/ sábado 15 de diciembre de 2018

"¿Vos crees?"- "Sí Che, quiero creerlo"

Mateo de la Rosa fue medalla de oro en una olimpiada que se celebró en los 60 en Europa, en la especialidad de levantamiento de pesas...

Nacido en Tampico, formaba parte de nuestra generación, con la salvedad de que él era un convencido que su destino estaba escrito para convertirse en un deportista internacional y alcanzar con esto la cumbre de esa montaña imaginaria que todo joven lleva en sus sueños para escalar en la vida. Era miembro de los segmentos juveniles que se encontraban en Tampico distribuidos en diversas actividades para concluir su formación personal para enfrentarse a la vida. Mientras otra parte de nuestra generación le apostaba a la escolaridad universitaria para poner en practica nuestros propósitos de hacer posible el país que queríamos vivir, Mateo pudo conocer el mundo merced a su fortaleza física que lo convirtió en un titán que alcanzó la presea más importante para un deportista amateur.

Mateo de la Rosa tuvo la oportunidad de recibir personalmente de el "Che" Guevara un reconocimiento que la Revolución Cubana le hizo por sus méritos alcanzados en nombre de la juventud latinoamericana en la olimpiada en que resultó vencedor. Recuerdo como si fuera ayer que nos contó su desagradable experiencia al tener frente de si al "Che" Guevara: "Era un hombre de un aspecto imponente, con la barba crecida, con olor a tabaco, lo mismo que Fidel Castro". Este fue quizá el único contacto que nuestra generación tuvo con ese personaje que está convertido hoy en icono mundial y que desafortunadamente quienes en su momento lo combatieron hoy lo utilizan como un logotipo que les proporciona la imagen -eso piensan- de ser personas involucradas con los temas importantes que fueron el origen que la sociedad en nuestros días pueda tener el legítimo derecho de exigir igualdad económica y denunciar todo tipo de concentración criminal de la riqueza. El "Che" Guevara, les parece un personaje muy "cool" que les permite estar a la moda el Che hoy es casi un producto de la globalización mundial.

Algunos hombres cuando tienen ideales concebidos desde su juventud, tienen serias dificultades en el inicio de su vida para encontrar interlocutores que los comprendan y sobre todo que no juzguen como una conducta desadaptada la manera de visualizar los factores responsables de las injusticias y las dictaduras que durante mucho tiempo dominaron América Latina. Por esa razón para nuestra generación fue un auténtico faro que iluminaba nuestros senderos, personajes como el periodista Francisco Martínez de la Vega a quien tuvimos la oportunidad de tratar en este puerto gracias a la amistad que este ilustre potosino, que gobernara su estado para poner fin al cacicazgo de Gonzalo N. Santos, del Doctor Ismael Alanís Silva, quien fuera rector de una universidad privada en nuestra ciudad y una verdadera personalidad en materia de entender las inquietudes de los jóvenes.

Don Paco Martínez de la Vega fue la primer persona que escuchó la convicción nuestra de que el Che Guevara había sido traicionado en la sierra de Bolivia por el filósofo francés Régis Debray, que en el colmo del "snobismo intelectual" se introdujo en el grupo guerrillero que operaba clandestinamente al mando del "Comandante Ramón" el "alias" con el que el Che Guevara escondía su personalidad. Hace unos días el sociólogo Manuel Sevilla quién hace periodismo de investigación en un semanario de la localidad me entrevistó con motivo del aniversario del asesinato del "Che" Guevara en Bolivia, celebrado también en todo el mundo, reconociendo al Che Guevara como un auténtico Baluarte de las ideas más nobles que puedan servir de bandera a los jóvenes de nuestro tiempo. El sociólogo Sevilla conocía mi convicción de que el Che Guevara había sido traicionado en aquella época por Régis Debray, quién posteriormente gracias a la "fama" que adquirió en los grupos intelectuales de París por su relación con el Guerrillero heroico, alcanzó el grado de asesor del presidente Francoise Mitterrand. Me mostró un artículo escrito por Eduardo Febbro publicado en la versión en español del periódico francés "Le Monde" en donde técnicamente está comprobada la infidelidad de Régis Debray hacia el Che Guevara y su relación con la CIA a quienes informó en su momento con detalle en donde estaba exactamente localizado el puñado de hombre solitarios, hambrientos y enfermos que comandaba el Che en la sierra Boliviana. Se documentó también que este filósofo francés estuvo preso 4 años en una cárcel de Bolivia y fue liberado de manera furtiva por un operativo militar adiestrado por la CIA que lo extrajo de forma escrupulosa sin tener confrontación armada con los militares que lo tenían encarcelado. Esta acción fue con el fin de asegurar la vida de este traidor francés porque ya la acción vengadora de los seguidores del Che en Bolivia habían tomado el acuerdo de eliminarlo.

