/ domingo 11 de agosto de 2019

Y usted… ¿qué hace mientras vive?

¿Alguna vez ha pensado hacer a un lado, aunque sea por un momento, su rutinario cuanto demandante trabajo, para sentarse simplemente a escuchar a su alrededor las vibrantes notas que le obsequia el silencio?

¿Alguna vez se ha preguntado, así sea sólo de vez en cuando,qué espera para disfrutar el estruendo grandioso que le regala el murmullo de la vida, mientras impensadamente pasa junto a usted?

¿No desearía, de tiempo en tiempo, desconectar su televisor; dejar de ver el futbol y desintoxicarse de su mundo digital, con su agobiante carga de iphones, ipads y laptops, para que, con sus pies en la arena de la playa y en el silencio de su asombro, descubra el momento en el que aparece el sol por el rumbo de la aurora?

Antes que la vida se consuma, sumando en islas de verdor los años, contad uno por uno sus escaños, porque la vida nomás es una suma…MANUEL PONCE

Quizás no. Pero no se preocupe. Usted no es el único que piensa que el “trabajo fecundo y creador”, mientras más enajenante y exigente sea, es aquello que con seguridad le conducirá al éxito y por consiguiente a la felicidad por todos anhelada. Todavía hay quienes creen que la vida debe aprovecharse sólo para ser productivos y competitivos, porque como ya lo dijo Freud, nacimos para “trabajar y para amar”. Y claro que esto es verdad, aunque desgraciadamente la última parte de su dicho a menudo se olvida, junto con muchas otras cosas verdaderamente trascendentes como el saber gestionar nuestras emociones y cultivar los valores superiores del espíritu. Pero según los defensores de la frase, la segunda parte es irrelevante y sólo nos hace perder el tiempo y acaba, como diría Sor Juana Inés de la Cruz de su retrato, siendo sólo “una necia diligencia errada”

Pero debo decirle, si me lo permite, que no se puede realmente disfrutar de la vida sólo viviendo para trabajar, usando como justificante el sutil pretexto de que lo hacemos para asegurar nuestro futuro y el de nuestros hijos, lo que es válido y loable por cierto, siempre y cuando en ese camino no se incluya el olvido del presente de todos , que supone la donación del amor y la presencia con su familia, necesarios para crecer.

Porque, y usted lo sabe bien,su felicidad y la de los suyos no depende únicamente de que usted haya escalado la primera posición en su trabajo, con todas las comodidades que esto trae consigo, si a cambio de eso se olvida de platicar con sus hijos; que haya sido considerado en su empresa como un súper ejecutivo, si ello significa el abandono de su esposa, de sus padres y de sus amigos o de que tenga un magnífico salario y un despacho esplendoroso, si no tiene tiempo para estar con los que dice amar. Se trata en el fondo de todo del respeto a su dignidad como persona y la delos demás y de que aparte detener para vivir, deje un resquicio de su vivir para servir.Espero sinceramente que no piense que este es un llamado ala mediocridad o a la flojera y a desestimar el progreso y la creatividad. De hecho es cierto lo que muchos piensan: ¿qué es un poeta al lado del producto interno bruto? Pero debo decirle que aun la rosa que nunca nadie vio, para algo sirvió así fuera sólo como ornato del universo.Pero lo que sí le aseguro es que ninguno de nosotros,cuando esté ya para partir, será tan necio como para lamentar el no haber podido estar más tiempo en el trabajo y la oficina y menos con su familia. Porque en el fondo, si me lo permite, este es sólo un llamado al equilibrio que la vida nos reclama para ser realmente felices.

Porque es sólo ese balance el que podrá impedir que el estrés que tantos sufrimos en este brillante y nuevo siglo de las luces, nos conduzca irremediablemente a esa autoinducida destrucción emocional que los expertos llaman “trastorno generalizado de la ansiedad”. Y este es por desgracia el tributo que debemos pagar por ser, o pretender “el eje y la flecha de nuestra propia evolución” como la llama el jesuita Th de Chardin. Y a nuestra sed desmesurada por tener cada día más, creyendo ilusamente que más es mejor.

Elon Musk, brillante empresario e innovador, reconocido mundialmente por su creatividad en ingenio en los negocios, (los coches autónomos y otras novedades tecnológicas) dijo una vez a sus ejecutivos que si en verdad querían cambiar al mundo, deberían trabajar al menos 18 horas diarias.

