/ domingo 21 de octubre de 2018

Usted ¿qué cree?

Ayer, en la intimidad de mi recámara, meditaba sobre el bien y el mal...

Sobre lo bueno y lo malo, lo positivo y lo negativo, es decir, sobre Cristo y el Diablo, entidades espirituales ambas que representan le esencia del ser humano, de acuerdo al comportamiento de cada quien.

En ese sentido, creo que nadie es totalmente bueno, ni tampoco nadie es absolutamente malo, porque a veces la gente buena cae en la tentación de lo prohibido y la gente mala, de repente también siente el temor a Dios.

La excepción en ambos casos, lo fueron precisamente Jesús y Satán, porque el hijo de Dios siempre hizo el bien y Satanás en todo momento lo tentó para hacerlo caer en lo malo, sin que pudiera lograrlo.

El bien o el mal no vienen etiquetados en el ser humano al nacer, estos se adquieren al paso de los años de acuerdo a los valores que vayan acumulando desde la familia, las aulas escolares o en la sociedad en que se desenvuelva, lugares que son su crisol y forja de su espíritu y de su personalidad.

Cuando un ser humano tiende hacia el bien, se dice que es bueno y se distingue de los demás por sus actitudes positivas, por sus actos de solidaridad hacia los demás sin distingos de clases o condiciones, sólo por el hecho de ser así, de ser un receptor de las enseñanzas emanadas de la moral social o cristiana.

Y es malo aquel que odia a todo y a todos, el que daña u ofende sobre todo a los más débiles y busca influir sobre la gente buena para llevarla a su terreno de maldad, y lo hace sin ningún propósito determinado, sólo porque así forjó a su espíritu.

Pues bien, con esos dos comentarios no descubro nada nuevo, todo mundo lo sabe, lo que nadie entendemos es cómo Dios permite que el Diablo se apodere de unos, si su doctrina a través de su hijo Jesús es de amar a todos, ¿qué acaso no sería más fácil que eliminara al mal?

Lo que no entendemos, repito, es el por qué Dios permite que existan almas perversas que abusan de los niños, que matan a inocentes, que torturan a hombres y mujeres sin un asomo de piedad y que, no obstante, andan sueltos deambulando por el mundo, sembrando el miedo y el terror en la sociedad.

No creo que se trate de un enfrentamiento entre los poderes de Dios y el Diablo, porque el primero es omnipotente, luego entonces, ¿de qué se trata?

Tampoco es un juego de potencias espirituales, sería una crueldad contra la humanidad.

Usted ¿qué cree?

Por lo pronto, yo ya me decidí, en el final de mi jornada, me iré por el camino, la verdad y la vida, siguiendo las enseñanzas del que se sacrificó por nosotros.

P.D.- Que tu mano izquierda no mire lo que hace tu mano derecha.

e-mail: armando_juarezbecerra@hotmail.com

Ayer, en la intimidad de mi recámara, meditaba sobre el bien y el mal...

Sobre lo bueno y lo malo, lo positivo y lo negativo, es decir, sobre Cristo y el Diablo, entidades espirituales ambas que representan le esencia del ser humano, de acuerdo al comportamiento de cada quien.

En ese sentido, creo que nadie es totalmente bueno, ni tampoco nadie es absolutamente malo, porque a veces la gente buena cae en la tentación de lo prohibido y la gente mala, de repente también siente el temor a Dios.

La excepción en ambos casos, lo fueron precisamente Jesús y Satán, porque el hijo de Dios siempre hizo el bien y Satanás en todo momento lo tentó para hacerlo caer en lo malo, sin que pudiera lograrlo.

El bien o el mal no vienen etiquetados en el ser humano al nacer, estos se adquieren al paso de los años de acuerdo a los valores que vayan acumulando desde la familia, las aulas escolares o en la sociedad en que se desenvuelva, lugares que son su crisol y forja de su espíritu y de su personalidad.

Cuando un ser humano tiende hacia el bien, se dice que es bueno y se distingue de los demás por sus actitudes positivas, por sus actos de solidaridad hacia los demás sin distingos de clases o condiciones, sólo por el hecho de ser así, de ser un receptor de las enseñanzas emanadas de la moral social o cristiana.

Y es malo aquel que odia a todo y a todos, el que daña u ofende sobre todo a los más débiles y busca influir sobre la gente buena para llevarla a su terreno de maldad, y lo hace sin ningún propósito determinado, sólo porque así forjó a su espíritu.

Pues bien, con esos dos comentarios no descubro nada nuevo, todo mundo lo sabe, lo que nadie entendemos es cómo Dios permite que el Diablo se apodere de unos, si su doctrina a través de su hijo Jesús es de amar a todos, ¿qué acaso no sería más fácil que eliminara al mal?

Lo que no entendemos, repito, es el por qué Dios permite que existan almas perversas que abusan de los niños, que matan a inocentes, que torturan a hombres y mujeres sin un asomo de piedad y que, no obstante, andan sueltos deambulando por el mundo, sembrando el miedo y el terror en la sociedad.

No creo que se trate de un enfrentamiento entre los poderes de Dios y el Diablo, porque el primero es omnipotente, luego entonces, ¿de qué se trata?

Tampoco es un juego de potencias espirituales, sería una crueldad contra la humanidad.

Usted ¿qué cree?

Por lo pronto, yo ya me decidí, en el final de mi jornada, me iré por el camino, la verdad y la vida, siguiendo las enseñanzas del que se sacrificó por nosotros.

P.D.- Que tu mano izquierda no mire lo que hace tu mano derecha.

e-mail: armando_juarezbecerra@hotmail.com