/ domingo 22 de marzo de 2020

Tiempos interesantes

Lo que los acontecimientos recientes nos han mostrado, es que si los chinos saben de algo, es de maldiciones, ya que suelen usar esta rara y fina expresión como maldición “¡Ojalá vivas tiempos interesantes!”, la razón es simple, los intereses de una época están relacionados con las preocupaciones y problemas planteadas a una persona o sociedad en algún momento determinado.

Así, contrario a la posibilidad de poder disfrutar de tiempos de calmo y apacible retraimiento introspectivo y contemplación como preconiza el taoísmo, la maldición nos condena a vivir tiempos llenos de ansiedad y angustias, que nos mantienen arrojados hacia el exterior en un permanente estado de zozobra a consecuencia de lo intempestivo de los acontecimientos vividos.

Y cómo no pensar en lo acertado de una maldición de tal tipo, si la calamidad nos asedia y nos tiene absortos entre tanto suceso en curso, enfermedades, pobreza, calentamiento global, extinción de especies, crisis económicas, conflictos globales y un largo etc., dejándonos la sensación como si de ser objeto de algún maleficio fuéramos víctimas, lo que nos impediría tener sosiego por inane que este sea.

No obstante lo anterior, no necesariamente podemos interpretar los acontecimientos en curso como una maldición o como la pura conjunción de una mala suerte, sino también, como una invaluable e irrepetible armonización de eventos históricos que podemos presenciar y/o protagonizar y que en definitiva nos conducirían a un estado mejor.

Ambas posturas están arraigadas en iguales corrientes de pensamiento, por un lado la pesimista y circular encabezada por Oswald Spengler que refiere en la Decadencia de Occidente, que la humanidad avanza de desastre en desastre, y que avanza solo para llegar al mismo lugar.

La otra, la de desarrollo ascendente es representada por Arnold Toynbee, para Toynbee en su obra Estudió de la Historia, el ascenso o decadencia de una civilización determinada depende de las respuestas creativas que vaya dando a los problemas que se le van presentando en el curso de su existencia, así incluso la adversidad es para Toynbee una ventaja.

Toynbee considera que la costumbre provoca el nocivo efecto adormecedor, y pone como ejemplo a las civilizaciones primitivas anteriores a las grandes civilizaciones, En las sociedades primitivas, la imitación se dirige hacia el pasado, hacia los miembros de mayor edad y los ancestros. En estos casos domina la costumbre y la sociedad permanece estática.

En contrapartida, las sociedades en proceso de civilización, la imitación cambia de dirección. Aparece una minoría creadora a quien los retos del futuro por difíciles que sean, les produce un efecto germinal y las hace dinámicas.

Para Toynbee no son motivos ligados a la raza ni a las condiciones físicas, sino las dificultades, la adversidad que se presentan en la vida de una sociedad que obligan a tomar decisiones ligadas a la propia supervivencia.

En la actualidad, los desafíos que afronta nuestra civilización, ha quedado claramente demostrado ser los mismos, se dice civilización y no cultura o nación, porque las respuestas a un problema determinado son compartidos por varias culturas y naciones mediante la técnica y la ciencia, y en ese sentido el concepto de civilización es el común denominador, además de compartir modos de producción y de organización social.

De lo anterior no hay mayor prueba que el desarrollo en curso de diversas vacunas contra la pandemia en boga, tanto China, como los EEUU y Alemania, han anunciado estar realizando pruebas en humanos de una vacuna contra el coronavirus. El éxito que resulte de estas investigaciones, redundará a la postre en beneficio de toda la humanidad. Incluso los chovinistas más recalcitrantes se habrán de vacunar en su oportunidad.

De igual forma sucede en el ámbito económico, ante una misma dificultad, los gobiernos han respondido acorde a sus posibilidades y con diferencias de grado de la misma manera, solo México mantiene una diferencia de clase en su respuesta en lo que se pronostica será un problema mayor en la economía.

En tanto la mayoría de las economías con las que nuestro país guarda igualdad de naturaleza por regirse por criterios neoliberales, decidieron salir en esta ocasión del canon neoliberal del equilibrio fiscal como única vía para afrontar la situación, anunciando agresivos planes de estímulos para reflotar el funcionamiento de su economía y evitar la pérdida de empleos, en México, el Secretario de Hacienda se mantienen impertérrito en el dogma neoliberal, solo para atisbar ocasionalmente la necesidad de tener déficit presupuestal como media anticíclica como harán los demás, sin que en la práctica se traduzca en un plan y acciones concretas.

De aquí que nuestro país produzca un extrañamiento y provoque que se le dé un tratamiento de outlier en el extranjero, por su extravagante reacción para hacer frente a una previsible crisis económica, máxime que no es un terreno inexplorado, ya que en el pasado la misma respuesta se ha intentado y ha fracasado.

Sería tanto como si para el tratamiento y cura del coronavirus nuestro gobierno optará por recetar jugo de naranja y caldito de pollo, por fuera y lejos de todo el conocimiento científico y experiencia técnica que el mundo civilizado está utilizando para resolver el mismo problema, es deseable que a la brevedad el gobierno de la 4T, dé un golpe de timón y se apreste a resolver la dificultad con una creatividad que ha estado ausente desde la toma de posesión.

