/ miércoles 15 de agosto de 2018

Con café y a media luz | ¿Y en el centro, apá?

Aunque la noticia fue dada a conocer hace algunos días, querido amigo lector, usted y yo no habíamos tenido la oportunidad de charlar al respecto y, salvo su mejor opinión, considero que hablar del fracaso del proyecto de remodelación del parque “Pedro José Méndez”, es algo que debemos poner en la mesa de esta mañana mientras tomamos una aromática taza de café.

Este lugar de esparcimiento deportivo fue, durante muchos años, un espacio netamente familiar en el que las resbaladillas de concreto eran usadas como lugares de sombra en el que los enamorados de los años “cincuentas” y “sesentas”, charlaban de amor, mientras que las chiquillas caminaban despacito a la panadería cercana para hacer tiempo y observar a los basquetbolistas que allí entrenaban.

Para los ochentas, la vagancia y la malvivencia hicieron de este lugar un punto sumamente riesgoso que inspiraba terror cuando empezaba a oscurecer y había que transitar por alguna de sus calles o, incluso, cruzar por sus canchas, aunque la Delegación de Seguridad Pública se encontrara justo en la acera de enfrente.

En sus alrededores se tejieron centenares de historias de todo tipo. Había leyendas de tipo detectivescas, fantasmagóricas, de amor y desamor, de despecho y más. Los “pelones” de la escuela prevocacional número uno de Tampico, dirimían allí sus diferencias, muy propias por el picor de la edad “de la punzada”, con una buena tanda de trompadas que eran ovacionadas por los compañeros. Los chamacos grandulones de las prepas “México” y “Tampico” y el Colegio de Bachilleres, “galaneaban” con “las de tercero” de “secu” buscando demostrar los dotes de conquistador.

También pude ser testigo de cómo una “cascarita” de colonia se podía convertir en una tremenda batalla campal por defender el honor de la sagrada camiseta del equipo del barrio bravo de “el cascajo” contra los de “la del pueblo”, esa tarde todo mundo salió corriendo al grito de “mujeres y niños primero”.

Una buena cantidad de dinero se le estuvo invirtiendo a esta plaza durante las administraciones anteriores. Se modernizó, se iluminó y se promovió como un centro del quehacer deportivo y organizaciones dedicadas a la consolidación de la sociedad a través de los valores, como la de Fuerzas Unidas por Tampico, vieron en el parque “Méndez” un lugar para proyectar todo su trabajo en bien de la zona conurbada.

Al inicio de la gestión que está por concluir, escuché un proyecto que me llenó de alegría y, al observar la maqueta, para mis adentros exclamé ¡Por fin le va a tocar algo al centro de Tampico! Se trataba de una transformación integral y completa a la estructura del parque “Pedro José Méndez”.

¡Qué maravilla! El proyecto ejecutivo mostraba un área de recreación infantil con todo tipo de aparatos que motivaban al desarrollo del menor de manera divertida y segura; una concha acústica de primer orden en la que se presentarían espectáculos culturales como conciertos y obras teatrales; una velaria para la relajación y las tradicionales áreas deportivas con nuevos materiales, así como una promesa de la promoción de otras disciplinas para acaparar la atención de un buen número de tampiqueños.

Desafortunadamente todo quedó en una buena intención. Al parecer nadie se interesó en este lugar que, curiosamente, por si alguien no lo notó, está en la zona cero de Tampico, misma que, con cada día que pasa, la noto más abandonada y olvidada en lo que a materia de inversiones se refiere.

Le suplico que no malentienda mis palabras. Aplaudo y alabo la inversión enorme de la iniciativa privada en la zona dorada, en Altama y a lo largo de la avenida Hidalgo. Me emociona ver la creación de nuevos centros comerciales y los anuncios pomposos de salas de cine en Altamira, así como la llegada de más marcas de prestigio que antes se hallaban en Guadalajara, Ciudad de México y Monterrey.

Pero, como dijera el niño en el comercial de la camioneta ¿Y el centro, “apá”?

Perdone que insista pero, este pobre iluso pensó que con la transformación del parque Méndez empezaría una tendencia que marcaría un renacer en el corazón del puerto de la jaiba y la nutria, y los vecinos de este sector no tendrían la necesidad de desplazarse a otra área de nuestra convulsa zona conurbada para realizar algunos paseos o adquirir diversos productos.

