/ domingo 17 de abril de 2022

Vivencias | Alerta en Nuevo León

Más allá de las diversas y abundantes lecturas sobre el resultado de la consulta del pasado diez de abril, y sobre todo de lo que cada uno queremos leer, hay realidades en nuestro país que deben atenderse de inmediato.

La inflación desmedida, que resentimos ya todos, de la crisis de atención de salud de millones de mexicanos sin seguro, de la falta de medicamentos y un largo etcétera, destaca como fantasma siempre presente la inseguridad.

Y ahora, aquí cerca, en el vecino estado de Nuevo León, aparece una vez más la pesadilla de todas las familias: la desaparición de jóvenes. Esto nos debería poner en alerta máxima a todos. No puede ni debe ser explicado desde hechos comunes, se trata de jóvenes que no llegan a su casa y que produce una angustia que entendemos todos.

Tan solo en el primer trimestre de este año ha habido más de veinte desapariciones, algunas ya solucionadas, pero otras aún sin explicación, lo que ha llevado al gobierno estatal a crear una fuerza especial integrada por 200 elementos de la Guardia Civil y la sociedad ha empezado a hablar de una banda dedicada a secuestrar jóvenes.

Prever como sociedad, como padres, abuelos, familiares y amigos es vital en estos casos. Tomar medidas preventivas nos llevará a vivir un poco mas tranquilos. Insistamos en ellas.

Compartir la ubicación en los celulares, dar a conocer los planes, el itinerario, que alguien sepa exactamente dónde estamos, no apagar el celular, mantener comunicación con quien tengan confianza en cualquier traslado, pedir información cuando usen Uber, Didi, etc., puede ser la diferencia.

Fuimos jóvenes y sabemos que escuchan poco, pero es importante insistir en que la localización los puede salvar de un gran peligro, seamos necios y ayudemos a hacer conciencia en ellos que mucho pueden hacer por sí mismos. Es mejor “dar lata” que lamentarnos después.

Y exigir a las autoridades que hagan su parte es importante. No molestamos y si lo hacemos que se aguanten. Si no sabemos de alguien, pongámoslo en conocimiento de inmediato a la autoridad, demos datos, pongamos el evento en redes, todos estaremos prestos a ayudar a localizar a quien nos falte.

No tomemos con ligereza ni las medidas para prevenir ni dejemos de hacer lo que se deba en caso de que ocurra. Cuidémonos entre todos.

Que una joven desaparezca y nadie sepa de ella, aunque sea una, es mucho más importante que las discusiones estériles que ahora nos ocupan.

La crisis de desaparecidos es real, hay reconocidos por otras instancias, 98,944 en nuestro país. ¿Se imaginan el dolor de todas esas familias? Concentrémonos en lo importante.

Más allá de las diversas y abundantes lecturas sobre el resultado de la consulta del pasado diez de abril, y sobre todo de lo que cada uno queremos leer, hay realidades en nuestro país que deben atenderse de inmediato.

La inflación desmedida, que resentimos ya todos, de la crisis de atención de salud de millones de mexicanos sin seguro, de la falta de medicamentos y un largo etcétera, destaca como fantasma siempre presente la inseguridad.

Y ahora, aquí cerca, en el vecino estado de Nuevo León, aparece una vez más la pesadilla de todas las familias: la desaparición de jóvenes. Esto nos debería poner en alerta máxima a todos. No puede ni debe ser explicado desde hechos comunes, se trata de jóvenes que no llegan a su casa y que produce una angustia que entendemos todos.

Tan solo en el primer trimestre de este año ha habido más de veinte desapariciones, algunas ya solucionadas, pero otras aún sin explicación, lo que ha llevado al gobierno estatal a crear una fuerza especial integrada por 200 elementos de la Guardia Civil y la sociedad ha empezado a hablar de una banda dedicada a secuestrar jóvenes.

Prever como sociedad, como padres, abuelos, familiares y amigos es vital en estos casos. Tomar medidas preventivas nos llevará a vivir un poco mas tranquilos. Insistamos en ellas.

Compartir la ubicación en los celulares, dar a conocer los planes, el itinerario, que alguien sepa exactamente dónde estamos, no apagar el celular, mantener comunicación con quien tengan confianza en cualquier traslado, pedir información cuando usen Uber, Didi, etc., puede ser la diferencia.

Fuimos jóvenes y sabemos que escuchan poco, pero es importante insistir en que la localización los puede salvar de un gran peligro, seamos necios y ayudemos a hacer conciencia en ellos que mucho pueden hacer por sí mismos. Es mejor “dar lata” que lamentarnos después.

Y exigir a las autoridades que hagan su parte es importante. No molestamos y si lo hacemos que se aguanten. Si no sabemos de alguien, pongámoslo en conocimiento de inmediato a la autoridad, demos datos, pongamos el evento en redes, todos estaremos prestos a ayudar a localizar a quien nos falte.

No tomemos con ligereza ni las medidas para prevenir ni dejemos de hacer lo que se deba en caso de que ocurra. Cuidémonos entre todos.

Que una joven desaparezca y nadie sepa de ella, aunque sea una, es mucho más importante que las discusiones estériles que ahora nos ocupan.

La crisis de desaparecidos es real, hay reconocidos por otras instancias, 98,944 en nuestro país. ¿Se imaginan el dolor de todas esas familias? Concentrémonos en lo importante.