/ sábado 28 de noviembre de 2020

Tampico hermoso | Paseo Bellavista

Desde lejanas tierras (Salvador) llegue a este Tampico que después se convertiría en el Tampico de mis Amores…

Hace más años de los que quiero acordarme, como dijo el hombre de la lanza, llegué a vivir a la colonia Flores como colono, sin calle pavimentada, mis vecinos fueron un ganadero el señor Salomón Fisher, la familia García en la esquina. A la familia Mendo y Septhien a los costados; así como el Dr. Sid, la familia Gochicoa, Héctor Frimont; don Víctor Flores y la famosa pirámide “de las Flores”.

Pues bien, en la esquina de las calles Miraflores y Violeta, pasaban los autobuses azules Bellavista, puede decirse que ahí iniciaban la ruta por Bellavista, bordeando la Laguna del Chairel. Recuerdo alguna de las personas que ahí vivían, Don Teodoro Meza Moreno, el Sr. Ceballos, director de la Provincial de Seguros; en la primera curva subiendo el Lic. José Juan Rodríguez de León. La escuela Motolinia en la calle Palmera, donde vivía también don Héctor Hernández, gran amigo; continuando por la avenida, en la curva la hermosa casa de los Sutton y por el lado de adentro los departamentos del General Cueto. Saliendo de esa curva, inmediatamente la bajada al Chairel, y al Club de Regatas Corona, hasta ahí o un poco antes, no me acuerdo, se iniciaba la Colonia El Águila. El hermoso paseo Bellavista con sus románticos atardeceres.

Ahí vivieron los jefes de las compañías petroleras, construyeron sus casas, algunas de las cuales sobreviven, y sembraron árboles de naranja cuchas (en sus banquetas). Siguiendo este paseo, en la esquina la casa de los Fernández (las Novedades), un edificio de la Señora Wilburn, el famosísimo Tenis Águila, las Familias Sanjinés, los González Terán y ya para llegar a la Jasad mi tío Rogerio y la Familia Garza y un Hospital abandonado que tenía fama de que allí asustaban (hospital Gorgas) a dónde íbamos un grupo de amigos, entre ellos Jorge González, Fidel Mogollón, y Fernando Ettiene “la borrega”.

Una calle antes o después empezaba la colonia Altavista, dejando atrás el Águila y los presumidos como dicen ahora, por supuesto recuerdo la Calle Mango con el Tec de imborrables recuerdos. La casa de los señores Ruiz Garza, la Rinconada Chairel, la casa de los de La Cabada, mis amigos, el Curro, Rudy y Juan. Pasando la Calle Palma en la Calle Moral muchos amigos, el Gato Treviño, los Garesche, los Adame, los Morales, los Lescrenier y después la famosa Calle Pino esquina con Olmo donde empezaba el cementerio, que terminaba en la Rinconada Chairel y enseguida una alberca pública desaparecida “La Pagana”. La colonia Eléctrica, la Compañía de Luz.

Desde la Calle Pino hasta el Félix en la curva, todos los días iba y venía en bicicleta, haciendo altos entre trayectos, después de esquivar las pedradas de Quico Guzmán, llegar a la tienda Aurora donde comía sabrosas galletas. En la esquina de la calle Torreón que te lleva a Pánuco.

Continuando por la avenida Bellavista, la casa de Polín Barrenechea, gran amigo de siempre. Enseguida, la casa de la doctora Ridaura, maestra del Tec a quien siempre recordaré con cariño. La escuela donde estudié mi primaria el Félix de Jesús, donde ahora se encuentra la prestigiada Prepa del Puerto.

Para terminar el hermoso paseo desemboca en la avenida Hidalgo como lo hace ahora, no sin antes llegar al súper servicio Ford, pasando por el doble bolazo . . .

Desde lejanas tierras (Salvador) llegue a este Tampico que después se convertiría en el Tampico de mis Amores…

Hace más años de los que quiero acordarme, como dijo el hombre de la lanza, llegué a vivir a la colonia Flores como colono, sin calle pavimentada, mis vecinos fueron un ganadero el señor Salomón Fisher, la familia García en la esquina. A la familia Mendo y Septhien a los costados; así como el Dr. Sid, la familia Gochicoa, Héctor Frimont; don Víctor Flores y la famosa pirámide “de las Flores”.

Pues bien, en la esquina de las calles Miraflores y Violeta, pasaban los autobuses azules Bellavista, puede decirse que ahí iniciaban la ruta por Bellavista, bordeando la Laguna del Chairel. Recuerdo alguna de las personas que ahí vivían, Don Teodoro Meza Moreno, el Sr. Ceballos, director de la Provincial de Seguros; en la primera curva subiendo el Lic. José Juan Rodríguez de León. La escuela Motolinia en la calle Palmera, donde vivía también don Héctor Hernández, gran amigo; continuando por la avenida, en la curva la hermosa casa de los Sutton y por el lado de adentro los departamentos del General Cueto. Saliendo de esa curva, inmediatamente la bajada al Chairel, y al Club de Regatas Corona, hasta ahí o un poco antes, no me acuerdo, se iniciaba la Colonia El Águila. El hermoso paseo Bellavista con sus románticos atardeceres.

Ahí vivieron los jefes de las compañías petroleras, construyeron sus casas, algunas de las cuales sobreviven, y sembraron árboles de naranja cuchas (en sus banquetas). Siguiendo este paseo, en la esquina la casa de los Fernández (las Novedades), un edificio de la Señora Wilburn, el famosísimo Tenis Águila, las Familias Sanjinés, los González Terán y ya para llegar a la Jasad mi tío Rogerio y la Familia Garza y un Hospital abandonado que tenía fama de que allí asustaban (hospital Gorgas) a dónde íbamos un grupo de amigos, entre ellos Jorge González, Fidel Mogollón, y Fernando Ettiene “la borrega”.

Una calle antes o después empezaba la colonia Altavista, dejando atrás el Águila y los presumidos como dicen ahora, por supuesto recuerdo la Calle Mango con el Tec de imborrables recuerdos. La casa de los señores Ruiz Garza, la Rinconada Chairel, la casa de los de La Cabada, mis amigos, el Curro, Rudy y Juan. Pasando la Calle Palma en la Calle Moral muchos amigos, el Gato Treviño, los Garesche, los Adame, los Morales, los Lescrenier y después la famosa Calle Pino esquina con Olmo donde empezaba el cementerio, que terminaba en la Rinconada Chairel y enseguida una alberca pública desaparecida “La Pagana”. La colonia Eléctrica, la Compañía de Luz.

Desde la Calle Pino hasta el Félix en la curva, todos los días iba y venía en bicicleta, haciendo altos entre trayectos, después de esquivar las pedradas de Quico Guzmán, llegar a la tienda Aurora donde comía sabrosas galletas. En la esquina de la calle Torreón que te lleva a Pánuco.

Continuando por la avenida Bellavista, la casa de Polín Barrenechea, gran amigo de siempre. Enseguida, la casa de la doctora Ridaura, maestra del Tec a quien siempre recordaré con cariño. La escuela donde estudié mi primaria el Félix de Jesús, donde ahora se encuentra la prestigiada Prepa del Puerto.

Para terminar el hermoso paseo desemboca en la avenida Hidalgo como lo hace ahora, no sin antes llegar al súper servicio Ford, pasando por el doble bolazo . . .