/ domingo 9 de febrero de 2020

Tramoya | Un arcoíris llamado esperanza

Hace días me encontraba en casa viendo un programa acerca del mundo animal, cuando una escena se sucedió en la pantalla.

Teniendo como aliada la noche que descendía en la sabana africana, una manada de leones cercaba a un viejo elefante. El gran animal no encontraba la manera de escapar cuando un león se le aventó a una pierna mientras otros dos hacían lo mismo con la otra extremidad. Tres o cuatro felinos se lanzaron sobre el lomo del paquidermo hasta hacerlo caer de rodillas.

El elefante se quedó quieto mientras los felinos se posicionaban fuertemente por todo su cuerpo. El elefante se veía cansado, sin fuerzas, con gruesas líneas de sangre que emanaban gracias a los colmillos gatunos. Todo parecía terminar trágicamente, cuando de súbito el elefante agitó su trompa tumbando a un león, con renovados bríos se puso de pie de golpe, derribando a varios que se mecían en su espinazo (para emprender una victoriosa carrera por la llanura africana), dejando sin aliento a la incrédula manada de leones.

Siempre los animales tienen una enseñanza que obsequiarnos, arrodillar a un elefante mientras es envuelto por una jauría de hambrientos leones significaría la muerte para cualquier otro animal, pero no para este paquidermo que seguramente confió en sus instintos y decidió sobreponerse a la muerte y al dolor. La vida no es fácil, tanto el hombre rico como el pobre encuentran en su vida tiempos aciagos, donde la desesperanza se anida fuertemente en su mundo. Logrando que las acciones no logren tener un final feliz, oscureciendo por instantes los pasajes del diario vivir.

Infinidad de personas a lo largo de la historia han tenido que vencer calamidades para alcanzar sus proyectos personales: Abraham Lincoln, Benito Juárez, Martin Luther King, Mahatma Gandhi, fueron grandes líderes que sobrepasaron su tiempo, ya que sus enseñanzas y pensamientos continúan vigentes. Si algo tienen estos hombres en común es que nunca perdieron la creencia en sus ideas. Una de las palabras clave que puede abrir un arcoíris de posibilidades es la palabra esperanza. Cuando todo parece salir mal, cuando la adversidad toca nuestros huesos, solo la virtud puede catapultarnos hacia el éxito.

La esperanza es la paciente certeza que toda creencia se realizará. La esperanza inspira en toda batalla siendo el aliado más noble. Es un motor que nos brinda fuerzas para enderezar el camino para lograr la misión en la vida. La esperanza es un viento fresco para cuando el sudor baña la frente. La esperanza es el deseo por lograr el mayor de los triunfos. Es una luz en medio de las noches de tormenta. La esperanza siempre motiva para levantarnos cuando hemos caído. Es la invitación a la acción, a la consecución de los sueños. La esperanza es el regalo de Dios a los hombres, que a veces caen y se levantan siempre, que pierden pero siguen luchando, que se encuentran en la oscuridad y su luz continúa alumbrando el mundo. La esperanza es un tiempo para seguir venciendo lo invencible, para seguir enfrentando todo con el rostro bañado por el sol del atardecer.

Hace días me encontraba en casa viendo un programa acerca del mundo animal, cuando una escena se sucedió en la pantalla.

Teniendo como aliada la noche que descendía en la sabana africana, una manada de leones cercaba a un viejo elefante. El gran animal no encontraba la manera de escapar cuando un león se le aventó a una pierna mientras otros dos hacían lo mismo con la otra extremidad. Tres o cuatro felinos se lanzaron sobre el lomo del paquidermo hasta hacerlo caer de rodillas.

El elefante se quedó quieto mientras los felinos se posicionaban fuertemente por todo su cuerpo. El elefante se veía cansado, sin fuerzas, con gruesas líneas de sangre que emanaban gracias a los colmillos gatunos. Todo parecía terminar trágicamente, cuando de súbito el elefante agitó su trompa tumbando a un león, con renovados bríos se puso de pie de golpe, derribando a varios que se mecían en su espinazo (para emprender una victoriosa carrera por la llanura africana), dejando sin aliento a la incrédula manada de leones.

Siempre los animales tienen una enseñanza que obsequiarnos, arrodillar a un elefante mientras es envuelto por una jauría de hambrientos leones significaría la muerte para cualquier otro animal, pero no para este paquidermo que seguramente confió en sus instintos y decidió sobreponerse a la muerte y al dolor. La vida no es fácil, tanto el hombre rico como el pobre encuentran en su vida tiempos aciagos, donde la desesperanza se anida fuertemente en su mundo. Logrando que las acciones no logren tener un final feliz, oscureciendo por instantes los pasajes del diario vivir.

Infinidad de personas a lo largo de la historia han tenido que vencer calamidades para alcanzar sus proyectos personales: Abraham Lincoln, Benito Juárez, Martin Luther King, Mahatma Gandhi, fueron grandes líderes que sobrepasaron su tiempo, ya que sus enseñanzas y pensamientos continúan vigentes. Si algo tienen estos hombres en común es que nunca perdieron la creencia en sus ideas. Una de las palabras clave que puede abrir un arcoíris de posibilidades es la palabra esperanza. Cuando todo parece salir mal, cuando la adversidad toca nuestros huesos, solo la virtud puede catapultarnos hacia el éxito.

La esperanza es la paciente certeza que toda creencia se realizará. La esperanza inspira en toda batalla siendo el aliado más noble. Es un motor que nos brinda fuerzas para enderezar el camino para lograr la misión en la vida. La esperanza es un viento fresco para cuando el sudor baña la frente. La esperanza es el deseo por lograr el mayor de los triunfos. Es una luz en medio de las noches de tormenta. La esperanza siempre motiva para levantarnos cuando hemos caído. Es la invitación a la acción, a la consecución de los sueños. La esperanza es el regalo de Dios a los hombres, que a veces caen y se levantan siempre, que pierden pero siguen luchando, que se encuentran en la oscuridad y su luz continúa alumbrando el mundo. La esperanza es un tiempo para seguir venciendo lo invencible, para seguir enfrentando todo con el rostro bañado por el sol del atardecer.