Re-Generación del 19.

Lo que los acontecimientos recientes nos han mostrado, es que si los chinos saben de algo, es de maldiciones, ya que suelen usar esta rara y fina expresión como maldición “¡Ojalá vivas tiempos interesantes!”, la razón es simple, los intereses de una época están relacionados con las preocupaciones y problemas planteadas a una persona o sociedad en algún momento determinado.

Así, contrario a la posibilidad de poder disfrutar de tiempos de calmo y apacible retraimiento introspectivo y contemplación como preconiza el taoísmo, la maldición nos condena a vivir tiempos llenos de ansiedad y angustias, que nos mantienen arrojados hacia el exterior en un permanente estado de zozobra a consecuencia de lo intempestivo de los acontecimientos vividos.

Y cómo no pensar en lo acertado de una maldición de tal tipo, si la calamidad nos asedia y nos tiene absortos entre tanto suceso en curso, enfermedades, pobreza, calentamiento global, extinción de especies, crisis económicas, conflictos globales y un largo etc., dejándonos la sensación como si de ser objeto de algún maleficio fuéramos víctimas, lo que nos impediría tener sosiego por inane que este sea.

No obstante lo anterior, no necesariamente podemos interpretar los acontecimientos en curso como una maldición o como la pura conjunción de una mala suerte, sino también, como una invaluable e irrepetible armonización de eventos históricos que podemos presenciar y/o protagonizar y que en definitiva nos conducirían a un estado mejor.

Ambas posturas están arraigadas en iguales corrientes de pensamiento, por un lado la pesimista y circular encabezada por Oswald Spengler que refiere en la Decadencia de Occidente, que la humanidad avanza de desastre en desastre, y que avanza solo para llegar al mismo lugar.

La otra, la de desarrollo ascendente es representada por Arnold Toynbee, para Toynbee en su obra Estudió de la Historia, el ascenso o decadencia de una civilización determinada depende de las respuestas creativas que vaya dando a los problemas que se le van presentando en el curso de su existencia, así incluso la adversidad es para Toynbee una ventaja.

Toynbee considera que la costumbre provoca el nocivo efecto adormecedor, y pone como ejemplo a las civilizaciones primitivas anteriores a las grandes civilizaciones, En las sociedades primitivas, la imitación se dirige hacia el pasado, hacia los miembros de mayor edad y los ancestros. En estos casos domina la costumbre y la sociedad permanece estática.

En contrapartida, las sociedades en proceso de civilización, la imitación cambia de dirección. Aparece una minoría creadora a quien los retos del futuro por difíciles que sean, les produce un efecto germinal y las hace dinámicas.

Para Toynbee no son motivos ligados a la raza ni a las condiciones físicas, sino las dificultades, la adversidad que se presentan en la vida de una sociedad que obligan a tomar decisiones ligadas a la propia supervivencia.

En la actualidad, los desafíos que afronta nuestra civilización, ha quedado claramente demostrado ser los mismos, se dice civilización y no cultura o nación, porque las respuestas a un problema determinado son compartidos por varias culturas y naciones mediante la técnica y la ciencia, y en ese sentido el concepto de civilización es el común denominador, además de compartir modos de producción y de organización social.

De lo anterior no hay mayor prueba que el desarrollo en curso de diversas vacunas contra la pandemia en boga, tanto China, como los EEUU y Alemania, han anunciado estar realizando pruebas en humanos de una vacuna contra el coronavirus. El éxito que resulte de estas investigaciones, redundará a la postre en beneficio de toda la humanidad. Incluso los chovinistas más recalcitrantes se habrán de vacunar en su oportunidad.

De igual forma sucede en el ámbito económico, ante una misma dificultad, los gobiernos han respondido acorde a sus posibilidades y con diferencias de grado de la misma manera, solo México mantiene una diferencia de clase en su respuesta en lo que se pronostica será un problema mayor en la economía.

En tanto la mayoría de las economías con las que nuestro país guarda igualdad de naturaleza por regirse por criterios neoliberales, decidieron salir en esta ocasión del canon neoliberal del equilibrio fiscal como única vía para afrontar la situación, anunciando agresivos planes de estímulos para reflotar el funcionamiento de su economía y evitar la pérdida de empleos, en México, el Secretario de Hacienda se mantienen impertérrito en el dogma neoliberal, solo para atisbar ocasionalmente la necesidad de tener déficit presupuestal como media anticíclica como harán los demás, sin que en la práctica se traduzca en un plan y acciones concretas.

De aquí que nuestro país produzca un extrañamiento y provoque que se le dé un tratamiento de outlier en el extranjero, por su extravagante reacción para hacer frente a una previsible crisis económica, máxime que no es un terreno inexplorado, ya que en el pasado la misma respuesta se ha intentado y ha fracasado.

Sería tanto como si para el tratamiento y cura del coronavirus nuestro gobierno optará por recetar jugo de naranja y caldito de pollo, por fuera y lejos de todo el conocimiento científico y experiencia técnica que el mundo civilizado está utilizando para resolver el mismo problema, es deseable que a la brevedad el gobierno de la 4T, dé un golpe de timón y se apreste a resolver la dificultad con una creatividad que ha estado ausente desde la toma de posesión.

Re-Generación del 19.