/ lunes 30 de julio de 2018

Con café y a media luz | Una revolución salarial

Debo aclararle, gentil amigo lector, que en ningún momento es mi intención tomar posturas de experto de un tema que apenas y conozco, por el contrario, la ignorancia de este servidor a este respecto es la que me hace generar un sinfín de preguntas que, ansiosas, esperan una pronta respuesta que satisfaga la duda y calme la inquietud generada en la conciencia.

Seguramente, usted estará de acuerdo conmigo que es imperativo un aumento al salario y, dicho sea de paso, un incremento al poder adquisitivo del peso mexicano, aunque este último factor dependa, en gran medida, del mercado internacional, así como de otros elementos que vuelven a este índice una variable dependiente por lo que no es decisión de la Secretaría de Economía, el Poder Ejecutivo y, mucho menos, de la iniciativa privada.

Este tema lo traigo a colación porque en los últimos días se ha mencionado en la agenda noticiosa de los medios nacionales, el acercamiento que han tenido las comisiones de Canadá y de Estados Unidos con sus homólogos del gobierno que encabezará Andrés Manuel López Obrador a partir del día 1 de diciembre de 2018 que, dicho sea de paso, ha figurado con particularidad en estos encuentros el señor Marcelo Ebrard, a quien ya se le reconoce como futuro canciller del estado mexicano.

Uno de los puntos primordiales que puso sobre la mesa el gobierno del país representado por la hoja de maple, es el de los salarios y la disparidad que existe entre las tres naciones, de las cuales, la que está en peor condición en este rubro (y en muchos otros) es la nuestra. No es un secreto que el trabajador mexicano promedio gana lo exclusivamente necesario para lograr la supervivencia de su familia.

Y, como le decía, al inicio de la entrega de este día, el poder adquisitivo del peso mexicano está muy por debajo del que tiene el dólar canadiense y más distante del que posee la moneda norteamericana.

Ante esa desventaja los representantes del futuro gobierno mexicano abordaron la posibilidad de una homologación salarial, cosa que, para todos nosotros, resultaría más que benéfico, sin embargo para los futuros inversionistas trasnacionales que pudieran “asentar sus reales” en el país es una condición que resta atractivo y los pone en una situación comprometida para asegurar el desarrollo empresarial.

Como ejemplo de la situación que prevalece en esta parte del mundo en algunos sectores, cito el ejemplo de una tradicional juguetera mundial que ha decidido cerrar sus fábricas en México, desocupando a poco más de dos mil empleados, antes de declararse en bancarrota, a pesar de que en este país pagaba los sueldos más bajos que en otros lares donde también tenía implementados los procesos de producción.

Por otra parte, lugares como Querétaro, Aguascalientes, San Luis Potosí y otras zonas que son parte fundamental para otro giro productivo serán menos rentables y pudiéramos ser testigos de una lamentable migración de actores industriales ya que, como lo dijo un representante de la entidad potosina “aunque no somos quién para decidir cuánto le deben pagar a los empleados, tampoco podemos obligar a los empresarios a quedarse en nuestro territorio si no les conviene”.

Lo que me parece más extraño es que, tal vez por falta de tiempo de este servidor o, quizá por falta de interés de los noticiarios, no he observado que se le “escarbe” más este asunto que nos debería estar preocupando, pues un “apretón de tuercas” mal dado por la nueva administración pública pudiera acarrear un número creciente de desempleo.

Por otra parte, porque, como lo mencionamos, esta es una dualidad; algo que será muy útil para el obrero nacional, sería la ley de la oferta y la demanda aplicada a la mano de obra. En otras palabras, el trabajador marchará con quien le pague mejores salarios y le ofrezca mayores prestaciones.

En eso último, nuestras autoridades deberán “ponerse muy truchas” para impulsar la condicionante de que se contrate única y exclusivamente al trabajador mexicano, de lo contrario, se perderá mucho de la esencia de este tratado tripartita en bien de las naciones que lo conforman, apoyan e impulsan.

En un tercer aspecto, el obrero no deberá “sentarse y cruzar brazos” esperando que “papá gobierno” le vaya a resolver la vida, deberán sacudirse la pereza y la apatía y demostrar el nivel de calidad, compromiso y efectividad de su esfuerzo, para que sea traducido en altos índices de competitividad y productividad.

Sin duda, la globalización nos está arrastrando a todos en conjunto y, como tal, debemos “remar” en el mismo sentido, para que sea la única manera de resultar beneficiados o, como dijo un buen amigo en cierta ocasión, “si nos van a prender, de perdido que nos agarren juntos”.

¡Hasta la próxima!

Escríbame a:

licajimenezmcc@hotmail.com

Y recuerde, para mañana ¡Despierte, no se duerma que será un gran día!

