/ domingo 3 de octubre de 2021

Vivencias | La crisis de los haitianos

En estas últimas semanas hemos escuchado en los medios e inclusive visto en nuestra ciudad migrantes haitianos.

El fenómeno de la migración ha existido a lo largo de los siglos por muchas razones, por persecuciones religiosas, políticas, personales o por el simple deseo de buscar otros horizontes.

Pero salir del país por pobreza y por inseguridad, han sido la causa de las mayores crisis migratorias en el mundo.

En el caso de Haití, es mucho más grave, la quinta parte de su población se encuentra en niveles de pobreza, la inseguridad es incontrolable, en los últimos tiempos han padecido dos terremotos, huracanes, inestabilidad política agravada por el homicidio de su Presidente y por si fuera poco, la aparición de la pandemia.

Hasta hace poco habían sorteado todo esto, buscando mejores condiciones de vida en Brasil y Chile, pero estos dos países tuvieron, como la mayoría, que endurecer sus medidas de control en las fronteras y esto, aunado a rumores propagados por las mismas bandas de trata de personas, de posibilidades de ingresar al vecino país del norte, ha ocasionado que intenten llegar hasta allá.

Los haitianos salen por millares intentando escapar de su país, y ya no pretenden llegar a países cercanos, sino arriesgándose mucho más, llegar a territorio norteamericano.

Esta es la situación grave que enfrenta nuestro país, sobre todo Tamaulipas y Coahuila, que han sufrido esta presión. Dar albergue, seguridad, salud a los migrantes, además de cumplir con los propios ciudadanos es siempre un reto, pero en esta época de emergencia es prácticamente imposible.

Desde hace años, México ha planteado al vecino país, atacar las causas de la migración en los países de origen. Invertir en proyectos que garanticen condiciones de vida adecuadas, salud, educación, gobernabilidad debieran ser algunas de las medidas que se tomen.

Cerrar la frontera, en muchos casos, hasta violentamente, sin dar soluciones de fondo en los países expulsores de migrantes es y será un cuento de nunca acabar. Regresarlos para que ellos lo intenten de nuevo, solo es prolongar un juego que está perdido de antemano.

Estamos, una vez más ante una verdadera y gran crisis humanitaria. Resolvámosla como humanos.

En estas últimas semanas hemos escuchado en los medios e inclusive visto en nuestra ciudad migrantes haitianos.

El fenómeno de la migración ha existido a lo largo de los siglos por muchas razones, por persecuciones religiosas, políticas, personales o por el simple deseo de buscar otros horizontes.

Pero salir del país por pobreza y por inseguridad, han sido la causa de las mayores crisis migratorias en el mundo.

En el caso de Haití, es mucho más grave, la quinta parte de su población se encuentra en niveles de pobreza, la inseguridad es incontrolable, en los últimos tiempos han padecido dos terremotos, huracanes, inestabilidad política agravada por el homicidio de su Presidente y por si fuera poco, la aparición de la pandemia.

Hasta hace poco habían sorteado todo esto, buscando mejores condiciones de vida en Brasil y Chile, pero estos dos países tuvieron, como la mayoría, que endurecer sus medidas de control en las fronteras y esto, aunado a rumores propagados por las mismas bandas de trata de personas, de posibilidades de ingresar al vecino país del norte, ha ocasionado que intenten llegar hasta allá.

Los haitianos salen por millares intentando escapar de su país, y ya no pretenden llegar a países cercanos, sino arriesgándose mucho más, llegar a territorio norteamericano.

Esta es la situación grave que enfrenta nuestro país, sobre todo Tamaulipas y Coahuila, que han sufrido esta presión. Dar albergue, seguridad, salud a los migrantes, además de cumplir con los propios ciudadanos es siempre un reto, pero en esta época de emergencia es prácticamente imposible.

Desde hace años, México ha planteado al vecino país, atacar las causas de la migración en los países de origen. Invertir en proyectos que garanticen condiciones de vida adecuadas, salud, educación, gobernabilidad debieran ser algunas de las medidas que se tomen.

Cerrar la frontera, en muchos casos, hasta violentamente, sin dar soluciones de fondo en los países expulsores de migrantes es y será un cuento de nunca acabar. Regresarlos para que ellos lo intenten de nuevo, solo es prolongar un juego que está perdido de antemano.

Estamos, una vez más ante una verdadera y gran crisis humanitaria. Resolvámosla como humanos.