/ domingo 19 de julio de 2020

Tramoya | Vivir con plenitud

Un domingo por la tarde, mientras observaba en la televisión un partido de futbol, escuché la expresión del comentarista deportivo sobre un jugador que parecía tener grandes cualidades para jugar a otro nivel futbolístico; decía: “Este muchacho, poseyendo grandes aptitudes, nunca dio el ancho”. Al finalizar el juego, reflexioné cómo el ser humano gasta su tiempo en concentrarse en los sinsabores de la vida, en lugar de desarrollar ese “dar el ancho” que todos tenemos.

El “dar el ancho” que mencionaba el locutor sería ampliar los dones con los que contamos al venir a esta tierra, pues definitivamente siempre tenemos bendiciones que desplegar. Nadie existe sin tener una misión que cumplir en esta vida. Sólo debemos concentrarnos en lo que importa. Quitarnos esos distractores que sólo alimentan el lado negativo de la insatisfacción natural que tiene el hombre y que sin ella no hubiera sido posible realizar los grandes descubrimientos que se han logrado.

Los grandes distractores malgastan el tiempo y energía, pensando en situaciones que no podemos cambiar, en lo que nos gustaría convertirnos, pero que no damos un paso para lograrlo, los inútiles miedos, las partes del cuerpo que no nos gustan, el interés por saber qué se habla de nosotros, los problemas que especulamos acabarán con nuestro mundo y un sinfín de pensamientos dañinos que nada más ayudan a mostrarnos un mundo de caos.

Un hombre se acercó a su maestro para preguntarle: - ¿De dónde viene el lado negativo de nuestra mente? El maestro se retiró un momento para regresar con un gran tapiz blanco. En medio del lienzo había un pequeño punto negro. - ¿Qué ves en ese lienzo? Preguntó el maestro. –Un pequeño punto. Respondió el alumno. El maestro añadió: -Ese es el origen de la mente negativa, no puedes ver la enorme extensión que lo rodea.

Existen grandes oportunidades que obsequia el mar de la vida, que sólo aguardan a ser tomadas por las almas valientes, por los hombres y mujeres que luchan todos los días en la planicie del mundo, llevando como escudo la esperanza. Ellos son los dueños del universo. Ellos se consagran a sus dones, contemplan todo con los ojos del alma.

El tiempo pasa inexorable, el ayer terminó, el hoy está sucediendo. No deambules por tu senda como un fantasma que no sabe que su época concluyó. Atesora cada minuto que transcurre, vive con plenitud, alegría, amor. Cada mañana se respiran milagros, sólo hay que mirar detenidamente, en cada paso existen oportunidades para realizar lo inconquistable.

Escucha todos los sonidos de la vida, anuncian que puedes derrumbar las barreras, controlar tus miedos. Vive con el corazón, en cada acto deja lo mejor de ti, cada esfuerzo verdadero significa estar dispuesto a trascender, a aceptarte, a amar a otros, a dar el ancho siendo feliz en el momento que te tocó vivir.

Un domingo por la tarde, mientras observaba en la televisión un partido de futbol, escuché la expresión del comentarista deportivo sobre un jugador que parecía tener grandes cualidades para jugar a otro nivel futbolístico; decía: “Este muchacho, poseyendo grandes aptitudes, nunca dio el ancho”. Al finalizar el juego, reflexioné cómo el ser humano gasta su tiempo en concentrarse en los sinsabores de la vida, en lugar de desarrollar ese “dar el ancho” que todos tenemos.

El “dar el ancho” que mencionaba el locutor sería ampliar los dones con los que contamos al venir a esta tierra, pues definitivamente siempre tenemos bendiciones que desplegar. Nadie existe sin tener una misión que cumplir en esta vida. Sólo debemos concentrarnos en lo que importa. Quitarnos esos distractores que sólo alimentan el lado negativo de la insatisfacción natural que tiene el hombre y que sin ella no hubiera sido posible realizar los grandes descubrimientos que se han logrado.

Los grandes distractores malgastan el tiempo y energía, pensando en situaciones que no podemos cambiar, en lo que nos gustaría convertirnos, pero que no damos un paso para lograrlo, los inútiles miedos, las partes del cuerpo que no nos gustan, el interés por saber qué se habla de nosotros, los problemas que especulamos acabarán con nuestro mundo y un sinfín de pensamientos dañinos que nada más ayudan a mostrarnos un mundo de caos.

Un hombre se acercó a su maestro para preguntarle: - ¿De dónde viene el lado negativo de nuestra mente? El maestro se retiró un momento para regresar con un gran tapiz blanco. En medio del lienzo había un pequeño punto negro. - ¿Qué ves en ese lienzo? Preguntó el maestro. –Un pequeño punto. Respondió el alumno. El maestro añadió: -Ese es el origen de la mente negativa, no puedes ver la enorme extensión que lo rodea.

Existen grandes oportunidades que obsequia el mar de la vida, que sólo aguardan a ser tomadas por las almas valientes, por los hombres y mujeres que luchan todos los días en la planicie del mundo, llevando como escudo la esperanza. Ellos son los dueños del universo. Ellos se consagran a sus dones, contemplan todo con los ojos del alma.

El tiempo pasa inexorable, el ayer terminó, el hoy está sucediendo. No deambules por tu senda como un fantasma que no sabe que su época concluyó. Atesora cada minuto que transcurre, vive con plenitud, alegría, amor. Cada mañana se respiran milagros, sólo hay que mirar detenidamente, en cada paso existen oportunidades para realizar lo inconquistable.

Escucha todos los sonidos de la vida, anuncian que puedes derrumbar las barreras, controlar tus miedos. Vive con el corazón, en cada acto deja lo mejor de ti, cada esfuerzo verdadero significa estar dispuesto a trascender, a aceptarte, a amar a otros, a dar el ancho siendo feliz en el momento que te tocó vivir.