/ viernes 29 de junio de 2018

Trabajo y ocio creativo



La economía determina las estructuras de la sociedad y el mundo para entenderse requiere forzosamente de esta.

No de la manera en que lo pensó Adam Smith en el siglo XVIII y su visión idealizada que se fue con la llegada de la caldera de la máquina de vapor de Mr. Watt y la Revolución Industrial, movimiento que cambió las reglas del juego dramáticamente.


Curiosamente, en la Antigua Grecia la vida podía entenderse aun sin la economía. Seguramente por esto es que Aristóteles dijo: “el tiempo libre no es el fin del trabajo, es el trabajo el fin del tiempo libre”. Frase cuyo significado es notorio cuando es evidente la separación arbitraria del trabajo y el tiempo libre (ocio creativo), división absurda, brutal y sin sentido.


El ocio creativo debe dedicarse al arte, la ciencia y la filosofía. Sin embargo, hoy una gran porción de las ocupaciones diarias se limitan a temas de índole monetario y ello es una realidad difícil de alterar.


Se ha olvidado lo que es el tiempo libre, y en lugar de dedicarlo al cultivo de los valores y el amor a la filosofía se ha convertido en un sitio vacío porque la sociedad creó sus propios imperativos, o más bien su cantidad de ellos.


El hambre de respuestas trascendentes ante la separación programada del trabajo y el ocio creativo implica la búsqueda de satisfacción en las escasas actividades disponibles, muchas relacionadas con el aturdimiento y la evasión.


Una sociedad humillantemente reprimida en su creatividad favorece el vacío que existe entre la posibilidad de comprometerse en las decisiones colectivas, en la oportunidad de ser escuchado por intermedio del arte, la filosofía y, si se quiere, la política.


Prevalece la idea de que el ocio es para pasarla bien. ¿ El arte? Un simple pasatiempo. ¿La filosofía? Cosa de flojonazos. ¿La lectura de los grandes autores? Solo pérdida de tiempo. ¿La participación cívica? Una molestia. ¿La crítica responsable? Eso es pensar demasiado. ¿La política? Olvídenlo… sean felices. Y así ad infinitum.


El ocio creativo debe dedicarse al arte, la ciencia y la filosofía




La economía determina las estructuras de la sociedad y el mundo para entenderse requiere forzosamente de esta.

No de la manera en que lo pensó Adam Smith en el siglo XVIII y su visión idealizada que se fue con la llegada de la caldera de la máquina de vapor de Mr. Watt y la Revolución Industrial, movimiento que cambió las reglas del juego dramáticamente.


Curiosamente, en la Antigua Grecia la vida podía entenderse aun sin la economía. Seguramente por esto es que Aristóteles dijo: “el tiempo libre no es el fin del trabajo, es el trabajo el fin del tiempo libre”. Frase cuyo significado es notorio cuando es evidente la separación arbitraria del trabajo y el tiempo libre (ocio creativo), división absurda, brutal y sin sentido.


El ocio creativo debe dedicarse al arte, la ciencia y la filosofía. Sin embargo, hoy una gran porción de las ocupaciones diarias se limitan a temas de índole monetario y ello es una realidad difícil de alterar.


Se ha olvidado lo que es el tiempo libre, y en lugar de dedicarlo al cultivo de los valores y el amor a la filosofía se ha convertido en un sitio vacío porque la sociedad creó sus propios imperativos, o más bien su cantidad de ellos.


El hambre de respuestas trascendentes ante la separación programada del trabajo y el ocio creativo implica la búsqueda de satisfacción en las escasas actividades disponibles, muchas relacionadas con el aturdimiento y la evasión.


Una sociedad humillantemente reprimida en su creatividad favorece el vacío que existe entre la posibilidad de comprometerse en las decisiones colectivas, en la oportunidad de ser escuchado por intermedio del arte, la filosofía y, si se quiere, la política.


Prevalece la idea de que el ocio es para pasarla bien. ¿ El arte? Un simple pasatiempo. ¿La filosofía? Cosa de flojonazos. ¿La lectura de los grandes autores? Solo pérdida de tiempo. ¿La participación cívica? Una molestia. ¿La crítica responsable? Eso es pensar demasiado. ¿La política? Olvídenlo… sean felices. Y así ad infinitum.


El ocio creativo debe dedicarse al arte, la ciencia y la filosofía