Y yo le pregunto…¿ usted cómo quiere cambiar su mundo?

¿Alguna vez ha pensado hacer a un lado, aunque sea por un momento, su rutinario cuanto demandante trabajo, para sentarse simplemente a escuchar a su alrededor las vibrantes notas que le obsequia el silencio?

¿Alguna vez se ha preguntado, así sea sólo de vez en cuando,qué espera para disfrutar el estruendo grandioso que le regala el murmullo de la vida, mientras impensadamente pasa junto a usted?

¿No desearía, de tiempo en tiempo, desconectar su televisor; dejar de ver el futbol y desintoxicarse de su mundo digital, con su agobiante carga de iphones, ipads y laptops, para que, con sus pies en la arena de la playa y en el silencio de su asombro, descubra el momento en el que aparece el sol por el rumbo de la aurora?

Antes que la vida se consuma, sumando en islas de verdor los años, contad uno por uno sus escaños, porque la vida nomás es una suma…MANUEL PONCE

Quizás no. Pero no se preocupe. Usted no es el único que piensa que el “trabajo fecundo y creador”, mientras más enajenante y exigente sea, es aquello que con seguridad le conducirá al éxito y por consiguiente a la felicidad por todos anhelada. Todavía hay quienes creen que la vida debe aprovecharse sólo para ser productivos y competitivos, porque como ya lo dijo Freud, nacimos para “trabajar y para amar”. Y claro que esto es verdad, aunque desgraciadamente la última parte de su dicho a menudo se olvida, junto con muchas otras cosas verdaderamente trascendentes como el saber gestionar nuestras emociones y cultivar los valores superiores del espíritu. Pero según los defensores de la frase, la segunda parte es irrelevante y sólo nos hace perder el tiempo y acaba, como diría Sor Juana Inés de la Cruz de su retrato, siendo sólo “una necia diligencia errada”

Pero debo decirle, si me lo permite, que no se puede realmente disfrutar de la vida sólo viviendo para trabajar, usando como justificante el sutil pretexto de que lo hacemos para asegurar nuestro futuro y el de nuestros hijos, lo que es válido y loable por cierto, siempre y cuando en ese camino no se incluya el olvido del presente de todos , que supone la donación del amor y la presencia con su familia, necesarios para crecer.

Porque, y usted lo sabe bien,su felicidad y la de los suyos no depende únicamente de que usted haya escalado la primera posición en su trabajo, con todas las comodidades que esto trae consigo, si a cambio de eso se olvida de platicar con sus hijos; que haya sido considerado en su empresa como un súper ejecutivo, si ello significa el abandono de su esposa, de sus padres y de sus amigos o de que tenga un magnífico salario y un despacho esplendoroso, si no tiene tiempo para estar con los que dice amar. Se trata en el fondo de todo del respeto a su dignidad como persona y la delos demás y de que aparte detener para vivir, deje un resquicio de su vivir para servir.Espero sinceramente que no piense que este es un llamado ala mediocridad o a la flojera y a desestimar el progreso y la creatividad. De hecho es cierto lo que muchos piensan: ¿qué es un poeta al lado del producto interno bruto? Pero debo decirle que aun la rosa que nunca nadie vio, para algo sirvió así fuera sólo como ornato del universo.Pero lo que sí le aseguro es que ninguno de nosotros,cuando esté ya para partir, será tan necio como para lamentar el no haber podido estar más tiempo en el trabajo y la oficina y menos con su familia. Porque en el fondo, si me lo permite, este es sólo un llamado al equilibrio que la vida nos reclama para ser realmente felices.

Porque es sólo ese balance el que podrá impedir que el estrés que tantos sufrimos en este brillante y nuevo siglo de las luces, nos conduzca irremediablemente a esa autoinducida destrucción emocional que los expertos llaman “trastorno generalizado de la ansiedad”. Y este es por desgracia el tributo que debemos pagar por ser, o pretender “el eje y la flecha de nuestra propia evolución” como la llama el jesuita Th de Chardin. Y a nuestra sed desmesurada por tener cada día más, creyendo ilusamente que más es mejor.

Elon Musk, brillante empresario e innovador, reconocido mundialmente por su creatividad en ingenio en los negocios, (los coches autónomos y otras novedades tecnológicas) dijo una vez a sus ejecutivos que si en verdad querían cambiar al mundo, deberían trabajar al menos 18 horas diarias.

Y yo le pregunto…¿ usted cómo quiere cambiar su mundo?