/ domingo 1 de diciembre de 2019

Vamos a mover el esqueleto

En la columna de la semana pasada estuve hablando sobre cómo “mi realidad” es el resultado de la interpretación que hace mi mente a través del filtro de la percepción, de la cual hablaré en una siguiente oportunidad

Dicha interpretación se realiza a partir de un esquema de códigos, valores o significados que previamente han sido instalados sin mi consentimiento en lo que yo llamo el “catálogo de conceptos”, ese archivo de imágenes y palabras que conforma la primera carga de la “tarjeta madre” donde posteriormente se procesará toda la información que se integre en la mente a través de los sentidos.

Esta “carga original” realmente no tiene que ver conmigo, más bien es consecuencia del entorno, la época, el país y en general el contexto en que me ha tocado nacer.

La tarjeta se encuentra vacía por lo cual recibe la información como primera y única verdad, sin someterla a ningún tipo de revisión por no contar con dato alguno, de esta manera se convierte en mi “verdad absoluta”.

Tal vez ya te estarás preguntando lo mismo que yo.

¿Cómo es posible que dicha verdad absoluta esté conformada por datos que son implantes producto de la percepción de otro humano?

Esto quiere decir que yo empiezo a juzgar la realidad que percibo con información que me fue heredada y que es producto de otra u otras “tarjetas madres” que a su vez fueron cargadas por otras anteriores.

Así llegamos a la siguiente conclusión, yo califico los hechos que vivo a través de la información con la que cuento, por lo tanto a través de la subjetividad de la información que incluso es ajena.

De esta manera yo explicaba que nada es mío y que todo lo que interpreto es a través de una versión proveniente de distintas fuentes, de esta forma cuando considero que estoy actuando en la más grande de las libertades, estoy siendo esclavo de la programación de mi equipo mental.

Por eso te propuse deshacerte de lo que no te agrade y ahora empiezo a sugerirte cómo hacerlo.

No hay forma de analizar la carga de información que conforma tu banco, más que a través de la conducta observable.

Tú puedes creer que crees algo, pero tus hechos hablarán exactamente de cuál es tu interpretación.

A partir de observar la forma en que te desenvuelves en tus acciones pudiéramos calcular qué es lo que el “programa” te está orillando a conseguir. Una vez que puedas identificar qué es lo que te agrada y lo que no, pudiéramos iniciar una práctica sencilla para apoyar una verdadera “actualización” de tus sistemas.

Pequeños cambios te harán darte cuenta de cuán arraigadas están ciertas verdades en ti. Dichos cambios sólo podrán darse a través del sometimiento de la voluntad, la cual está afectada por la información, pero si lograras sostenerlos por un tramo razonable de tiempo te ayudarían a formar nuevos conceptos, que aunque jamás ocuparán completamente el lugar de los “originales” probablemente y dando seguimiento de manera formal y permanente puedan mejorar la felicidad de tu vida de forma incalculable.

Conductas nocivas, autodestructivas, metas no cumplidas, relaciones tóxicas y muchas otras cuestiones poco deseables pueden resolverse a partir de mover la dirección mínimamente y sostener el rumbo.

En la siguiente entrega hablaré para ilustrar esta herramienta que te propongo, de un ejemplo que se ha convertido en un flagelo para la humanidad y para México en lo particular, hablaré de la obesidad.

Escríbeme: e-mail: hey@gryita.com

En la columna de la semana pasada estuve hablando sobre cómo “mi realidad” es el resultado de la interpretación que hace mi mente a través del filtro de la percepción, de la cual hablaré en una siguiente oportunidad

Dicha interpretación se realiza a partir de un esquema de códigos, valores o significados que previamente han sido instalados sin mi consentimiento en lo que yo llamo el “catálogo de conceptos”, ese archivo de imágenes y palabras que conforma la primera carga de la “tarjeta madre” donde posteriormente se procesará toda la información que se integre en la mente a través de los sentidos.

Esta “carga original” realmente no tiene que ver conmigo, más bien es consecuencia del entorno, la época, el país y en general el contexto en que me ha tocado nacer.

La tarjeta se encuentra vacía por lo cual recibe la información como primera y única verdad, sin someterla a ningún tipo de revisión por no contar con dato alguno, de esta manera se convierte en mi “verdad absoluta”.

Tal vez ya te estarás preguntando lo mismo que yo.

¿Cómo es posible que dicha verdad absoluta esté conformada por datos que son implantes producto de la percepción de otro humano?

Esto quiere decir que yo empiezo a juzgar la realidad que percibo con información que me fue heredada y que es producto de otra u otras “tarjetas madres” que a su vez fueron cargadas por otras anteriores.

Así llegamos a la siguiente conclusión, yo califico los hechos que vivo a través de la información con la que cuento, por lo tanto a través de la subjetividad de la información que incluso es ajena.

De esta manera yo explicaba que nada es mío y que todo lo que interpreto es a través de una versión proveniente de distintas fuentes, de esta forma cuando considero que estoy actuando en la más grande de las libertades, estoy siendo esclavo de la programación de mi equipo mental.

Por eso te propuse deshacerte de lo que no te agrade y ahora empiezo a sugerirte cómo hacerlo.

No hay forma de analizar la carga de información que conforma tu banco, más que a través de la conducta observable.

Tú puedes creer que crees algo, pero tus hechos hablarán exactamente de cuál es tu interpretación.

A partir de observar la forma en que te desenvuelves en tus acciones pudiéramos calcular qué es lo que el “programa” te está orillando a conseguir. Una vez que puedas identificar qué es lo que te agrada y lo que no, pudiéramos iniciar una práctica sencilla para apoyar una verdadera “actualización” de tus sistemas.

Pequeños cambios te harán darte cuenta de cuán arraigadas están ciertas verdades en ti. Dichos cambios sólo podrán darse a través del sometimiento de la voluntad, la cual está afectada por la información, pero si lograras sostenerlos por un tramo razonable de tiempo te ayudarían a formar nuevos conceptos, que aunque jamás ocuparán completamente el lugar de los “originales” probablemente y dando seguimiento de manera formal y permanente puedan mejorar la felicidad de tu vida de forma incalculable.

Conductas nocivas, autodestructivas, metas no cumplidas, relaciones tóxicas y muchas otras cuestiones poco deseables pueden resolverse a partir de mover la dirección mínimamente y sostener el rumbo.

En la siguiente entrega hablaré para ilustrar esta herramienta que te propongo, de un ejemplo que se ha convertido en un flagelo para la humanidad y para México en lo particular, hablaré de la obesidad.

Escríbeme: e-mail: hey@gryita.com