/ domingo 12 de junio de 2022

Vivencias | Duelo

De todo lo que hemos oído y escuchado en los últimos días, no creo que haya algo más impactante por horrendo, que el tiroteo en una escuela primaria, en una ciudad de Texas, que enlutó a muchas familias.

Los tiroteos y matanzas en Estados Unidos son frecuentes y atroces. Parece ya no haber lugar seguro, ni escuelas, ni centros comerciales, ni templos ni hospitales.

No tengo palabras para describir el horror y desesperanza al ver tantas vidas cegadas de niños, de maestros, absurdamente, prematuramente y sin razón alguna.

Imaginar el dolor de esas familias, de esa comunidad, que no puede creer la pérdida repentina de sus seres queridos. De niños que salieron felices de sus casas esa mañana para encontrar una muerte sin sentido en manos de alguien que ni siquiera conocían. Manos que sostenían una pavorosa R-15 y que compró un joven solo para “festejar su cumpleaños” y que poco antes había balaceado a su abuela que intentaba detenerlo.

Y que decir del ataque en un centro médico en Oklahoma, o del tiroteo en un supermercado en Nueva York.

Incomprensible, increíble, espeluznante.

El tema de las armas en el país vecino ha sido tan discutido como no resuelto por años y años, en un país que se jacta de ser defensor de los derechos humanos.

¿Es correcto poner armas a disposición de un menor de 18, de 16 años, sin mayor trámite que, en algunos estados, checar si se tienen antecedentes penales?

¿Es correcto anteponer la Segunda Enmienda de la Constitución de su país, que consagra el derecho a portar armas por cualquier persona, por encima de la vida de los demás?

En esta discusión se pone enfrente ese derecho aduciendo que no hay relación alguna. Que hay más muertos por otras razones, que estos tiroteos son producto de la disfunción familiar, de maltratos, del odio irracional, de los videojuegos... que siempre existe una razón atrás de una decisión de matar.

Solo que todas estas realidades están presentes en nuestro país, en todos prácticamente, así que para muchos de nosotros la única diferencia es la facilidad de conseguir un arma.

El debate continuará presente como lo está desde 1791, pero día a día, familias, estudiantes, maestros, doctores, ministros se enfrentan a este problema al que no se le da solución.

Y así día a día, intentan poner más policías, cámaras de vigilancia, simulacros constantes sobre todo en escuelas para saber siquiera como enfrentar algo así, cuando suceda. Habrá más programas de inclusión, más atención a la salud mental,

Y sin embargo, las armas seguirán ahí.

De todo lo que hemos oído y escuchado en los últimos días, no creo que haya algo más impactante por horrendo, que el tiroteo en una escuela primaria, en una ciudad de Texas, que enlutó a muchas familias.

Los tiroteos y matanzas en Estados Unidos son frecuentes y atroces. Parece ya no haber lugar seguro, ni escuelas, ni centros comerciales, ni templos ni hospitales.

No tengo palabras para describir el horror y desesperanza al ver tantas vidas cegadas de niños, de maestros, absurdamente, prematuramente y sin razón alguna.

Imaginar el dolor de esas familias, de esa comunidad, que no puede creer la pérdida repentina de sus seres queridos. De niños que salieron felices de sus casas esa mañana para encontrar una muerte sin sentido en manos de alguien que ni siquiera conocían. Manos que sostenían una pavorosa R-15 y que compró un joven solo para “festejar su cumpleaños” y que poco antes había balaceado a su abuela que intentaba detenerlo.

Y que decir del ataque en un centro médico en Oklahoma, o del tiroteo en un supermercado en Nueva York.

Incomprensible, increíble, espeluznante.

El tema de las armas en el país vecino ha sido tan discutido como no resuelto por años y años, en un país que se jacta de ser defensor de los derechos humanos.

¿Es correcto poner armas a disposición de un menor de 18, de 16 años, sin mayor trámite que, en algunos estados, checar si se tienen antecedentes penales?

¿Es correcto anteponer la Segunda Enmienda de la Constitución de su país, que consagra el derecho a portar armas por cualquier persona, por encima de la vida de los demás?

En esta discusión se pone enfrente ese derecho aduciendo que no hay relación alguna. Que hay más muertos por otras razones, que estos tiroteos son producto de la disfunción familiar, de maltratos, del odio irracional, de los videojuegos... que siempre existe una razón atrás de una decisión de matar.

Solo que todas estas realidades están presentes en nuestro país, en todos prácticamente, así que para muchos de nosotros la única diferencia es la facilidad de conseguir un arma.

El debate continuará presente como lo está desde 1791, pero día a día, familias, estudiantes, maestros, doctores, ministros se enfrentan a este problema al que no se le da solución.

Y así día a día, intentan poner más policías, cámaras de vigilancia, simulacros constantes sobre todo en escuelas para saber siquiera como enfrentar algo así, cuando suceda. Habrá más programas de inclusión, más atención a la salud mental,

Y sin embargo, las armas seguirán ahí.