/ sábado 16 de mayo de 2020

Tampico hermoso | Vida nocturna

Transitando por la avenida Valles a deshoras, llamó mi atención la colmena de centros de diversión para las juventudes de hoy, en donde entretienen sus ocios hasta la madrugada.

Esto me trae a la memoria, la vida nocturna de nuestro tiempo en el Tampico Hermoso que estoy recordando.

Uno de los más agradables centros de reunión se hallaba en conocido hotel de la avenida Hidalgo; un pequeño espacio con música en vivo frente a la alberca del hotel (Las Diligencias); una pequeña pista con una cómoda sala, sin olvidar la bien surtida barra, de muy gratos e inolvidables recuerdos para los que ahí estuvimos.

En el mero centro de Tampico en la esquina de Díaz Mirón y Olmos, el famoso “Hotel Inglaterra”, en ese tiempo propiedad del amable Sr. Bausa, recibía a los desvelados en el famoso bar “Normandí”; también con música en vivo, por supuesto preferido de los jóvenes y en donde de vez en cuando se presentaban variedades de la capital. Ahí tuve la oportunidad de escuchar al magnífico cuarteto “Los Panchitos”, quienes más tarde serían conocidos como “Los Hermanos Castro”, triunfadores de festivales.

En la esquina de Carranza y López de Lara, cerca del centro, funcionaba un magnífico centro de reunión “El Hotel Imperial”, del caballeroso amigo don Mauricio Fernández. Pasando por un pequeño lobby, entrabas al salón principal con pista de baile y mesas en la parte superior. Domingo a domingo por ahí desfilaban los mejores espectáculos de la capital, traídos por el Sr. Quintanilla al auditorio; y después algunas de estas variedades se presentaban en el Imperial iniciando sus éxitos en ese tiempo Olga Breeskin y su violín; Los Churumbeles de España y Juan Legido, Los Panchos, Los Ases, Monna Bell, una cantante chilena de mucha fama y no sé cuantos más.

A la vuelta de Carranza cerca de una milenaria tienda china, la famosa “Gruta Azul” del hotel Tampico, del atento Sr. Limón, quien noche a noche hacía presencia elegantemente vestido de smoking, en la puerta.

La Gruta era un espacioso salón de baile en forma circular, con barra al fondo y agradable media luz para animar a los danzantes, en innumerables ocasiones lo visitamos mis amigos y yo, don Nicolás Gual y su acompañante, Lic. Antonio Deschamps (finado) y en ese tiempo su novia Beverly, Arturo Farías, Julio López y otros amigos que recuerdo con cariño.

Al lado de la entrada de este hotel, funcionaba el bar Tampico como parte del mismo, en donde concurrían personalidades del puerto, entre ellas el Ing. Eduardo Vargas (“El Burro”) quien cuenta la leyenda decoró uno de los muros. Acerca del Hotel Tampico se dice que tuvo lugar un incidente curioso, mi amigo Fernando Heftye, contrató a Agustín Lara para una velada en La Gruta; minutos antes de iniciar el evento, Agustín quiso checar el salón, entró y dijo “hermano del alma, yo no puedo tocar aquí”, “¿pero, cómo?” le dijo el empresario, -hasta un piano de cola te renté especialmente, “sí hermano” le dijo el poeta, “pero yo solo toco en piano blanco”.

Por último, no puedo dejar de mencionar el restaurant bar “Flamingo”, sobre la calle Colón cerca del edificio de la telefónica, propiedad de Fernando Heftye; concurrido antro donde podían ir las nenas tampiqueñas, un formidable conjunto amenizaba para bailar y variedades capitalinas, lo visitaban sábado a sábado, entre otros famosos pude escuchar ahí, a Álvaro Carrillo.

No podemos pues más que lamentar los tiempos idos y conformarnos con lo que nos ha traído la modernidad.

¡¡ No inventes, quédate en casa !!

