/ domingo 24 de noviembre de 2019

Un legado de Abbas Kiarostami


El iraní Abbas Kiarostami/ 1940- 2016 plantea en Copia fiel (Copie conforme)/ 2011, dialogada en francés, italiano e inglés, una mirada compleja...

Y a la vez aparentemente sin rebuscamientos en las relaciones de la pareja a través de James/ William Shimell, autor de libros sobre arte, y una mujer/ Juliette Binoche, vendedora de arte dueña de una galería.

El despliegue de diálogos de Copia fiel es casi en tiempo real: lo que dura el filme, 100 minutos, donde las reflexiones acerca del arte, la vida y la condición humana subyacen bajo el escudriñamiento de qué es lo original, qué es la copia. Tal vez en manos de otro director el filme hubiese descarrilado por una de sus vertientes más riesgosas, el discurso didáctico a la manera de por ejemplo un Richard Linklater/ Antes del amanecer- 1994, sólo que Kiarostami burila eficazmente el guión (llegando verdaderamente a la maestría) al grado de tensar el relato y llevarlo al nivel del propio título: hacer una ¿copia? del rol de los personajes que asumen, en algún momento de la historia, representaciones apartadas de sus “originales”.

Así, de pronto, de diletantes de las artes asumen el papel de una simple pareja que se ajusta al canon de los amantes que se reprochan, se culpan de los desbarajustes emocionales ocasionados uno a otro, por lo que el viaje exploratorio hacia los museos, plazas y cafés de Lucignano, en la Toscana italiana, que ambos emprenden se convierte en una búsqueda por su Ítaca afectiva que los irá desgranando en copia de una relación fisurada por la desatención de sus intereses mutuos.

De allí que todo lo que suceda en el filme no sea baladí: desde la explicación en el museo de la copia de una pintura dada por original desde el siglo XVIII y descubierta hace apenas cincuenta años, pasando por las fortuitas sesiones fotográficas de novias en atuendo, hasta la elucidación de una estatua en una plazoleta por un hombre mayor (el famoso guionista buñueliano Jean-Claude Carrière, cuya presencia enriquece a la cinta ya que la inmanencia de su trabajo al lado del director de Ese oscuro objeto del deseo le otorga a la perspectiva de Kiarostami un aura surrealista).

Si en su laureada El sabor de la cereza/ 1997 (Palma de Oro en Cannes) Kiarostami regurgitó la asfixia existencial en la cárcel moral y sicológica del hombre, el suicidio, en Copia fiel coloca su apuesta visual y estética en las posibilidades del diálogo como llave que abre puertas, a la manera borgeana, ad infinitum y cuyo vano no es más que la entrada a un infierno individual que no admite copia.

Es Copia fiel un legado más que fílmico una herencia cultural del más grande cineasta iraní…


El iraní Abbas Kiarostami/ 1940- 2016 plantea en Copia fiel (Copie conforme)/ 2011, dialogada en francés, italiano e inglés, una mirada compleja...

Y a la vez aparentemente sin rebuscamientos en las relaciones de la pareja a través de James/ William Shimell, autor de libros sobre arte, y una mujer/ Juliette Binoche, vendedora de arte dueña de una galería.

El despliegue de diálogos de Copia fiel es casi en tiempo real: lo que dura el filme, 100 minutos, donde las reflexiones acerca del arte, la vida y la condición humana subyacen bajo el escudriñamiento de qué es lo original, qué es la copia. Tal vez en manos de otro director el filme hubiese descarrilado por una de sus vertientes más riesgosas, el discurso didáctico a la manera de por ejemplo un Richard Linklater/ Antes del amanecer- 1994, sólo que Kiarostami burila eficazmente el guión (llegando verdaderamente a la maestría) al grado de tensar el relato y llevarlo al nivel del propio título: hacer una ¿copia? del rol de los personajes que asumen, en algún momento de la historia, representaciones apartadas de sus “originales”.

Así, de pronto, de diletantes de las artes asumen el papel de una simple pareja que se ajusta al canon de los amantes que se reprochan, se culpan de los desbarajustes emocionales ocasionados uno a otro, por lo que el viaje exploratorio hacia los museos, plazas y cafés de Lucignano, en la Toscana italiana, que ambos emprenden se convierte en una búsqueda por su Ítaca afectiva que los irá desgranando en copia de una relación fisurada por la desatención de sus intereses mutuos.

De allí que todo lo que suceda en el filme no sea baladí: desde la explicación en el museo de la copia de una pintura dada por original desde el siglo XVIII y descubierta hace apenas cincuenta años, pasando por las fortuitas sesiones fotográficas de novias en atuendo, hasta la elucidación de una estatua en una plazoleta por un hombre mayor (el famoso guionista buñueliano Jean-Claude Carrière, cuya presencia enriquece a la cinta ya que la inmanencia de su trabajo al lado del director de Ese oscuro objeto del deseo le otorga a la perspectiva de Kiarostami un aura surrealista).

Si en su laureada El sabor de la cereza/ 1997 (Palma de Oro en Cannes) Kiarostami regurgitó la asfixia existencial en la cárcel moral y sicológica del hombre, el suicidio, en Copia fiel coloca su apuesta visual y estética en las posibilidades del diálogo como llave que abre puertas, a la manera borgeana, ad infinitum y cuyo vano no es más que la entrada a un infierno individual que no admite copia.

Es Copia fiel un legado más que fílmico una herencia cultural del más grande cineasta iraní…