¡Hasta la próxima!

Aunque la noticia fue dada a conocer hace algunos días, querido amigo lector, usted y yo no habíamos tenido la oportunidad de charlar al respecto y, salvo su mejor opinión, considero que hablar del fracaso del proyecto de remodelación del parque “Pedro José Méndez”, es algo que debemos poner en la mesa de esta mañana mientras tomamos una aromática taza de café.

Este lugar de esparcimiento deportivo fue, durante muchos años, un espacio netamente familiar en el que las resbaladillas de concreto eran usadas como lugares de sombra en el que los enamorados de los años “cincuentas” y “sesentas”, charlaban de amor, mientras que las chiquillas caminaban despacito a la panadería cercana para hacer tiempo y observar a los basquetbolistas que allí entrenaban.

Para los ochentas, la vagancia y la malvivencia hicieron de este lugar un punto sumamente riesgoso que inspiraba terror cuando empezaba a oscurecer y había que transitar por alguna de sus calles o, incluso, cruzar por sus canchas, aunque la Delegación de Seguridad Pública se encontrara justo en la acera de enfrente.

En sus alrededores se tejieron centenares de historias de todo tipo. Había leyendas de tipo detectivescas, fantasmagóricas, de amor y desamor, de despecho y más. Los “pelones” de la escuela prevocacional número uno de Tampico, dirimían allí sus diferencias, muy propias por el picor de la edad “de la punzada”, con una buena tanda de trompadas que eran ovacionadas por los compañeros. Los chamacos grandulones de las prepas “México” y “Tampico” y el Colegio de Bachilleres, “galaneaban” con “las de tercero” de “secu” buscando demostrar los dotes de conquistador.

También pude ser testigo de cómo una “cascarita” de colonia se podía convertir en una tremenda batalla campal por defender el honor de la sagrada camiseta del equipo del barrio bravo de “el cascajo” contra los de “la del pueblo”, esa tarde todo mundo salió corriendo al grito de “mujeres y niños primero”.

Una buena cantidad de dinero se le estuvo invirtiendo a esta plaza durante las administraciones anteriores. Se modernizó, se iluminó y se promovió como un centro del quehacer deportivo y organizaciones dedicadas a la consolidación de la sociedad a través de los valores, como la de Fuerzas Unidas por Tampico, vieron en el parque “Méndez” un lugar para proyectar todo su trabajo en bien de la zona conurbada.

Al inicio de la gestión que está por concluir, escuché un proyecto que me llenó de alegría y, al observar la maqueta, para mis adentros exclamé ¡Por fin le va a tocar algo al centro de Tampico! Se trataba de una transformación integral y completa a la estructura del parque “Pedro José Méndez”.

¡Qué maravilla! El proyecto ejecutivo mostraba un área de recreación infantil con todo tipo de aparatos que motivaban al desarrollo del menor de manera divertida y segura; una concha acústica de primer orden en la que se presentarían espectáculos culturales como conciertos y obras teatrales; una velaria para la relajación y las tradicionales áreas deportivas con nuevos materiales, así como una promesa de la promoción de otras disciplinas para acaparar la atención de un buen número de tampiqueños.

Desafortunadamente todo quedó en una buena intención. Al parecer nadie se interesó en este lugar que, curiosamente, por si alguien no lo notó, está en la zona cero de Tampico, misma que, con cada día que pasa, la noto más abandonada y olvidada en lo que a materia de inversiones se refiere.

Le suplico que no malentienda mis palabras. Aplaudo y alabo la inversión enorme de la iniciativa privada en la zona dorada, en Altama y a lo largo de la avenida Hidalgo. Me emociona ver la creación de nuevos centros comerciales y los anuncios pomposos de salas de cine en Altamira, así como la llegada de más marcas de prestigio que antes se hallaban en Guadalajara, Ciudad de México y Monterrey.

Pero, como dijera el niño en el comercial de la camioneta ¿Y el centro, “apá”?

Perdone que insista pero, este pobre iluso pensó que con la transformación del parque Méndez empezaría una tendencia que marcaría un renacer en el corazón del puerto de la jaiba y la nutria, y los vecinos de este sector no tendrían la necesidad de desplazarse a otra área de nuestra convulsa zona conurbada para realizar algunos paseos o adquirir diversos productos.

¡Hasta la próxima!