/ martes 28 de junio de 2016

Negocios en la Luna

Hace casi 45 años desde la última vez que el hombre puso lospies en la Luna. Las imágenes de la tripulación del Apolo XVIIposando el módulo Challenger en la superficie selenitaprácticamente se ha borrado de la memoria, junto con una época enque la Luna dejó de ser una territorio sólo para poetas, locos yenamorados. Desde entonces, se volvió metafóricamente máslejana. La Nasa, la agencia espacial norteamericana, dejó deinteresarse en su exploración.

Hubo iniciativas de la ex Unión Soviética y de China para ir ala Luna, pero con naves no tripuladas. Fueron experienciasinteresantes, pero sin el tono espectacular de los grandes avancescientíficos de los primeros tiempos, cuando la carrera a la Lunaera un empeño constante de Estados Unidos para demostrar su fuerzaen los días de la Guerra Fría. Ahora, todo parece indicar que laconquista de la Luna se convertirá en un objetivo de lasiniciativas privadas.

"Si dependemos sólo de los gobiernos, el universo continuaráinexplorado", señala el ingeniero John Thorton, fundador de lacompañía norteamericana Astrobotic, que tiene entre sus planes elenvío de la primera sonda privada a la Luna, para el año queviene. Si logra cumplir esa meta, se ganará la recompensa de 20millones de dólares prometida por el premiación Lunar, unaalianza entre Google y la organización sin fines de lucro Xprize,para la primera compañía de la historia en llevar a cabo laestratosférica misión.

El premio Lunar fue instituido en 2007 con un claro objetivo:"Incentivar a los emprendedores especiales a crear una nueva era deacceso barato a la Luna y sus alrededores". Para entrar a lacompetición era necesario que un equipo de científicoscalificados presentara un proyecto realizable para posarse en elsatélite y recorrer una distancia de 500 metros en el suelo lunar,por medio de una sonda controlada a distancia desde la Tierra.

La condición era que al menos el 90 por ciento delfinanciamiento del proyecto se financiará con el sector privado yel otro 10 por ciento podía salir del gobierno. El botínprometido de 30 millones de dólares se repartirá en 20 millonespara la iniciativa ganadora, 5 millones para el segundo lugar yotros 5 millones a los que desarrollarán una serie de etapascientíficas preestablecidas. A pesar de la seriedad de los sociosfundadores, la competición estaba, hasta hace poco, envuelta en eldescrédito.

La promesa inicial era lanzar un cohete en 2012. Sin embargo,cuando llegó la fecha, Lunar puso el freno y anunció que ningúnequipo estaba próximo a elaborar una propuesta razonable paratriunfar. El plazo, entonces, se extendió para el 2015, luego parael 2016 y recientemente para el 2017. De las 29 empresas quepostulaban, de 14 países, hubo 13 que desistieron. "No es fácilser el primero en realizar algo tan audaz", señala lanorteamericana Chanda Gonzales-Mowrer, directora de Lunar. "Perodespués de llegar allá y colocar nuestro nombre en los libros dehistoria, nadie se acordará de los problemas, sólo de lagloria".

La gloria está cada vez más cerca. A fines del año pasado,dos competidores firmaron contratos para lanzar cohetes equipadoscon sondas para la exploración lunar, durante el 2017. La empresanorteamericana Moon Express se asoció la neozelandesa Rocket Lab,que disponía de una base de lanzamiento en Estados Unidos. Por suparte, la empresa israelí SpaceIL ofrece una sociedad aún máspromisoria con SpaceX, perteneciente a Elon Musk, el fundador deTesla y cuyos cohetes Falcon fueron los primeros del sector privadoen cruzar la órbita terrestre, en 2008. Space X también espionera en el envío y recuperación de una nave espacialparticular y ha realizado misiones para la Estación EspacialInternacional.

Como toda empresa sin financiamiento estatal, la iniciativaprivada en la Luna tiene en mente algunas ideas comerciales quejustifican el esfuerzo. Las oportunidades de negocios espacialesson tan variadas y auspiciosas que incluso Audi, la prestigiosaindustria de automóviles alemana, patrocina a PartTimeScientist,uno de los proyectos en competencia, con el objetivo de ser "laprimera marca de lujo en la Luna".