A la vuelta de Carranza cerca de una milenaria tienda china, la famosa “Gruta Azul” del hotel Tampico, del atento Sr. Limón

Transitando por la avenida Valles a deshoras, llamó mi atención la colmena de centros de diversión para las juventudes de hoy, en donde entretienen sus ocios hasta la madrugada.

Esto me trae a la memoria, la vida nocturna de nuestro tiempo en el Tampico Hermoso que estoy recordando.

Uno de los más agradables centros de reunión se hallaba en conocido hotel de la avenida Hidalgo; un pequeño espacio con música en vivo frente a la alberca del hotel (Las Diligencias); una pequeña pista con una cómoda sala, sin olvidar la bien surtida barra, de muy gratos e inolvidables recuerdos para los que ahí estuvimos.

En el mero centro de Tampico en la esquina de Díaz Mirón y Olmos, el famoso “Hotel Inglaterra”, en ese tiempo propiedad del amable Sr. Bausa, recibía a los desvelados en el famoso bar “Normandí”; también con música en vivo, por supuesto preferido de los jóvenes y en donde de vez en cuando se presentaban variedades de la capital. Ahí tuve la oportunidad de escuchar al magnífico cuarteto “Los Panchitos”, quienes más tarde serían conocidos como “Los Hermanos Castro”, triunfadores de festivales.

En la esquina de Carranza y López de Lara, cerca del centro, funcionaba un magnífico centro de reunión “El Hotel Imperial”, del caballeroso amigo don Mauricio Fernández. Pasando por un pequeño lobby, entrabas al salón principal con pista de baile y mesas en la parte superior. Domingo a domingo por ahí desfilaban los mejores espectáculos de la capital, traídos por el Sr. Quintanilla al auditorio; y después algunas de estas variedades se presentaban en el Imperial iniciando sus éxitos en ese tiempo Olga Breeskin y su violín; Los Churumbeles de España y Juan Legido, Los Panchos, Los Ases, Monna Bell, una cantante chilena de mucha fama y no sé cuantos más.

A la vuelta de Carranza cerca de una milenaria tienda china, la famosa “Gruta Azul” del hotel Tampico, del atento Sr. Limón, quien noche a noche hacía presencia elegantemente vestido de smoking, en la puerta.

La Gruta era un espacioso salón de baile en forma circular, con barra al fondo y agradable media luz para animar a los danzantes, en innumerables ocasiones lo visitamos mis amigos y yo, don Nicolás Gual y su acompañante, Lic. Antonio Deschamps (finado) y en ese tiempo su novia Beverly, Arturo Farías, Julio López y otros amigos que recuerdo con cariño.

Al lado de la entrada de este hotel, funcionaba el bar Tampico como parte del mismo, en donde concurrían personalidades del puerto, entre ellas el Ing. Eduardo Vargas (“El Burro”) quien cuenta la leyenda decoró uno de los muros. Acerca del Hotel Tampico se dice que tuvo lugar un incidente curioso, mi amigo Fernando Heftye, contrató a Agustín Lara para una velada en La Gruta; minutos antes de iniciar el evento, Agustín quiso checar el salón, entró y dijo “hermano del alma, yo no puedo tocar aquí”, “¿pero, cómo?” le dijo el empresario, -hasta un piano de cola te renté especialmente, “sí hermano” le dijo el poeta, “pero yo solo toco en piano blanco”.

Por último, no puedo dejar de mencionar el restaurant bar “Flamingo”, sobre la calle Colón cerca del edificio de la telefónica, propiedad de Fernando Heftye; concurrido antro donde podían ir las nenas tampiqueñas, un formidable conjunto amenizaba para bailar y variedades capitalinas, lo visitaban sábado a sábado, entre otros famosos pude escuchar ahí, a Álvaro Carrillo.

No podemos pues más que lamentar los tiempos idos y conformarnos con lo que nos ha traído la modernidad.

¡¡ No inventes, quédate en casa !!

A la vuelta de Carranza cerca de una milenaria tienda china, la famosa “Gruta Azul” del hotel Tampico, del atento Sr. Limón