/ lunes 13 de septiembre de 2021

Verba luminis | Aborto... objeción de conciencia...

La Suprema Corte de la Justicia de la Nación resolvió por unanimidad que es inconstitucional criminalizar el aborto de manera absoluta y se pronunció por primera vez a favor de garantizar el derecho de las mujeres y personas gestantes a decidir sin enfrentar consecuencias penales, en sesión celebrada el 7 de septiembre del 2021.

En mi opinión, excluir el aborto del ámbito del Derecho Penal, eliminarlo de los códigos penales para que solo quede en la zona de las decisiones más personales de una pareja o de una mujer, no me parece solución aconsejable en virtud que de manera indirecta esto afectaría la libertad de conciencia de los individuos. No se puede ni se debe ubicar el aborto al margen del derecho, porque guarda estrecha relación con un bien jurídico de la más alta jerarquía que es la vida.

No soy partidario del aborto. Más que en casos excepcionales que resumiré al final de estas líneas. Pero hay algo tan grave o más grave que el aborto, en el mismo orden de cosas. Y es por cierto ingenuo, a mi juicio, pensar que la despenalización del aborto promoverá una mayor responsabilidad de los futuros padres y madres. Dicha responsabilidad ha de ser el resultado de una responsabilidad general como seres humanos, miembros de una sociedad con principios y valores. Además hay cosas tan sabidas que de tan sabidas se olvidan. Por ello conviene recordarlas. Una de ellas es la naturaleza de la ley, su fin y su justificación. Cualquier ley positiva que contradiga la ley natural pierde su carácter de ley, porque pierde su condición de justa. La ley humana puede renunciar al castigo, pero no puede declarar honesto y lo que es contrario al derecho natural, pues tal oposición basta para que una ley no sea ya una ley. La historia manifiesta infinidad de casos de leyes injustas. Actuar de acuerdo con ellas será legal, pero no moral, sino inmoral y por lo tanto no legítimo, sino ilegítimo.

Uno de los argumentos sostenidos por la Suprema Corte de la Justicia es el derecho a decidir. Pero ese derecho en mi opinión no es absoluto. Yo no puedo tratar a mi cuerpo como quiero, sino como debo. La mujer tiene derecho sobre su cuerpo y a decidir. Pero el niño no es un apéndice, ni un órgano de un cuerpo, sino una persona con individualidad propia irrepetible, que exige por justicia, ser tratado como lo que es. El niño no es un órgano de la madre sino un hijo de esa madre. Es otra persona, distinta de la madre. La madre debe respetar el derecho a la vida de esa otra persona que ella misma ha engendrado.

En suma, se vislumbra con toda claridad que la educación y los valores en la familia, además de la educación sexual es importantísima. Esta educación debe completarse con la de la paternidad y maternidad responsables. Tener un hijo, fruto del amor, tanto para el hombre como para la mujer, es sin duda el acto más importante de la vida. Cualquiera puede ser padre o madre desde el punto de vista del hecho biológico. Pero la paternidad y la maternidad implican algo muy superior a lo meramente biológico. Despenalizar el aborto sin antes enseñar a las nuevas generaciones su gran responsabilidad en lo que respecta a la función de ser padres, no es lo más adecuado. Educación y valores, y afrontar con responsabilidad la más hermosa que existe sobre la tierra: la de ser padres… Ese es el reto.

cesar.fentanesbanda@gmail.com

La Suprema Corte de la Justicia de la Nación resolvió por unanimidad que es inconstitucional criminalizar el aborto de manera absoluta y se pronunció por primera vez a favor de garantizar el derecho de las mujeres y personas gestantes a decidir sin enfrentar consecuencias penales, en sesión celebrada el 7 de septiembre del 2021.

En mi opinión, excluir el aborto del ámbito del Derecho Penal, eliminarlo de los códigos penales para que solo quede en la zona de las decisiones más personales de una pareja o de una mujer, no me parece solución aconsejable en virtud que de manera indirecta esto afectaría la libertad de conciencia de los individuos. No se puede ni se debe ubicar el aborto al margen del derecho, porque guarda estrecha relación con un bien jurídico de la más alta jerarquía que es la vida.

No soy partidario del aborto. Más que en casos excepcionales que resumiré al final de estas líneas. Pero hay algo tan grave o más grave que el aborto, en el mismo orden de cosas. Y es por cierto ingenuo, a mi juicio, pensar que la despenalización del aborto promoverá una mayor responsabilidad de los futuros padres y madres. Dicha responsabilidad ha de ser el resultado de una responsabilidad general como seres humanos, miembros de una sociedad con principios y valores. Además hay cosas tan sabidas que de tan sabidas se olvidan. Por ello conviene recordarlas. Una de ellas es la naturaleza de la ley, su fin y su justificación. Cualquier ley positiva que contradiga la ley natural pierde su carácter de ley, porque pierde su condición de justa. La ley humana puede renunciar al castigo, pero no puede declarar honesto y lo que es contrario al derecho natural, pues tal oposición basta para que una ley no sea ya una ley. La historia manifiesta infinidad de casos de leyes injustas. Actuar de acuerdo con ellas será legal, pero no moral, sino inmoral y por lo tanto no legítimo, sino ilegítimo.

Uno de los argumentos sostenidos por la Suprema Corte de la Justicia es el derecho a decidir. Pero ese derecho en mi opinión no es absoluto. Yo no puedo tratar a mi cuerpo como quiero, sino como debo. La mujer tiene derecho sobre su cuerpo y a decidir. Pero el niño no es un apéndice, ni un órgano de un cuerpo, sino una persona con individualidad propia irrepetible, que exige por justicia, ser tratado como lo que es. El niño no es un órgano de la madre sino un hijo de esa madre. Es otra persona, distinta de la madre. La madre debe respetar el derecho a la vida de esa otra persona que ella misma ha engendrado.

En suma, se vislumbra con toda claridad que la educación y los valores en la familia, además de la educación sexual es importantísima. Esta educación debe completarse con la de la paternidad y maternidad responsables. Tener un hijo, fruto del amor, tanto para el hombre como para la mujer, es sin duda el acto más importante de la vida. Cualquiera puede ser padre o madre desde el punto de vista del hecho biológico. Pero la paternidad y la maternidad implican algo muy superior a lo meramente biológico. Despenalizar el aborto sin antes enseñar a las nuevas generaciones su gran responsabilidad en lo que respecta a la función de ser padres, no es lo más adecuado. Educación y valores, y afrontar con responsabilidad la más hermosa que existe sobre la tierra: la de ser padres… Ese es el reto.

cesar.fentanesbanda@gmail.com