/ miércoles 4 de diciembre de 2019

Un Monumento Artístico llamado Octavio Paz

Acervo bibliográfico, traducciones, artículos periodísticos, fotografías y correspondencia privada de nuestro único premio Nobel de Literatura, Octavio Paz/ 1914- 1998.

Lo anterior fue publicado el 5 de octubre de 2018 en el Diario Oficial de la Federación conforme a la Ley Federal de Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos, lo que ha sentado un precedente con la intención de que su obra (que reviste un importante valor estético) no salga definitivamente del país.

Octavio Paz con su poesía hizo del espacio literario un coliseo donde lidiaron la estética, la pasión y la inteligencia. Paz hizo, además, con su poesía, una visión para explorar sus límites (“Soy hombre, duro poco”) y contradicciones. Asimismo, de-seó con su poesía no un mundo mejor (seguramente eso lo ruborizaría) sino que las penumbras que acosan al hombre (la muerte, la ignorancia, la ausencia, el tiempo) le diera las herramientas para construir la resignación.

Dar belleza es, quizá, la labor más profunda del artista, sólo que Octavio Paz dio, además de belleza, inteligencia, vigor y rigor a la literatura de México y, aún más, intentó (como un gran acto de amor) explicarlo, para comprenderlo a través de sus poemas y ensayos.

Con la obra literaria, Paz no sólo reflexionó como nadie el acontecer de México sino que le otorgó estatura intelectual, aportó su granito de arena al debate de las ideas y, en muchos casos hizo recular a ebrios de ideología que no se salieron de sus cuevas intelectuales.

En nuestro país hay muchos Méxicos que se construyen y se deconstruyen en su pasado y su presente. Miles de hombres y mujeres se parten el alma dando la sangre por este país. La mamá que lleva a sus hijos a la escuela, la esposa que aromatiza con su tiempo, sudor y talento diario el hogar, el empleado que se somete a esa infamia aún persistente de esclavitud llamada “salario mínimo”, el médico y el maestro rurales que dejan sus vidas en la montaña, en lo apartado de las ciudades para llevar salud y educación a niños pobres que lo único que tienen es la esperanza, el anciano que ha dejado su paso por el mundo en este nuestro México.

El artista da fe con su obra de esos Méxicos, de esos territorios denotativos que se funden en estructuras connotativas de la creación (cuento, novela, poema, pintura, cine, escultura). Y Octavio Paz dio fe del mundo que le tocó vivir con su más preciado portento: la poesía. Nos lo dijo él mismo: “la poesía es conocimiento, salvación, poder, abandono…”

Acervo bibliográfico, traducciones, artículos periodísticos, fotografías y correspondencia privada de nuestro único premio Nobel de Literatura, Octavio Paz/ 1914- 1998.

Lo anterior fue publicado el 5 de octubre de 2018 en el Diario Oficial de la Federación conforme a la Ley Federal de Monumentos y Zonas Arqueológicos, Artísticos e Históricos, lo que ha sentado un precedente con la intención de que su obra (que reviste un importante valor estético) no salga definitivamente del país.

Octavio Paz con su poesía hizo del espacio literario un coliseo donde lidiaron la estética, la pasión y la inteligencia. Paz hizo, además, con su poesía, una visión para explorar sus límites (“Soy hombre, duro poco”) y contradicciones. Asimismo, de-seó con su poesía no un mundo mejor (seguramente eso lo ruborizaría) sino que las penumbras que acosan al hombre (la muerte, la ignorancia, la ausencia, el tiempo) le diera las herramientas para construir la resignación.

Dar belleza es, quizá, la labor más profunda del artista, sólo que Octavio Paz dio, además de belleza, inteligencia, vigor y rigor a la literatura de México y, aún más, intentó (como un gran acto de amor) explicarlo, para comprenderlo a través de sus poemas y ensayos.

Con la obra literaria, Paz no sólo reflexionó como nadie el acontecer de México sino que le otorgó estatura intelectual, aportó su granito de arena al debate de las ideas y, en muchos casos hizo recular a ebrios de ideología que no se salieron de sus cuevas intelectuales.

En nuestro país hay muchos Méxicos que se construyen y se deconstruyen en su pasado y su presente. Miles de hombres y mujeres se parten el alma dando la sangre por este país. La mamá que lleva a sus hijos a la escuela, la esposa que aromatiza con su tiempo, sudor y talento diario el hogar, el empleado que se somete a esa infamia aún persistente de esclavitud llamada “salario mínimo”, el médico y el maestro rurales que dejan sus vidas en la montaña, en lo apartado de las ciudades para llevar salud y educación a niños pobres que lo único que tienen es la esperanza, el anciano que ha dejado su paso por el mundo en este nuestro México.

El artista da fe con su obra de esos Méxicos, de esos territorios denotativos que se funden en estructuras connotativas de la creación (cuento, novela, poema, pintura, cine, escultura). Y Octavio Paz dio fe del mundo que le tocó vivir con su más preciado portento: la poesía. Nos lo dijo él mismo: “la poesía es conocimiento, salvación, poder, abandono…”