina el martes de carnaval, en donde había un concurso interno premiándose las mejores comparsas y disfraces individuales.
La raza cuando no podíamos entrar nos quedábamos en el Inglaterra, todavía tengo muy presente un carnaval acompañado de mis queridos amigos Julio López, de Nicolás Gual y del burro Vargas. El representante del club 45 el señor Planter, nos obsequiaba ron sin límite, a cambio de que nos vistiéramos con un smoking verde y diéramos vueltas en el carro de su club, acompañado de bellas mujeres, nadie se atrevió a aceptar semejante oferta.
Y como dijo el poeta:
“EL SOL DICE QUE LLEGÓ EL FINAL
ARRIBA EN MI CALLE SE ACABÓ LA FIESTA”