/ lunes 30 de marzo de 2020

Verba Luminis | Bienvenidos al Derecho

El año pasado, he tenido la oportunidad invitado por un grupo de alumnos de una prestigiada facultad de Derecho de la Ciudad de México de decir unas palabras a los recién graduados, que quiero resumirlas aquí en este espacio y que forzosamente algo enseña al futuro abogado.

¿Qué es un abogado?, ¿Qué debe ser? Yo creo que sobre todo un profundo conocedor de la vida. El Derecho se aplica en la vida y sobre la vida. Ninguna doctrina, ningún pensamiento por más profundo que sea, puede sustituir a la vida, es decir, al flujo de esa corriente vital que carga consigo materia, espíritu, conciencia.

El abogado debe ser un profundo conocedor del Derecho. Sin los conocimientos jurídicos no podríamos ejercer digna y acertadamente nuestra profesión, y tener la sabiduría para patrocinar, dirigir o asesorar a las partes contendientes en un litigio ante el órgano jurisdiccional del Estado que deba resolverlo.

El abogado, por ende, es el que a través de la demanda despliega la acción en nombre o con el patrocinio del actor, el que la contesta en representación del demandado o con la asesoría que este le encomiende, el que ofrece y rinde las pruebas pertinentes en favor de la parte que patrocine, el que formula alegaciones y el que por el actor o el demandado interpone los recursos procedentes. También los abogados debemos ser críticos de la legislación.

Esta labor nos es inherente y mediante ella a través de los estudios que emprendamos contribuimos al mejoramiento del Derecho positivo.

El solo conocimiento del Derecho no integra la personalidad del abogado. Este debe tener vocación en su espíritu, amor a la profesión, pero además debemos tener talento jurídico que es la predisposición natural de la inteligencia hacia el Derecho.

En otras palabras, sin la inteligencia, talento y vocación no se puede ser abogado en la amplia extensión del concepto, aunque se posea el grado de Licenciado o Doctor en Derecho. Ya que esto son cualidades espirituales, éticas y cívicas que es el llamado interior que nos impulsa a ejercer el Derecho con amor.

cesar.fentanesbanda@gmail.com

El año pasado, he tenido la oportunidad invitado por un grupo de alumnos de una prestigiada facultad de Derecho de la Ciudad de México de decir unas palabras a los recién graduados, que quiero resumirlas aquí en este espacio y que forzosamente algo enseña al futuro abogado.

¿Qué es un abogado?, ¿Qué debe ser? Yo creo que sobre todo un profundo conocedor de la vida. El Derecho se aplica en la vida y sobre la vida. Ninguna doctrina, ningún pensamiento por más profundo que sea, puede sustituir a la vida, es decir, al flujo de esa corriente vital que carga consigo materia, espíritu, conciencia.

El abogado debe ser un profundo conocedor del Derecho. Sin los conocimientos jurídicos no podríamos ejercer digna y acertadamente nuestra profesión, y tener la sabiduría para patrocinar, dirigir o asesorar a las partes contendientes en un litigio ante el órgano jurisdiccional del Estado que deba resolverlo.

El abogado, por ende, es el que a través de la demanda despliega la acción en nombre o con el patrocinio del actor, el que la contesta en representación del demandado o con la asesoría que este le encomiende, el que ofrece y rinde las pruebas pertinentes en favor de la parte que patrocine, el que formula alegaciones y el que por el actor o el demandado interpone los recursos procedentes. También los abogados debemos ser críticos de la legislación.

Esta labor nos es inherente y mediante ella a través de los estudios que emprendamos contribuimos al mejoramiento del Derecho positivo.

El solo conocimiento del Derecho no integra la personalidad del abogado. Este debe tener vocación en su espíritu, amor a la profesión, pero además debemos tener talento jurídico que es la predisposición natural de la inteligencia hacia el Derecho.

En otras palabras, sin la inteligencia, talento y vocación no se puede ser abogado en la amplia extensión del concepto, aunque se posea el grado de Licenciado o Doctor en Derecho. Ya que esto son cualidades espirituales, éticas y cívicas que es el llamado interior que nos impulsa a ejercer el Derecho con amor.

cesar.fentanesbanda@gmail.com