Una de las figuras más discutidas de nuestra administración pública lo es el Ministerio Público (Procurador de Justicia), por la relevancia y responsabilidad que tiene como figura representante de la sociedad en el ejercicio de la acción penal.
Esta importantísima figura tiene su origen en dos corrientes, el Derecho Hispano que durante tres siglos rigió nuestro ordenamiento jurídico y formó se reconozca o no nuestra tradición y nuestra manera de ser.
Y por lo que hace al derecho norteamericano el Procurador General tiene su antecedente remoto a parte de las audiencias reales en el "Attorney General" de la Organización Judicial de nuestros vecinos del norte.
"Las partidas definen al Fiscal como “home” que es puesto a razonar; “et” defender en juicio todas las cosas et los derechos que pertenecen a la cámara del rey".
En cambio "el Attorney General Americano" es la cabeza del departamento de justicia. En nuestro país también, aunque no se maneja así, es el abogado de la nación y el cerebro legal del estado.
La constitución de Apatzingán según don Luis Cabrera, el esfuerzo legislativo más audaz contempla dos fiscales letrados, uno para lo civil y otro para lo criminal. El Constituyente en 1916 y 1917, señala las funciones del Procurador quien como Ministerio Público deberá perseguir los delitos de carácter formal, siendo además el consejero jurídico del gobierno, sin mencionar su participación en los juicios de amparo.
Por otra parte, se encuentra depositada en él, la confianza de la sociedad en su capacidad, honradez y cabal cumplimiento de la acción penal. Para que estos extremos se cumplan la Procuración de Justicia necesita personas con profundo sentido del deber, responsables, conocedores del derecho, además de libertad y autonomía frente a las exigencias de los grupos de presión y conciencia de su independencia y de la majestad de su función (Portes Gil).
No podemos olvidar que procurar justicia para el pueblo que no sabe de teorías jurídicas, pero posee una gran sensibilidad es simplemente velar y vigilar para que prevalezcan los derechos individuales frente al abuso del arbitrario y del poderoso.
