/ sábado 31 de agosto de 2019

Tortilla para servirle a usted


Como lo prometido es deuda, después de hablar del mexicanísimo pulque, glosaremos acerca de consumo de la tortilla, algo de lo que los mexicanos no podemos prescindir.

La tortilla forma parte de nuestra cultura. Es símbolo de nuestra identidad. Una estatua en su honor debería estar en el zócalo de cada pueblo y ciudad.

El olor, sabor y textura de la tortilla de maíz, resulta incomparable. Este manjar, actualmente se produce de manera industrial y no es lo mismo. Las máquinas hacen el trabajo que antes requería de moldear la tortilla con la yema de los dedos pacientemente antes de echarla sobre la superficie ardiente del comal.

De cualquier manera, las tortillas se colocan en el centro de la mesa, una sobre otra en una cesta o un trapo muy limpio y suave.

Ningún desayuno, comida o cena está completo sin los rimeros de tortillas humeantes sobre la mesa, con la familia toda reunida. Quien niegue lo anteriormente aseverado, que dé un paso al frente y declare en este instante o calle para siempre.

No hay nada como saborear una tortilla calentita (sic) acompañada de un buen guisado y una salsa molcajeteada.

Lo reiteramos, la tortilla excede el ambiente gastronómico para convertirse en indicador confiable del estado de la economía, mucho más representativo que cualquier estudio de econometría de la universidad de Harvard, Estados Unidos.

El precio de la tortilla es el mejor indicador del estado de la nación.

La cantidad de kilogramos de tortillas que se adquieren con un salario mínimo en el lapso de un sexenio, a la postre, refleja en cierto modo el verdadero valor de nuestra moneda.

Los aztecas nunca imaginaron que al hacer la tortilla redonda como sol de primavera, también inventaron una forma de evaluar la economía.

NOTA DE DIA.- El prevenir a la población acerca de qué es y cómo se propaga el virus de inmunodeficiencia humana (VIH) resulta indispensable, cuando la vacuna más eficaz contra esta enfermedad es precisamente la educación, educación y más educación.

El único método ciento por ciento seguro de evitar el contagio del VIH-Sida es la abstinencia; pero el segundo mejor y muy cercano; aunque no infalible es la utilización del preservativo, la práctica del denominado “sexo seguro”.

Una de las vías por las cuales el VIH se contagia es por intermedio del contacto sexual, instinto básico y primario en la raza humana, por lo que la mejor defensa es enterar, sobre todo a los jóvenes, acerca del combate a esta grave alteración de la salud.

Pese a que el virus de inmunodeficiencia humana ya no es una “amenaza de muerte”, ha obligado a grandes sectores de la sociedad a modificar estilos de vida, relaciones y actitudes hacia el sexo. Lo peor es actuar como si el VIH no existiese o fuera algo lejano, una pandemia producto de un relato de ciencia ficción. Desgraciadamente el VIH-sida cada día cobra miles de vidas y no respeta sexo, edad posición social, religión o creencias políticas. De acuerdo con la fórmula estadística, cada individuo seropositivo contagia a cinco personas más, lo que nos indica que el avance del VIH es geométrico y por lo tanto devastador y acelerado.

El uso del preservativo parece ser la alternativa dentro de un plan global de prevención ante el hecho de que muchos países no disponen de la abundancia de recursos necesarios para sufragar los costosos tratamientos y hospitalizaciones de miles de víctimas, y otras que surgirán. Hasta el momento no se ha encontrado la vacuna o antídoto ideal contra el VIH, a pesar de casos documentados en los que personas han dejado de ser seropositivos después de someterse a tratamientos médicos específicos. Ante la amenaza, ninguna clase de advertencia es demasiado cruda. Todavía es un asunto de vida o muerte. Minimizar sus posibles efectos equivale a jugar a la ruleta rusa con el cilindro del revólver cargado. Los argumentos conceptuales, lo mismo que las cifras descarnadas, reafirman lo anteriormente aseverado.

El reto es derrumbar los prejuicios asociados al VIH y disminuir el precio a pagar; aunque de todas formas esto ya dejo su marca de dolor en toda una generación.


