/ miércoles 15 de enero de 2020

Verba Luminis I El derecho, ciencia, filosofía y cultura

En principio, debemos entender que nuestro país, descansa en un llamado Estado de derecho.

Tiene como principio fundamental la idea de que el ejercicio de los derechos propios exige el respeto a los derechos de los demás; que las obligaciones implican derechos; que la Ley obliga a todos por igual y nadie puede estar por encima de ella. El Estado de derecho sujeta por igual a gobernantes y gobernados.

Para ello es esencial que la Constitución y el orden legal derivado de ella tengan cabal cumplimiento. Es preciso que las autoridades actúen con apego a la Ley; que los derechos sean reconocidos y que cualquier discrepancia o conflicto debe ser resuelto conforme a nuestras instituciones. No podemos fincar nuestras expectativas en la certidumbre de la Ley y vivir en la incertidumbre de su cumplimiento. Así la Ley será la norma indiscutible de la convivencia. No debe haber ninguna causa social, ni causa política que no se pueda resolver en el marco del Estado de derecho. La observancia de la Ley, el diálogo, la tolerancia y el respeto constituyen el método en que se expresa nuestra cultura de la legalidad.

Pero voy más lejos; el derecho es experiencia histórica, vital, sensible; experiencia que es cultural. Es decir la norma cultural se vuelve así jurídica. El derecho es la cultura transformada en juridicidad incluso las ideas rectoras específicas, paz, libertad, justicia, convivencia, orden y hasta progreso, nada de esto sería lo que es, lo que debe ser sin una serie de derechos, de leyes, de reglas, de normas. Por ejemplo los derechos del individuo, los derechos humanos, las garantías constitucionales, son invocables en cualquier episodio o pasaje de la vida cotidiana. El valor de una determinada cultura, su sentido, su orientación, se miden por su contenido jurídico. He dicho contenido, que equivale a sustancia y a esencia. La vida espiritual de una cultura es siempre jurídica, como su vida moral.

e-mail:

cesar.fentanesbanda@gmail. com

En principio, debemos entender que nuestro país, descansa en un llamado Estado de derecho.

Tiene como principio fundamental la idea de que el ejercicio de los derechos propios exige el respeto a los derechos de los demás; que las obligaciones implican derechos; que la Ley obliga a todos por igual y nadie puede estar por encima de ella. El Estado de derecho sujeta por igual a gobernantes y gobernados.

Para ello es esencial que la Constitución y el orden legal derivado de ella tengan cabal cumplimiento. Es preciso que las autoridades actúen con apego a la Ley; que los derechos sean reconocidos y que cualquier discrepancia o conflicto debe ser resuelto conforme a nuestras instituciones. No podemos fincar nuestras expectativas en la certidumbre de la Ley y vivir en la incertidumbre de su cumplimiento. Así la Ley será la norma indiscutible de la convivencia. No debe haber ninguna causa social, ni causa política que no se pueda resolver en el marco del Estado de derecho. La observancia de la Ley, el diálogo, la tolerancia y el respeto constituyen el método en que se expresa nuestra cultura de la legalidad.

Pero voy más lejos; el derecho es experiencia histórica, vital, sensible; experiencia que es cultural. Es decir la norma cultural se vuelve así jurídica. El derecho es la cultura transformada en juridicidad incluso las ideas rectoras específicas, paz, libertad, justicia, convivencia, orden y hasta progreso, nada de esto sería lo que es, lo que debe ser sin una serie de derechos, de leyes, de reglas, de normas. Por ejemplo los derechos del individuo, los derechos humanos, las garantías constitucionales, son invocables en cualquier episodio o pasaje de la vida cotidiana. El valor de una determinada cultura, su sentido, su orientación, se miden por su contenido jurídico. He dicho contenido, que equivale a sustancia y a esencia. La vida espiritual de una cultura es siempre jurídica, como su vida moral.

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