/ viernes 14 de septiembre de 2018

Un cinturón en la mano

Hace ya muchos años los padres de familia enviaban a sus hijos al colegio, oficial o particular...

Con la seguridad de que siempre estarían ahí, en las aulas, durante el tiempo que duraban las clases, ocupados en estudiar; no iban entonces a más que a aprender y no a involucrarse en movimientos subversivos o de otra índole que les hicieran perder el año escolar o de plano truncar sus estudios.

Sin embargo, a partir del 68 del siglo pasado, han cundido en nuestro país los movimientos estudiantiles a todos los niveles, bajo el pretexto de demandas –justas o no- que desgraciadamente se contaminan con otros intereses políticos ajenos al espíritu de la educación.

Hoy todo mundo aboga por sus propios derechos, de tal manera que los maestros, los alumnos, la mujer, los niños y hasta la fauna doméstica, se han convertido en seres demasiado sensibles, intocables, diríase, gracias a las decisiones de organismos internacionales que proclaman su lugar en la sociedad.

Tan delicado trato se ha dispensado por ejemplo, a la grey estudiantil de todos los niveles, que hoy existe un clima de libertinaje entre los jóvenes alumnos, quienes han llegado al asesinato de inocentes, víctimas de su maldad, en actos llamados “novatadas” y perversas agresiones o “bullyng” que ha orillado a niños y jóvenes al suicidio, ante el desinterés de las autoridades escolares y de muchos padres de familia.

Que nadie los toque porque entonces se levantan las voces de la Comisión de Derechos Humanos en defensa de los agresores, agravando más con ello un problema que se ha convertido en una pústula social.

Hace unos días surgió un conflicto interno en la Universidad Autónoma de México, donde un grupo de alumnos demandaba una serie de mejorías para el funcionamiento de varias especialidades universitarias. Los demandantes fueron agredidos por un grupúsculo de jóvenes identificados como “porros”, pero que en realidad son delincuentes y mercenarios, fósiles de la propia Universidad.

Hirieron de gravedad a dos estudiantes y a pesar de que existen videos, testigos y testimonios de los hechos, solo han detenido a uno de los vándalos, al que seguramente en unos días dejarán libre “por falta de pruebas”.

Se acepta que los estudiantes reclamen sus derechos, pero, y dónde quedan sus responsabilidades. Por ejemplo, en la propia UNAM un puñado de vagos y delincuentes tienen tomado un espacio al que bautizaron con el nombre de “Che Guevara” y la rectoría no los ha podido desalojar, dizque por el hecho de que la autonomía universitaria no permite que entren al campus las autoridades civiles.

¡¡¡Pamplinas!!!, lo que hace falta es autoridad y productos de gallina, el rector tiene miedo de perder su jerarquía y su salario y somete la dignidad de la Universidad, a los caprichos e intereses de las mafias estudiantiles.

Y por otro lado, los padres de familia de hoy deberían saber ya que un cinturón en la mano es más efectivo que una declaración de derechos, por muy humanos que sean, y que más vale que sus hijos resulten hoy con dos o tres moretones en las nalgas, que mañana con dos o tres balazos en el pecho.

Para estudiar y ser un buen profesionista, solo se requieren dos cualidades: Sabiduría en el maestro y disciplina en el alumno, lo demás son frivolidades resultantes de una pésima educación en el seno familiar.

P.D.- Cierta ocasión dijo José López Portillo en un discurso: “Qué hubiera sido de México sin Benito Juárez, pero que hubiera sido de Benito Juárez sin la educación”.

e-mail:armando_juarezbecerra@hotmail.com

Hace ya muchos años los padres de familia enviaban a sus hijos al colegio, oficial o particular...

Con la seguridad de que siempre estarían ahí, en las aulas, durante el tiempo que duraban las clases, ocupados en estudiar; no iban entonces a más que a aprender y no a involucrarse en movimientos subversivos o de otra índole que les hicieran perder el año escolar o de plano truncar sus estudios.

Sin embargo, a partir del 68 del siglo pasado, han cundido en nuestro país los movimientos estudiantiles a todos los niveles, bajo el pretexto de demandas –justas o no- que desgraciadamente se contaminan con otros intereses políticos ajenos al espíritu de la educación.

Hoy todo mundo aboga por sus propios derechos, de tal manera que los maestros, los alumnos, la mujer, los niños y hasta la fauna doméstica, se han convertido en seres demasiado sensibles, intocables, diríase, gracias a las decisiones de organismos internacionales que proclaman su lugar en la sociedad.

Tan delicado trato se ha dispensado por ejemplo, a la grey estudiantil de todos los niveles, que hoy existe un clima de libertinaje entre los jóvenes alumnos, quienes han llegado al asesinato de inocentes, víctimas de su maldad, en actos llamados “novatadas” y perversas agresiones o “bullyng” que ha orillado a niños y jóvenes al suicidio, ante el desinterés de las autoridades escolares y de muchos padres de familia.

Que nadie los toque porque entonces se levantan las voces de la Comisión de Derechos Humanos en defensa de los agresores, agravando más con ello un problema que se ha convertido en una pústula social.

Hace unos días surgió un conflicto interno en la Universidad Autónoma de México, donde un grupo de alumnos demandaba una serie de mejorías para el funcionamiento de varias especialidades universitarias. Los demandantes fueron agredidos por un grupúsculo de jóvenes identificados como “porros”, pero que en realidad son delincuentes y mercenarios, fósiles de la propia Universidad.

Hirieron de gravedad a dos estudiantes y a pesar de que existen videos, testigos y testimonios de los hechos, solo han detenido a uno de los vándalos, al que seguramente en unos días dejarán libre “por falta de pruebas”.

Se acepta que los estudiantes reclamen sus derechos, pero, y dónde quedan sus responsabilidades. Por ejemplo, en la propia UNAM un puñado de vagos y delincuentes tienen tomado un espacio al que bautizaron con el nombre de “Che Guevara” y la rectoría no los ha podido desalojar, dizque por el hecho de que la autonomía universitaria no permite que entren al campus las autoridades civiles.

¡¡¡Pamplinas!!!, lo que hace falta es autoridad y productos de gallina, el rector tiene miedo de perder su jerarquía y su salario y somete la dignidad de la Universidad, a los caprichos e intereses de las mafias estudiantiles.

Y por otro lado, los padres de familia de hoy deberían saber ya que un cinturón en la mano es más efectivo que una declaración de derechos, por muy humanos que sean, y que más vale que sus hijos resulten hoy con dos o tres moretones en las nalgas, que mañana con dos o tres balazos en el pecho.

Para estudiar y ser un buen profesionista, solo se requieren dos cualidades: Sabiduría en el maestro y disciplina en el alumno, lo demás son frivolidades resultantes de una pésima educación en el seno familiar.

P.D.- Cierta ocasión dijo José López Portillo en un discurso: “Qué hubiera sido de México sin Benito Juárez, pero que hubiera sido de Benito Juárez sin la educación”.

e-mail:armando_juarezbecerra@hotmail.com