/ lunes 23 de diciembre de 2019

Tren Maya

La construcción del Tren Maya que se anuncia para el año próximo es un reto técnico y financiero y… político.

El ambicioso mega proyecto que se estima tendrá un costo de 8 mil millones de dólares tiene como propósito, se afirma, dar impulso al desarrollo económico, el turismo y la cultura. A las vías férreas se les descuidó a causa de políticas mal dirigidas y merecen recuperar la importancia que un dia tuvieron.

En principio, se habló de una real reestructuración que no se realizó. Tampoco hubo el ánimo de aplicar un programa de capacitación intensa del personal en lo que debía de haber sido un recurso muy valioso para el país.

Así, en mil novecientos noventa y siete se efectúo la privatización de Ferrocarriles Nacionales de México (FNM), proceso que se caracterizó por la opacidad administrativa y señalamientos de irregularidades y fraudes.

La entrega de FNM a concesionarios privados fue justificada por los tecnócratas neoliberales al decir que con esta medida se desplegaría una completa modernización incluyendo las líneas de pasajeros. Se insistió en que este medio de locomoción recuperaría la importancia que nunca debió perder.

Sin embargo, uno de los pocos beneficiados con esta “exitosa entrega de patrimonio social” fue Ernesto Zedillo al ser nombrado consejero de la gigante ferroviaria estadounidense, Unión Pacific.

Parecen lejanos los tiempos de gloria y esplendor del tren, cuando transportarnos por las vías nos permitía conocer a través de la ventanilla, la riqueza del paisaje mexicano, los diversos cultivos, la variedad de nuestra gente, la venta de productos en cada estación, como el dulce de nuez con leche, alegrías, cajeta de cabra, cocada… y escuchar el pregón de los comerciantes ofreciendo en los pasillos sus mercaderías.

El apearse en cada terminal y deambular por los andenes sin rumbo fijo, antes de tomar nuevamente la puerta de abordaje y escuchar el sonido del silbato de la máquina de vapor y sentir bajo los pies un leve balanceo es todavía un autentico lujo.

Pocas cosas se comparan a poder adentrarse de este modo en lo que es México, nuestro país.

La construcción del Tren Maya que se anuncia para el año próximo es un reto técnico y financiero y… político.

El ambicioso mega proyecto que se estima tendrá un costo de 8 mil millones de dólares tiene como propósito, se afirma, dar impulso al desarrollo económico, el turismo y la cultura. A las vías férreas se les descuidó a causa de políticas mal dirigidas y merecen recuperar la importancia que un dia tuvieron.

En principio, se habló de una real reestructuración que no se realizó. Tampoco hubo el ánimo de aplicar un programa de capacitación intensa del personal en lo que debía de haber sido un recurso muy valioso para el país.

Así, en mil novecientos noventa y siete se efectúo la privatización de Ferrocarriles Nacionales de México (FNM), proceso que se caracterizó por la opacidad administrativa y señalamientos de irregularidades y fraudes.

La entrega de FNM a concesionarios privados fue justificada por los tecnócratas neoliberales al decir que con esta medida se desplegaría una completa modernización incluyendo las líneas de pasajeros. Se insistió en que este medio de locomoción recuperaría la importancia que nunca debió perder.

Sin embargo, uno de los pocos beneficiados con esta “exitosa entrega de patrimonio social” fue Ernesto Zedillo al ser nombrado consejero de la gigante ferroviaria estadounidense, Unión Pacific.

Parecen lejanos los tiempos de gloria y esplendor del tren, cuando transportarnos por las vías nos permitía conocer a través de la ventanilla, la riqueza del paisaje mexicano, los diversos cultivos, la variedad de nuestra gente, la venta de productos en cada estación, como el dulce de nuez con leche, alegrías, cajeta de cabra, cocada… y escuchar el pregón de los comerciantes ofreciendo en los pasillos sus mercaderías.

El apearse en cada terminal y deambular por los andenes sin rumbo fijo, antes de tomar nuevamente la puerta de abordaje y escuchar el sonido del silbato de la máquina de vapor y sentir bajo los pies un leve balanceo es todavía un autentico lujo.

Pocas cosas se comparan a poder adentrarse de este modo en lo que es México, nuestro país.