/ miércoles 24 de julio de 2019

Una paloma reflexiona sobre la existencia desde la rama de un árbol

Francia- 2015, de Roy Andersson, es el cierre de su trilogía "sobre la naturaleza de ser un ser humano" completada por Canciones desde el segundo piso/ 2009 y Tú que estás vivo/ 2007.

Compuesta por escenas- viñetas, Andersson propone en Una paloma reflexiona sobre la existencia una mirada ácida, de humor y de inocencia perturbadores (mediante el uso de colores grises y secos) sobre situaciones desconcertantes: un hombre muere en un restaurante y su comida - ya pagadase regala entre los comensales, una anciana moribunda no suelta su bolso durante su agonía; en la época actual, el rey Carlos XII entra a un bar y bebe agua mineral mientras invita a un chico mozo a sumarse a la lucha contra los rusos: un par de vendedores de bromas lucen patéticos y consternantes, etc. Concatenado con el Buñuel de La Vía Láctea/ 1969 y El Fantasma de la Libertad/ 1974, Andersson no está preocupado por romper o difuminar la linealidad del tiempo, más bien lo redime de su fugacidad abstracta y lo endilga a la naturaleza del color y el volumen del cine para establecer un cuestionamiento sobre el vacío y la inutilidad del vivir. Si bien su par contemporáneo pareciera ser Kaurismäki en cuanto a la frialdad distante del histrionismo con “lo maravilloso” (Lauro Zavala dixit), lo cierto es que Andersson vuelve anfibio su cine: efecto cómico y lo absurdo para develar el hábitat grotesco del ser humano.

Albert Camus anotó: ““un hombre es siempre presa de sus verdades. Una vez reconocidas, sería incapaz de desprenderse de ellas. No hay más remedio que pagar. Un hombre que cobra conciencia de lo absurdo queda ligado para siempre a él. Un hombre sin esperanza y consciente de serlo no pertenece ya al porvenir. Eso es natural. Pero también lo es que haga esfuerzos por escapar al universo que ha creado”. ¿Ejercicio de estilo consecuente con su previa labor de años como director de comerciales de tv? Lo cierto que este filme es una brutal crítica (aunque a ratos sosa y reiterativa) de la sociedad sueca que parece anestesiada, al igual que buena parte del mundo, por las nimiedades del vivir. Es como si Andersson nos dijera con este fílme que el frondoso espectáculo de la vida se desgasta en la indiferencia y en una individualidad cada vez más excluyente...

Francia- 2015, de Roy Andersson, es el cierre de su trilogía "sobre la naturaleza de ser un ser humano" completada por Canciones desde el segundo piso/ 2009 y Tú que estás vivo/ 2007.

Compuesta por escenas- viñetas, Andersson propone en Una paloma reflexiona sobre la existencia una mirada ácida, de humor y de inocencia perturbadores (mediante el uso de colores grises y secos) sobre situaciones desconcertantes: un hombre muere en un restaurante y su comida - ya pagadase regala entre los comensales, una anciana moribunda no suelta su bolso durante su agonía; en la época actual, el rey Carlos XII entra a un bar y bebe agua mineral mientras invita a un chico mozo a sumarse a la lucha contra los rusos: un par de vendedores de bromas lucen patéticos y consternantes, etc. Concatenado con el Buñuel de La Vía Láctea/ 1969 y El Fantasma de la Libertad/ 1974, Andersson no está preocupado por romper o difuminar la linealidad del tiempo, más bien lo redime de su fugacidad abstracta y lo endilga a la naturaleza del color y el volumen del cine para establecer un cuestionamiento sobre el vacío y la inutilidad del vivir. Si bien su par contemporáneo pareciera ser Kaurismäki en cuanto a la frialdad distante del histrionismo con “lo maravilloso” (Lauro Zavala dixit), lo cierto es que Andersson vuelve anfibio su cine: efecto cómico y lo absurdo para develar el hábitat grotesco del ser humano.

Albert Camus anotó: ““un hombre es siempre presa de sus verdades. Una vez reconocidas, sería incapaz de desprenderse de ellas. No hay más remedio que pagar. Un hombre que cobra conciencia de lo absurdo queda ligado para siempre a él. Un hombre sin esperanza y consciente de serlo no pertenece ya al porvenir. Eso es natural. Pero también lo es que haga esfuerzos por escapar al universo que ha creado”. ¿Ejercicio de estilo consecuente con su previa labor de años como director de comerciales de tv? Lo cierto que este filme es una brutal crítica (aunque a ratos sosa y reiterativa) de la sociedad sueca que parece anestesiada, al igual que buena parte del mundo, por las nimiedades del vivir. Es como si Andersson nos dijera con este fílme que el frondoso espectáculo de la vida se desgasta en la indiferencia y en una individualidad cada vez más excluyente...