/ sábado 7 de diciembre de 2019

Zona Dorada

Encontré a Bogar bien encabronado, ya nadie viene al centro a verme...

Me dijo; los tampiqueños de las colonias “nice” ya no pasean por el Centro Histórico ni se sientan conmigo, la Plaza de la Libertad está olvidada, la de Armas también; no veo a los tampiqueños en las principales calles del puerto, ahora peatonales; la Aduana, la Muelle, Rivera y, sobre todo, la calle Colón de mis recuerdos y de mi pasantía como abogado en el despacho del querido Lic. Reniú. Los juzgados civiles de primera instancia y menores alojados en el palacio municipal junto con las oficinas de Tránsito y la Fiscal.

Nadie me visita, continuó diciéndome neciamente. No vienen ni a las tortas de la barda, es más, los tampiqueños ya no conocen ni las calles del centro, se pierden, se meten en contrarruta. No sé si suenen las serenatas de los jueves y domingos. La misma Catedral ha sido olvidada, se prefieren iglesias en colonias “fifí”, y las reuniones se llevan a cabo en los clubes privados. Los cafés y restaurantes de moda, los centros comerciales, franquicias con nombres americanos proliferan en nuestro puerto. Ya parecemos una sucursal gringa.

Sin embargo, debo reconocer algunos habituales trasnochados en las tertulias de viernes y sábado en el Casino Tampiqueño, entre ellos personalidades como el difunto querido amigo Antonio Deschamps y su bella esposa, la familia Gómez de destacados artistas del canto y la poesía, y hasta hombres de empresa como el Ing. Arroyo y don Pedro Gómez Valladares, mejor conocido como “Pilo”, amigo de toda la vida.

Ahora la ciudad brilla, ¡¡¡en la Zona Dorada!!!

Encontré a Bogar bien encabronado, ya nadie viene al centro a verme...

Me dijo; los tampiqueños de las colonias “nice” ya no pasean por el Centro Histórico ni se sientan conmigo, la Plaza de la Libertad está olvidada, la de Armas también; no veo a los tampiqueños en las principales calles del puerto, ahora peatonales; la Aduana, la Muelle, Rivera y, sobre todo, la calle Colón de mis recuerdos y de mi pasantía como abogado en el despacho del querido Lic. Reniú. Los juzgados civiles de primera instancia y menores alojados en el palacio municipal junto con las oficinas de Tránsito y la Fiscal.

Nadie me visita, continuó diciéndome neciamente. No vienen ni a las tortas de la barda, es más, los tampiqueños ya no conocen ni las calles del centro, se pierden, se meten en contrarruta. No sé si suenen las serenatas de los jueves y domingos. La misma Catedral ha sido olvidada, se prefieren iglesias en colonias “fifí”, y las reuniones se llevan a cabo en los clubes privados. Los cafés y restaurantes de moda, los centros comerciales, franquicias con nombres americanos proliferan en nuestro puerto. Ya parecemos una sucursal gringa.

Sin embargo, debo reconocer algunos habituales trasnochados en las tertulias de viernes y sábado en el Casino Tampiqueño, entre ellos personalidades como el difunto querido amigo Antonio Deschamps y su bella esposa, la familia Gómez de destacados artistas del canto y la poesía, y hasta hombres de empresa como el Ing. Arroyo y don Pedro Gómez Valladares, mejor conocido como “Pilo”, amigo de toda la vida.

Ahora la ciudad brilla, ¡¡¡en la Zona Dorada!!!