/ miércoles 14 de febrero de 2018

Todo mundo habla de amor

Lector, deseo exponer un caso célebre, elamor pasional y cortés de don Quijote de la Mancha por Dulcinea del Toboso, que es opuesto al amor realista que existe entre Sancho y Teresa Panza

Don Quijote siente el imperativo de demostrar a su amada cuán grande es su pasión, y para ello emprende hazañas caballerescas, enfrenta ejércitos, desface entuertos y arremete contra gigantes. Esta clase de amor es inalcanzable, como todo lo absoluto, y precisamente esa es su razón de ser. Si dejara de situarse en el mundo de lo irreal, este amor moriría sin remedio, no sobreviviría. El amor de Sancho y Teresa Panza, aunque también fiel, es un amor menos pasional, digamos que más sensato, más cuerdo, maá tolerante y con los pies en la tierra; quizá no con tanto dolor y placer, pero finalmente un amor entre dos personas de carne y hueso, que se establecen en su ínsula para acrecentar su patrimonio y ver crecer a sus hijos, con el rigor cotidiano que esto supone. Hasta aquí el célebre asunto de la Manchega Llanura. Pero se me ocurre que quien logre vivir el amor un poco como don Quijote y otro poco como Sancho Panza, eludirá una parte de la cuota de penas y tribulaciones que acechan a la pareja al día de hoy. Aunque no es tan sencillo como suena. Al menos dos versos de la célebre romanza “salud, dinero y amor”, hoy no concuerdan, resultan incompatibles. Dicha trilogía es inaplicable de acuerdo con expertos de todo el mundo en la ciencia del vivir, vivir bien, claro, pues el concepto de hogar sufre los embates de un mundo cada vez más insensible en el que la destrucción de ideas fundamentales como la honestidad y el respeto es manifiesta. Hay quienes afirman que el dinero es la pócima que destruye el romance, lo mismo para jóvenes e inexpertos, que para aquellas y aquellos ya no tan tiernos y con mayor kilometraje recorrido. Sostienen que esto es la fuente de amenaza para la solidez y estabilidad de las parejas actuales. Sorpresivamente, un porcentaje inusualmente bajo de mujeres y hombres admite que el dinero es la principal causa de conflictos en los matrimonios. Argumentan otra serie de motivos, en principio. Pero los números no encajan con lo que es la realidad cotidiana. Seguramente porque en este tipo de encuestas suele haber poca sinceridad y mucha hipocresía y, por lo mismo, escasamente se expone el monto exacto de los gastos -o ahorros- personales y los del cónyuge, cosa en lo que se prefiere callar. Esto, me parece, no necesita mayor exégesis.




mail: danchgar@gmail.com

Lector, deseo exponer un caso célebre, elamor pasional y cortés de don Quijote de la Mancha por Dulcinea del Toboso, que es opuesto al amor realista que existe entre Sancho y Teresa Panza

Don Quijote siente el imperativo de demostrar a su amada cuán grande es su pasión, y para ello emprende hazañas caballerescas, enfrenta ejércitos, desface entuertos y arremete contra gigantes. Esta clase de amor es inalcanzable, como todo lo absoluto, y precisamente esa es su razón de ser. Si dejara de situarse en el mundo de lo irreal, este amor moriría sin remedio, no sobreviviría. El amor de Sancho y Teresa Panza, aunque también fiel, es un amor menos pasional, digamos que más sensato, más cuerdo, maá tolerante y con los pies en la tierra; quizá no con tanto dolor y placer, pero finalmente un amor entre dos personas de carne y hueso, que se establecen en su ínsula para acrecentar su patrimonio y ver crecer a sus hijos, con el rigor cotidiano que esto supone. Hasta aquí el célebre asunto de la Manchega Llanura. Pero se me ocurre que quien logre vivir el amor un poco como don Quijote y otro poco como Sancho Panza, eludirá una parte de la cuota de penas y tribulaciones que acechan a la pareja al día de hoy. Aunque no es tan sencillo como suena. Al menos dos versos de la célebre romanza “salud, dinero y amor”, hoy no concuerdan, resultan incompatibles. Dicha trilogía es inaplicable de acuerdo con expertos de todo el mundo en la ciencia del vivir, vivir bien, claro, pues el concepto de hogar sufre los embates de un mundo cada vez más insensible en el que la destrucción de ideas fundamentales como la honestidad y el respeto es manifiesta. Hay quienes afirman que el dinero es la pócima que destruye el romance, lo mismo para jóvenes e inexpertos, que para aquellas y aquellos ya no tan tiernos y con mayor kilometraje recorrido. Sostienen que esto es la fuente de amenaza para la solidez y estabilidad de las parejas actuales. Sorpresivamente, un porcentaje inusualmente bajo de mujeres y hombres admite que el dinero es la principal causa de conflictos en los matrimonios. Argumentan otra serie de motivos, en principio. Pero los números no encajan con lo que es la realidad cotidiana. Seguramente porque en este tipo de encuestas suele haber poca sinceridad y mucha hipocresía y, por lo mismo, escasamente se expone el monto exacto de los gastos -o ahorros- personales y los del cónyuge, cosa en lo que se prefiere callar. Esto, me parece, no necesita mayor exégesis.




mail: danchgar@gmail.com