Estamos en diciembre, mes de celebraciones y promesas, las tradiciones religiosas se hacen sentir; es la Navidad, empiezan las alegres posadas, los festejos guadalupanos, el 24 nacimiento del Señor, en fin, la alegría y buenos deseos para todos.
Sin embargo, la pandemia y sus derivados se cierne sobre la humanidad, cambiando costumbres, relaciones, trabajos, etc., y por supuesto las fiestas navideñas en nuestro país, que, aunque se permiten ciertas licencias de carácter político, deportivo y particulares, no deja de menguar la alegría y el jolgorio.
Entre las medidas aceptadas por el episcopado impuestas por el poder civil, se pide amablemente a los peregrinos tomar todas las precauciones de la secretaria de Salud, para evitar contagios y sobre todo se suplica no pernoctar, visitar a la Patrona, recibir su bendición y regresar. Tomando en cuenta que la peregrinación llegará hasta casi 5 millones de fieles.
De acuerdo a la tradición mexicana y a ciertos documentos históricos, María la madre de Jesús se apareció en 4 ocasiones al chichimeca Juan Diego en el Cerro del Tepeyac. La Virgen ordena a Juan Diego que se presente ante Fray Juan de Zumárraga, y le diga “que le erijan un Templo”.
Ante el escepticismo de Zumárraga éste pidió una prueba de la aparición, Juan Diego llevó en su ayate unas flores cortadas en el Tepeyac, fue al palacio del obispado, desplegó su ayate dejando al descubierto la imagen de la Virgen María.
