/ sábado 16 de octubre de 2021

Tampico hermoso | "El Tampico aquel"

Al más puro estilo de la nostalgia, me voy a referir a un libro de relatos del Tampico Viejo, llamado “El Tampico aquel” por la Sra. María Antonia Alanís de Salazar.

Las historias que relata, creo que son un reflejo del Tampico de hace muchos años que ya no volverá. Todos los relatos amenos, sencillos y divertidos.

Quiero hacerlo a través de estas letras, como un recuerdo y homenaje a la Sra. Alanís y a su hijo el Dr. Héctor Mario, gran amigo, que tanto se preocupó por la cultura de nuestro Tampico.

La Ciudad dice la Señora emerge de un trasfondo histórico, costumbre de fantasías, preñadas de romanticismos, hoy en total desuso, costumbres familiares de provincia, inocentes, de diversiones de un pueblo jacarandoso y amigable, las relaciones vecinales tenían lugar en tardes tranquilas y frescas en el atardecer cuando ni el radio ni las telenovelas alteraban la paz provinciana.

Cuando en la casa se desprendía un santo y bendito olor de panadería, el chichimbré, los pemoles, viejas construcciones, edificios que ahora son sólo el recuerdo.

La lonja, el casino de las familias Linajudas, que no eran muchas, “El teatro Apolo”, “El portal de los Etienne”, por la antigua calle Rivera que corría al parejo del brazo del Tamesí.

Reminiscencias de representaciones teatrales, en los patios familiares de la época, las polcas, los chotis, mazurcas, varsoviana, gavotas, lanceros, y cuánto. Así como el pintoresco modo de invitar por medio de un recado de viva voz a través de los sirvientes que decía: “Que dice doña “fulana”, que si gusta ir esta noche, el baile empezará a las 9”

Al más puro estilo de la nostalgia, me voy a referir a un libro de relatos del Tampico Viejo, llamado “El Tampico aquel” por la Sra. María Antonia Alanís de Salazar.

Las historias que relata, creo que son un reflejo del Tampico de hace muchos años que ya no volverá. Todos los relatos amenos, sencillos y divertidos.

Quiero hacerlo a través de estas letras, como un recuerdo y homenaje a la Sra. Alanís y a su hijo el Dr. Héctor Mario, gran amigo, que tanto se preocupó por la cultura de nuestro Tampico.

La Ciudad dice la Señora emerge de un trasfondo histórico, costumbre de fantasías, preñadas de romanticismos, hoy en total desuso, costumbres familiares de provincia, inocentes, de diversiones de un pueblo jacarandoso y amigable, las relaciones vecinales tenían lugar en tardes tranquilas y frescas en el atardecer cuando ni el radio ni las telenovelas alteraban la paz provinciana.

Cuando en la casa se desprendía un santo y bendito olor de panadería, el chichimbré, los pemoles, viejas construcciones, edificios que ahora son sólo el recuerdo.

La lonja, el casino de las familias Linajudas, que no eran muchas, “El teatro Apolo”, “El portal de los Etienne”, por la antigua calle Rivera que corría al parejo del brazo del Tamesí.

Reminiscencias de representaciones teatrales, en los patios familiares de la época, las polcas, los chotis, mazurcas, varsoviana, gavotas, lanceros, y cuánto. Así como el pintoresco modo de invitar por medio de un recado de viva voz a través de los sirvientes que decía: “Que dice doña “fulana”, que si gusta ir esta noche, el baile empezará a las 9”