Debo aclararle, gentil amigo lector, que en ningún momento es mi intención tomar posturas de experto de un tema que apenas y conozco, por el contrario, la ignorancia de este servidor a este respecto es la que me hace generar un sinfín de preguntas que, ansiosas, esperan una pronta respuesta que satisfaga la duda y calme la inquietud generada en la conciencia.

Seguramente, usted estará de acuerdo conmigo que es imperativo un aumento al salario y, dicho sea de paso, un incremento al poder adquisitivo del peso mexicano, aunque este último factor dependa, en gran medida, del mercado internacional, así como de otros elementos que vuelven a este índice una variable dependiente por lo que no es decisión de la Secretaría de Economía, el Poder Ejecutivo y, mucho menos, de la iniciativa privada.

Este tema lo traigo a colación porque en los últimos días se ha mencionado en la agenda noticiosa de los medios nacionales, el acercamiento que han tenido las comisiones de Canadá y de Estados Unidos con sus homólogos del gobierno que encabezará Andrés Manuel López Obrador a partir del día 1 de diciembre de 2018 que, dicho sea de paso, ha figurado con particularidad en estos encuentros el señor Marcelo Ebrard, a quien ya se le reconoce como futuro canciller del estado mexicano.

Uno de los puntos primordiales que puso sobre la mesa el gobierno del país representado por la hoja de maple, es el de los salarios y la disparidad que existe entre las tres naciones, de las cuales, la que está en peor condición en este rubro (y en muchos otros) es la nuestra. No es un secreto que el trabajador mexicano promedio gana lo exclusivamente necesario para lograr la supervivencia de su familia.

Y, como le decía, al inicio de la entrega de este día, el poder adquisitivo del peso mexicano está muy por debajo del que tiene el dólar canadiense y más distante del que posee la moneda norteamericana.

Ante esa desventaja los representantes del futuro gobierno mexicano abordaron la posibilidad de una homologación salarial, cosa que, para todos nosotros, resultaría más que benéfico, sin embargo para los futuros inversionistas trasnacionales que pudieran “asentar sus reales” en el país es una condición que resta atractivo y los pone en una situación comprometida para asegurar el desarrollo empresarial.

Como ejemplo de la situación que prevalece en esta parte del mundo en algunos sectores, cito el ejemplo de una tradicional juguetera mundial que ha decidido cerrar sus fábricas en México, desocupando a poco más de dos mil empleados, antes de declararse en bancarrota, a pesar de que en este país pagaba los sueldos más bajos que en otros lares donde también tenía implementados los procesos de producción.

Por otra parte, lugares como Querétaro, Aguascalientes, San Luis Potosí y otras zonas que son parte fundamental para otro giro productivo serán menos rentables y pudiéramos ser testigos de una lamentable migración de actores industriales ya que, como lo dijo un representante de la entidad potosina “aunque no somos quién para decidir cuánto le deben pagar a los empleados, tampoco podemos obligar a los empresarios a quedarse en nuestro territorio si no les conviene”.

Lo que me parece más extraño es que, tal vez por falta de tiempo de este servidor o, quizá por falta de interés de los noticiarios, no he observado que se le “escarbe” más este asunto que nos debería estar preocupando, pues un “apretón de tuercas” mal dado por la nueva administración pública pudiera acarrear un número creciente de desempleo.

Por otra parte, porque, como lo mencionamos, esta es una dualidad; algo que será muy útil para el obrero nacional, sería la ley de la oferta y la demanda aplicada a la mano de obra. En otras palabras, el trabajador marchará con quien le pague mejores salarios y le ofrezca mayores prestaciones.

En eso último, nuestras autoridades deberán “ponerse muy truchas” para impulsar la condicionante de que se contrate única y exclusivamente al trabajador mexicano, de lo contrario, se perderá mucho de la esencia de este tratado tripartita en bien de las naciones que lo conforman, apoyan e impulsan.

En un tercer aspecto, el obrero no deberá “sentarse y cruzar brazos” esperando que “papá gobierno” le vaya a resolver la vida, deberán sacudirse la pereza y la apatía y demostrar el nivel de calidad, compromiso y efectividad de su esfuerzo, para que sea traducido en altos índices de competitividad y productividad.

Sin duda, la globalización nos está arrastrando a todos en conjunto y, como tal, debemos “remar” en el mismo sentido, para que sea la única manera de resultar beneficiados o, como dijo un buen amigo en cierta ocasión, “si nos van a prender, de perdido que nos agarren juntos”.

¡Hasta la próxima!

Escríbame a:

licajimenezmcc@hotmail.com

Y recuerde, para mañana ¡Despierte, no se duerma que será un gran día!