Posiblemente la mayor desgracia que puede vivir el legado que representara la personalidad del Che Guevara es que la sociedad de consumo lo convirtió en un emblema comercial que lo vemos plasmado en camisetas, posters, llaveros, he incluso en algunos objetos de marca como bolsas, que usan las damas de la alta sociedad. No es extraño encontrar en la oficina de algún ejecutivo experto en globalización financiera un retrato del Che Guevara tomando café o fumando un puro, recostado en el suelo durante su estancia en el Congo, donde fue el primer sitio del periplo que lo llevó a Bolivia donde se convirtió en esa figura de nobleza y de congruencia que llegó hasta el sacrificio para sostener la necesidad de que en algún momento la humanidad se levantaría y se echaría andar para romper las cadenas coloniales.

Nuestro tiempo desafortunadamente está matizado por el desánimo y la falta de ideales, sobre todo en los sectores de la juventud, a quienes encuentro endemoniadamente pragmáticos y con una disposición para encausar su vida sobre el exclusivo objetivo de ganar dinero, sobre cualquier obstáculo, incluso arriesgando su propia libertad. Pareciera ser que la meta de todo joven está obsesionada en la intención de que desaparezca para siempre el andar cansado pero eterno del Rocinante latinoamericano en el que todavía algunos Quijotes quieren montar. Resulta más interesante y productivo analizar la vida de un narcotraficamente exitoso, que el ejemplo de la fortaleza moral y de sacrificio que por su patria universal el Che Guevara luchó. Quizá lo más importante a 40 años de la muerte de este portentoso personaje que lo mismo leía a Trosky que a Pablo Neruda, Vallejo, Guillén y León Felipe, quien desde nuestro país le enviara al Che al Congo una carta en donde le hacía un reconocimiento por su lucha en favor del prójimo. Este fue el término que León Felipe utilizó al enviarle un libro de poesias escritas desde el sentimiento de un viejo poeta a quien la vida se le escapaba y tenía la sensación, que él podría renacer en todo lo que el Che representaba, es su vigencia.

Atrás se quedó Marilyn Monroy, JFK, Jim Morrison, Malcom X, quienes también fueron figuras destacadas de la década de los 60 pero no tuvieron finalmente lo que al Che le sobró: Contenido político y reivindicador, que se transformó con el tiempo en un legado que está convertido casi en la destilación de los sueños de cambio radical de aquella época desvanecida pero añorada.

Mateo de la Rosa fue medalla de oro en una olimpiada que se celebró en los 60 en Europa, en la especialidad de levantamiento de pesas...

Nacido en Tampico, formaba parte de nuestra generación, con la salvedad de que él era un convencido que su destino estaba escrito para convertirse en un deportista internacional y alcanzar con esto la cumbre de esa montaña imaginaria que todo joven lleva en sus sueños para escalar en la vida. Era miembro de los segmentos juveniles que se encontraban en Tampico distribuidos en diversas actividades para concluir su formación personal para enfrentarse a la vida. Mientras otra parte de nuestra generación le apostaba a la escolaridad universitaria para poner en practica nuestros propósitos de hacer posible el país que queríamos vivir, Mateo pudo conocer el mundo merced a su fortaleza física que lo convirtió en un titán que alcanzó la presea más importante para un deportista amateur.

Mateo de la Rosa tuvo la oportunidad de recibir personalmente de el "Che" Guevara un reconocimiento que la Revolución Cubana le hizo por sus méritos alcanzados en nombre de la juventud latinoamericana en la olimpiada en que resultó vencedor. Recuerdo como si fuera ayer que nos contó su desagradable experiencia al tener frente de si al "Che" Guevara: "Era un hombre de un aspecto imponente, con la barba crecida, con olor a tabaco, lo mismo que Fidel Castro". Este fue quizá el único contacto que nuestra generación tuvo con ese personaje que está convertido hoy en icono mundial y que desafortunadamente quienes en su momento lo combatieron hoy lo utilizan como un logotipo que les proporciona la imagen -eso piensan- de ser personas involucradas con los temas importantes que fueron el origen que la sociedad en nuestros días pueda tener el legítimo derecho de exigir igualdad económica y denunciar todo tipo de concentración criminal de la riqueza. El "Che" Guevara, les parece un personaje muy "cool" que les permite estar a la moda el Che hoy es casi un producto de la globalización mundial.