Como lo prometido es deuda, después de hablar del mexicanísimo pulque, glosaremos acerca de consumo de la tortilla, algo de lo que los mexicanos no podemos prescindir.

La tortilla forma parte de nuestra cultura. Es símbolo de nuestra identidad. Una estatua en su honor debería estar en el zócalo de cada pueblo y ciudad.

El olor, sabor y textura de la tortilla de maíz, resulta incomparable. Este manjar, actualmente se produce de manera industrial y no es lo mismo. Las máquinas hacen el trabajo que antes requería de moldear la tortilla con la yema de los dedos pacientemente antes de echarla sobre la superficie ardiente del comal.

De cualquier manera, las tortillas se colocan en el centro de la mesa, una sobre otra en una cesta o un trapo muy limpio y suave.

Ningún desayuno, comida o cena está completo sin los rimeros de tortillas humeantes sobre la mesa, con la familia toda reunida. Quien niegue lo anteriormente aseverado, que dé un paso al frente y declare en este instante o calle para siempre.

No hay nada como saborear una tortilla calentita (sic) acompañada de un buen guisado y una salsa molcajeteada.

Lo reiteramos, la tortilla excede el ambiente gastronómico para convertirse en indicador confiable del estado de la economía, mucho más representativo que cualquier estudio de econometría de la universidad de Harvard, Estados Unidos.

El precio de la tortilla es el mejor indicador del estado de la nación.

La cantidad de kilogramos de tortillas que se adquieren con un salario mínimo en el lapso de un sexenio, a la postre, refleja en cierto modo el verdadero valor de nuestra moneda.

Los aztecas nunca imaginaron que al hacer la tortilla redonda como sol de primavera, también inventaron una forma de evaluar la economía.

NOTA DE DIA.- El prevenir a la población acerca de qué es y cómo se propaga el virus de inmunodeficiencia humana (VIH) resulta indispensable, cuando la vacuna más eficaz contra esta enfermedad es precisamente la educación, educación y más educación.

El único método ciento por ciento seguro de evitar el contagio del VIH-Sida es la abstinencia; pero el segundo mejor y muy cercano; aunque no infalible es la utilización del preservativo, la práctica del denominado “sexo seguro”.

Una de las vías por las cuales el VIH se contagia es por intermedio del contacto sexual, instinto básico y primario en la raza humana, por lo que la mejor defensa es enterar, sobre todo a los jóvenes, acerca del combate a esta grave alteración de la salud.

Pese a que el virus de inmunodeficiencia humana ya no es una “amenaza de muerte”, ha obligado a grandes sectores de la sociedad a modificar estilos de vida, relaciones y actitudes hacia el sexo. Lo peor es actuar como si el VIH no existiese o fuera algo lejano, una pandemia producto de un relato de ciencia ficción. Desgraciadamente el VIH-sida cada día cobra miles de vidas y no respeta sexo, edad posición social, religión o creencias políticas. De acuerdo con la fórmula estadística, cada individuo seropositivo contagia a cinco personas más, lo que nos indica que el avance del VIH es geométrico y por lo tanto devastador y acelerado.

El uso del preservativo parece ser la alternativa dentro de un plan global de prevención ante el hecho de que muchos países no disponen de la abundancia de recursos necesarios para sufragar los costosos tratamientos y hospitalizaciones de miles de víctimas, y otras que surgirán. Hasta el momento no se ha encontrado la vacuna o antídoto ideal contra el VIH, a pesar de casos documentados en los que personas han dejado de ser seropositivos después de someterse a tratamientos médicos específicos. Ante la amenaza, ninguna clase de advertencia es demasiado cruda. Todavía es un asunto de vida o muerte. Minimizar sus posibles efectos equivale a jugar a la ruleta rusa con el cilindro del revólver cargado. Los argumentos conceptuales, lo mismo que las cifras descarnadas, reafirman lo anteriormente aseverado.

El reto es derrumbar los prejuicios asociados al VIH y disminuir el precio a pagar; aunque de todas formas esto ya dejo su marca de dolor en toda una generación.