/ sábado 21 de agosto de 2021

Tampico hermoso | Nuestra colonia

Nuestra colonia

Seguimos con la calle Pino esquina con Naranjo, en este recuerdo del Tampico Hermoso (para los que lo vivimos).

En esta hermosa colonia vivíamos familias conocidas todas, entre ellas y en el ambiente socioeconómico político, en el cual muchos jefes de ellas, influían en las cosas de la ciudad.

En la esquina con Naranjo, enfrente doña Anita López, en donde al irse mi familia a México me quedé de huésped de la señora, se le recuerda con cariño. En la otra esquina, la familia Salinas, ampliamente conocida en el puerto, no hace mucho, uno de sus miembros se desempeñó como alcalde, culminando su mandato con el nuevo mercado (sí se pudo).

En la otra esquina, en una casa de madera, nunca supe quien la vivía, pero si vi caer un enorme mango sobre la casa cuando el ciclón del ‘55, desde la ventana de mi cuarto (saliendo despavorido a pedirle refugio a mi amigo Nicolás).

Continuando hacia la avenida Hidalgo, la familia Heredia (Tampico Sales en calle Altamira y Gral. San Martín, ahí compré mi primer coche, un Impala 6 cilindros de 2 plazas), por supuesto no olvido el extraño futbol que jugaban, Toño, Jorge y sus amigos en el jardín de la casa.

Enfrente el capitán Palma, su hijo Ruperto con sus famosas piñatas y fiestas, amigos de la colonia. El señor Tacea, vecino siempre sonriendo con amabilidad.

La familia Trejo que merece un capítulo aparte, por la amistad que a ellos me unía (mi segunda casa) don Rafael, doña Lucha, Chela, Tere, Irma y Rafael mi amigo. Los Rendón, grandes patinadores de calle, los Acosta, y en la esquina con avenida Hidalgo, la casa de la señora Mendive, recordando el auge petrolero.

Regresando a la esquina con Naranjo, don Marcos Americus, sus hijos, compañeros del Tec, Enrique, Morris y Jacobo; enseguida la familia García, Martha, la Nene y Carito.

Los Leal, que me daban aventón al Félix, en la misma calle Enrique Cárdenas, Samuel Moor,, y ya casi al llegar a Bellavista, don Rafael Mojica y sus bellas hijas, con quien también me une una gran amistad, Lourdes y Lucila. Ya para terminar este relato, no puedo dejar de mencionar las tertulias en Pino y Naranjo, los juegos de carta de burro entre los que ahí llegaban, recuerdo a Vladimiro López mejor conocido como “el Pipo”, a Pancho Hernández, a Pancho Canseco, algunos náuticos compañeros de escuela, el Cantinflas, Rebolledo, el Loco Lens, el Tatua, Zapata, Ramón, Micaela Jáuregui, los Farías Carlos y Arturo. Adiós tiempos que no volverán, de abrazos y no de balazos, los vecinos eran vecinos.

Cuidémonos todos, distancia y tapabocas y de ser posible mejor aburrirse que enfermarse, “la pandemia está presente, la vacunación no es suficiente”. . . .

Tampico Sales en calle Altamira y Gral. San Martín, ahí compré mi primer coche, un Impala 6 cilindros de 2 plazas.

Nuestra colonia

Seguimos con la calle Pino esquina con Naranjo, en este recuerdo del Tampico Hermoso (para los que lo vivimos).

En esta hermosa colonia vivíamos familias conocidas todas, entre ellas y en el ambiente socioeconómico político, en el cual muchos jefes de ellas, influían en las cosas de la ciudad.

En la esquina con Naranjo, enfrente doña Anita López, en donde al irse mi familia a México me quedé de huésped de la señora, se le recuerda con cariño. En la otra esquina, la familia Salinas, ampliamente conocida en el puerto, no hace mucho, uno de sus miembros se desempeñó como alcalde, culminando su mandato con el nuevo mercado (sí se pudo).

En la otra esquina, en una casa de madera, nunca supe quien la vivía, pero si vi caer un enorme mango sobre la casa cuando el ciclón del ‘55, desde la ventana de mi cuarto (saliendo despavorido a pedirle refugio a mi amigo Nicolás).

Continuando hacia la avenida Hidalgo, la familia Heredia (Tampico Sales en calle Altamira y Gral. San Martín, ahí compré mi primer coche, un Impala 6 cilindros de 2 plazas), por supuesto no olvido el extraño futbol que jugaban, Toño, Jorge y sus amigos en el jardín de la casa.

Enfrente el capitán Palma, su hijo Ruperto con sus famosas piñatas y fiestas, amigos de la colonia. El señor Tacea, vecino siempre sonriendo con amabilidad.

La familia Trejo que merece un capítulo aparte, por la amistad que a ellos me unía (mi segunda casa) don Rafael, doña Lucha, Chela, Tere, Irma y Rafael mi amigo. Los Rendón, grandes patinadores de calle, los Acosta, y en la esquina con avenida Hidalgo, la casa de la señora Mendive, recordando el auge petrolero.

Regresando a la esquina con Naranjo, don Marcos Americus, sus hijos, compañeros del Tec, Enrique, Morris y Jacobo; enseguida la familia García, Martha, la Nene y Carito.

Los Leal, que me daban aventón al Félix, en la misma calle Enrique Cárdenas, Samuel Moor,, y ya casi al llegar a Bellavista, don Rafael Mojica y sus bellas hijas, con quien también me une una gran amistad, Lourdes y Lucila. Ya para terminar este relato, no puedo dejar de mencionar las tertulias en Pino y Naranjo, los juegos de carta de burro entre los que ahí llegaban, recuerdo a Vladimiro López mejor conocido como “el Pipo”, a Pancho Hernández, a Pancho Canseco, algunos náuticos compañeros de escuela, el Cantinflas, Rebolledo, el Loco Lens, el Tatua, Zapata, Ramón, Micaela Jáuregui, los Farías Carlos y Arturo. Adiós tiempos que no volverán, de abrazos y no de balazos, los vecinos eran vecinos.

Cuidémonos todos, distancia y tapabocas y de ser posible mejor aburrirse que enfermarse, “la pandemia está presente, la vacunación no es suficiente”. . . .

Tampico Sales en calle Altamira y Gral. San Martín, ahí compré mi primer coche, un Impala 6 cilindros de 2 plazas.