Algunos hombres cuando tienen ideales concebidos desde su juventud, tienen serias dificultades en el inicio de su vida para encontrar interlocutores que los comprendan y sobre todo que no juzguen como una conducta desadaptada la manera de visualizar los factores responsables de las injusticias y las dictaduras que durante mucho tiempo dominaron América Latina. Por esa razón para nuestra generación fue un auténtico faro que iluminaba nuestros senderos, personajes como el periodista Francisco Martínez de la Vega a quien tuvimos la oportunidad de tratar en este puerto gracias a la amistad que este ilustre potosino, que gobernara su estado para poner fin al cacicazgo de Gonzalo N. Santos, del Doctor Ismael Alanís Silva, quien fuera rector de una universidad privada en nuestra ciudad y una verdadera personalidad en materia de entender las inquietudes de los jóvenes.

Don Paco Martínez de la Vega fue la primer persona que escuchó la convicción nuestra de que el Che Guevara había sido traicionado en la sierra de Bolivia por el filósofo francés Régis Debray, que en el colmo del "snobismo intelectual" se introdujo en el grupo guerrillero que operaba clandestinamente al mando del "Comandante Ramón" el "alias" con el que el Che Guevara escondía su personalidad. Hace unos días el sociólogo Manuel Sevilla quién hace periodismo de investigación en un semanario de la localidad me entrevistó con motivo del aniversario del asesinato del "Che" Guevara en Bolivia, celebrado también en todo el mundo, reconociendo al Che Guevara como un auténtico Baluarte de las ideas más nobles que puedan servir de bandera a los jóvenes de nuestro tiempo. El sociólogo Sevilla conocía mi convicción de que el Che Guevara había sido traicionado en aquella época por Régis Debray, quién posteriormente gracias a la "fama" que adquirió en los grupos intelectuales de París por su relación con el Guerrillero heroico, alcanzó el grado de asesor del presidente Francoise Mitterrand. Me mostró un artículo escrito por Eduardo Febbro publicado en la versión en español del periódico francés "Le Monde" en donde técnicamente está comprobada la infidelidad de Régis Debray hacia el Che Guevara y su relación con la CIA a quienes informó en su momento con detalle en donde estaba exactamente localizado el puñado de hombre solitarios, hambrientos y enfermos que comandaba el Che en la sierra Boliviana. Se documentó también que este filósofo francés estuvo preso 4 años en una cárcel de Bolivia y fue liberado de manera furtiva por un operativo militar adiestrado por la CIA que lo extrajo de forma escrupulosa sin tener confrontación armada con los militares que lo tenían encarcelado. Esta acción fue con el fin de asegurar la vida de este traidor francés porque ya la acción vengadora de los seguidores del Che en Bolivia habían tomado el acuerdo de eliminarlo.

Posiblemente la mayor desgracia que puede vivir el legado que representara la personalidad del Che Guevara es que la sociedad de consumo lo convirtió en un emblema comercial que lo vemos plasmado en camisetas, posters, llaveros, he incluso en algunos objetos de marca como bolsas, que usan las damas de la alta sociedad. No es extraño encontrar en la oficina de algún ejecutivo experto en globalización financiera un retrato del Che Guevara tomando café o fumando un puro, recostado en el suelo durante su estancia en el Congo, donde fue el primer sitio del periplo que lo llevó a Bolivia donde se convirtió en esa figura de nobleza y de congruencia que llegó hasta el sacrificio para sostener la necesidad de que en algún momento la humanidad se levantaría y se echaría andar para romper las cadenas coloniales.

Nuestro tiempo desafortunadamente está matizado por el desánimo y la falta de ideales, sobre todo en los sectores de la juventud, a quienes encuentro endemoniadamente pragmáticos y con una disposición para encausar su vida sobre el exclusivo objetivo de ganar dinero, sobre cualquier obstáculo, incluso arriesgando su propia libertad. Pareciera ser que la meta de todo joven está obsesionada en la intención de que desaparezca para siempre el andar cansado pero eterno del Rocinante latinoamericano en el que todavía algunos Quijotes quieren montar. Resulta más interesante y productivo analizar la vida de un narcotraficamente exitoso, que el ejemplo de la fortaleza moral y de sacrificio que por su patria universal el Che Guevara luchó. Quizá lo más importante a 40 años de la muerte de este portentoso personaje que lo mismo leía a Trosky que a Pablo Neruda, Vallejo, Guillén y León Felipe, quien desde nuestro país le enviara al Che al Congo una carta en donde le hacía un reconocimiento por su lucha en favor del prójimo. Este fue el término que León Felipe utilizó al enviarle un libro de poesias escritas desde el sentimiento de un viejo poeta a quien la vida se le escapaba y tenía la sensación, que él podría renacer en todo lo que el Che representaba, es su vigencia.

Atrás se quedó Marilyn Monroy, JFK, Jim Morrison, Malcom X, quienes también fueron figuras destacadas de la década de los 60 pero no tuvieron finalmente lo que al Che le sobró: Contenido político y reivindicador, que se transformó con el tiempo en un legado que está convertido casi en la destilación de los sueños de cambio radical de aquella época desvanecida pero añorada.