/ lunes 13 de junio de 2022

Verba luminis | La Cumbre de las Américas

Recientemente se celebró la Cumbre de las Américas, donde, para mi opinión, la ausencia del Presidente de nuestro país fue un desacierto, ya que es su responsabilidad conducir la política exterior del país, además de ofrecer la ventaja de contar con el apoyo que le brinda un marco legislativo y un conjunto de principios políticos y legales que han sido aplicados y probados durante muchos años.

Si en algún rubro de actividades del Estado Mexicano existe un cuerpo de ideas sólidas, congruentes y perseverantes, es precisamente en éste, constituido por los principios tradicionales que han orientado la acción de la nación mexicana: igualdad y autodeterminación de los pueblos, no intervención, solución pacífica de las controversias y cooperación internacional.

Nuestra política exterior sostiene que ninguna nación tiene derecho a intervenir en los asuntos internos de otros países. El diálogo político sujeto a las normas del Derecho es nuestra opción, además que el texto constitucional prescribe otorgar al Presidente de la República la facultad de dirigir, conducir, tal política, siempre sujeto a los principios señalados anteriormente; además de la igualdad jurídica de los Estados y la cooperación internacional para el desarrollo.

Es de sobra conocido que la relación de México con los Estados Unidos de América es la más importante en nuestra política exterior. México y los Estados Unidos han reconocido la virtud de la diplomacia. Hoy nos une la convicción de que sin mengua de los intereses nacionales legítimos, cualquier problema en la relación bilateral puede ser abordado racional y constructivamente. Afortunadamente los vínculos entre ambos países, México y Estados Unidos, son maduros y responsables y las relaciones cordiales y amistosas, dentro de un tono de dignidad y respeto mutuo. Con la entrada en vigor del T-MEC, que es el acuerdo comercial de América del Norte celebrado entre México, Estados Unidos y Canadá, que sustituye al Tratado de Libre Comercio de América del Norte, considero inevitable subrayar que los intercambios comerciales para Estados Unidos y Canadá se desenvuelvan dentro de un marco que acepte las diferencias de desarrollo, así como las condiciones de no discriminación, ya que México requiere una sólida y permanente base de exportaciones en aquellas áreas en las que mantiene ventajas comparativas, así como para poder importar de los propios Estados Unidos los bienes de producción que requerimos en nuestro país, lo cual nos sirve de marco de referencia en una relación bilateral de respeto. Aunque no haber estado presente nos coloca en una posición de controversia que esperamos no sea en contra de nuestro país. Ese es el reto.

  • cesar.fentanesbanda@gmail.com

El diálogo político sujeto a las normas del Derecho es nuestra opción, además que el texto constitucional prescribe otorgar al Presidente de la República la facultad de dirigir, conducir, tal política.

Recientemente se celebró la Cumbre de las Américas, donde, para mi opinión, la ausencia del Presidente de nuestro país fue un desacierto, ya que es su responsabilidad conducir la política exterior del país, además de ofrecer la ventaja de contar con el apoyo que le brinda un marco legislativo y un conjunto de principios políticos y legales que han sido aplicados y probados durante muchos años.

Si en algún rubro de actividades del Estado Mexicano existe un cuerpo de ideas sólidas, congruentes y perseverantes, es precisamente en éste, constituido por los principios tradicionales que han orientado la acción de la nación mexicana: igualdad y autodeterminación de los pueblos, no intervención, solución pacífica de las controversias y cooperación internacional.

Nuestra política exterior sostiene que ninguna nación tiene derecho a intervenir en los asuntos internos de otros países. El diálogo político sujeto a las normas del Derecho es nuestra opción, además que el texto constitucional prescribe otorgar al Presidente de la República la facultad de dirigir, conducir, tal política, siempre sujeto a los principios señalados anteriormente; además de la igualdad jurídica de los Estados y la cooperación internacional para el desarrollo.

Es de sobra conocido que la relación de México con los Estados Unidos de América es la más importante en nuestra política exterior. México y los Estados Unidos han reconocido la virtud de la diplomacia. Hoy nos une la convicción de que sin mengua de los intereses nacionales legítimos, cualquier problema en la relación bilateral puede ser abordado racional y constructivamente. Afortunadamente los vínculos entre ambos países, México y Estados Unidos, son maduros y responsables y las relaciones cordiales y amistosas, dentro de un tono de dignidad y respeto mutuo. Con la entrada en vigor del T-MEC, que es el acuerdo comercial de América del Norte celebrado entre México, Estados Unidos y Canadá, que sustituye al Tratado de Libre Comercio de América del Norte, considero inevitable subrayar que los intercambios comerciales para Estados Unidos y Canadá se desenvuelvan dentro de un marco que acepte las diferencias de desarrollo, así como las condiciones de no discriminación, ya que México requiere una sólida y permanente base de exportaciones en aquellas áreas en las que mantiene ventajas comparativas, así como para poder importar de los propios Estados Unidos los bienes de producción que requerimos en nuestro país, lo cual nos sirve de marco de referencia en una relación bilateral de respeto. Aunque no haber estado presente nos coloca en una posición de controversia que esperamos no sea en contra de nuestro país. Ese es el reto.

  • cesar.fentanesbanda@gmail.com

El diálogo político sujeto a las normas del Derecho es nuestra opción, además que el texto constitucional prescribe otorgar al Presidente de la República la facultad de dirigir, conducir, tal política.