/ domingo 17 de octubre de 2021

Vivencias | Eutanasia o voluntad anticipada

Hace días, un acontecimiento dominó las conversaciones. Martha Sepúlveda, colombiana, de 51 años había conseguido el permiso para una eutanasia, o suicidio asistido, figura que es legal en su país.

Ella padece esclerosis lateral amiotrófica, (ELA). Es una enfermedad progresiva del sistema nervioso que afecta las células nerviosas del cerebro y la médula espinal y causa pérdida del control muscular. No tiene cura.

La eutanasia significa literalmente “Buena Muerte”, y es el acto de acabar con la vida de otra persona, a petición de la misma, con el fin de no sufrir más. Se autoriza bajo ciertas condiciones y solo en algunos países, y siempre y cuando se demuestre que es una enfermedad terminal, sin cura y avalada médicamente

Solo en Colombia junto con Países Bajos, Bélgica, Canadá, Luxemburgo, Nueva Zelanda y España, está contemplada.

En el caso de Martha, ya habiéndose autorizado se le negó a unas horas de realizarse el procedimiento, aduciendo que tenía altas expectativas de vida mayor a seis meses. Esto desató un nuevo debate sobre el tema. Ella y su familia aducen que están vulnerando su derecho a morir dignamente, que ya depende de otros para moverse y que su deterioro y sufrimiento será cada vez mayor sin esperanza alguna. Considera que es indigno vivir así y que a pesar de ser creyente, ella no piensa que Dios quiere que tenga que esperar y sufrir más. Y por otro lado están los que opinan que debe esperar su muerte. La vieja pregunta: ¿Hay que sufrir hasta el final y esperar la muerte, a pesar de la falta de cura, o tenemos derecho a decidir cuándo morir?

Más allá de la polémica, en México no está autorizada bajo ninguna circunstancia, lo que sí se contempla en algunos estados es la Voluntad Anticipada, que es el derecho de renunciar en vida a tratamientos para “alargar” la vida.

La “Voluntad Anticipada” no está hecha para acortar o alargar la vida, sino solo para “respetar el momento natural de la muerte”. Es un derecho para anticipar y planificar los tratamientos que deseamos recibir o rechazar al final de la vida. Es decidir que NO QUIERO para el final de nuestra vida, si ya no tenemos manera de expresarlo cuando suceda.

En los estados donde ya fue autorizada, se puede firmar a través de un documento ante notario público o llenar un formato que distribuyen las instituciones de salud ya sean públicas o privadas. Ciudad de México, Aguascalientes, Coahuila, San Luis Potosí, Michoacán, Hidalgo, Guanajuato, Guerrero, Nayarit, Edomex, Colima, Oaxaca, Yucatán y Tlaxcala ya han legislado en el tema.

Tenemos derecho a decidir si queremos o no que nos prolonguen artificialmente nuestra vida. Ojalá que el Congreso de Tamaulipas legisle pronto.

Hace días, un acontecimiento dominó las conversaciones. Martha Sepúlveda, colombiana, de 51 años había conseguido el permiso para una eutanasia, o suicidio asistido, figura que es legal en su país.

Ella padece esclerosis lateral amiotrófica, (ELA). Es una enfermedad progresiva del sistema nervioso que afecta las células nerviosas del cerebro y la médula espinal y causa pérdida del control muscular. No tiene cura.

La eutanasia significa literalmente “Buena Muerte”, y es el acto de acabar con la vida de otra persona, a petición de la misma, con el fin de no sufrir más. Se autoriza bajo ciertas condiciones y solo en algunos países, y siempre y cuando se demuestre que es una enfermedad terminal, sin cura y avalada médicamente

Solo en Colombia junto con Países Bajos, Bélgica, Canadá, Luxemburgo, Nueva Zelanda y España, está contemplada.

En el caso de Martha, ya habiéndose autorizado se le negó a unas horas de realizarse el procedimiento, aduciendo que tenía altas expectativas de vida mayor a seis meses. Esto desató un nuevo debate sobre el tema. Ella y su familia aducen que están vulnerando su derecho a morir dignamente, que ya depende de otros para moverse y que su deterioro y sufrimiento será cada vez mayor sin esperanza alguna. Considera que es indigno vivir así y que a pesar de ser creyente, ella no piensa que Dios quiere que tenga que esperar y sufrir más. Y por otro lado están los que opinan que debe esperar su muerte. La vieja pregunta: ¿Hay que sufrir hasta el final y esperar la muerte, a pesar de la falta de cura, o tenemos derecho a decidir cuándo morir?

Más allá de la polémica, en México no está autorizada bajo ninguna circunstancia, lo que sí se contempla en algunos estados es la Voluntad Anticipada, que es el derecho de renunciar en vida a tratamientos para “alargar” la vida.

La “Voluntad Anticipada” no está hecha para acortar o alargar la vida, sino solo para “respetar el momento natural de la muerte”. Es un derecho para anticipar y planificar los tratamientos que deseamos recibir o rechazar al final de la vida. Es decidir que NO QUIERO para el final de nuestra vida, si ya no tenemos manera de expresarlo cuando suceda.

En los estados donde ya fue autorizada, se puede firmar a través de un documento ante notario público o llenar un formato que distribuyen las instituciones de salud ya sean públicas o privadas. Ciudad de México, Aguascalientes, Coahuila, San Luis Potosí, Michoacán, Hidalgo, Guanajuato, Guerrero, Nayarit, Edomex, Colima, Oaxaca, Yucatán y Tlaxcala ya han legislado en el tema.

Tenemos derecho a decidir si queremos o no que nos prolonguen artificialmente nuestra vida. Ojalá que el Congreso de Tamaulipas legisle pronto.