"El segmento privado está en mejores condiciones de transformarla exploración espacial en un negocio lucrativo, basándose enrubros como la promoción del turismo, las acciones de marketing ylas investigaciones científicas", explica el ingeniero JohnThorton, CEO del grupo Astrobotic. "Por lo tanto, se trata de unaempresa sustentable a largo plazo. Está pasando lo mismo que enlas grandes exploraciones de navegación entre los siglos XV yXVII, que empezaron como empresas estatales y luego pasaron alsector privado".

Hace casi 45 años desde la última vez que el hombre puso lospies en la Luna. Las imágenes de la tripulación del Apolo XVIIposando el módulo Challenger en la superficie selenitaprácticamente se ha borrado de la memoria, junto con una época enque la Luna dejó de ser una territorio sólo para poetas, locos yenamorados. Desde entonces, se volvió metafóricamente máslejana. La Nasa, la agencia espacial norteamericana, dejó deinteresarse en su exploración.

Hubo iniciativas de la ex Unión Soviética y de China para ir ala Luna, pero con naves no tripuladas. Fueron experienciasinteresantes, pero sin el tono espectacular de los grandes avancescientíficos de los primeros tiempos, cuando la carrera a la Lunaera un empeño constante de Estados Unidos para demostrar su fuerzaen los días de la Guerra Fría. Ahora, todo parece indicar que laconquista de la Luna se convertirá en un objetivo de lasiniciativas privadas.

"Si dependemos sólo de los gobiernos, el universo continuaráinexplorado", señala el ingeniero John Thorton, fundador de lacompañía norteamericana Astrobotic, que tiene entre sus planes elenvío de la primera sonda privada a la Luna, para el año queviene. Si logra cumplir esa meta, se ganará la recompensa de 20millones de dólares prometida por el premiación Lunar, unaalianza entre Google y la organización sin fines de lucro Xprize,para la primera compañía de la historia en llevar a cabo laestratosférica misión.

El premio Lunar fue instituido en 2007 con un claro objetivo:"Incentivar a los emprendedores especiales a crear una nueva era deacceso barato a la Luna y sus alrededores". Para entrar a lacompetición era necesario que un equipo de científicoscalificados presentara un proyecto realizable para posarse en elsatélite y recorrer una distancia de 500 metros en el suelo lunar,por medio de una sonda controlada a distancia desde la Tierra.

La condición era que al menos el 90 por ciento delfinanciamiento del proyecto se financiará con el sector privado yel otro 10 por ciento podía salir del gobierno. El botínprometido de 30 millones de dólares se repartirá en 20 millonespara la iniciativa ganadora, 5 millones para el segundo lugar yotros 5 millones a los que desarrollarán una serie de etapascientíficas preestablecidas. A pesar de la seriedad de los sociosfundadores, la competición estaba, hasta hace poco, envuelta en eldescrédito.

La promesa inicial era lanzar un cohete en 2012. Sin embargo,cuando llegó la fecha, Lunar puso el freno y anunció que ningúnequipo estaba próximo a elaborar una propuesta razonable paratriunfar. El plazo, entonces, se extendió para el 2015, luego parael 2016 y recientemente para el 2017. De las 29 empresas quepostulaban, de 14 países, hubo 13 que desistieron. "No es fácilser el primero en realizar algo tan audaz", señala lanorteamericana Chanda Gonzales-Mowrer, directora de Lunar. "Perodespués de llegar allá y colocar nuestro nombre en los libros dehistoria, nadie se acordará de los problemas, sólo de lagloria".

La gloria está cada vez más cerca. A fines del año pasado,dos competidores firmaron contratos para lanzar cohetes equipadoscon sondas para la exploración lunar, durante el 2017. La empresanorteamericana Moon Express se asoció la neozelandesa Rocket Lab,que disponía de una base de lanzamiento en Estados Unidos. Por suparte, la empresa israelí SpaceIL ofrece una sociedad aún máspromisoria con SpaceX, perteneciente a Elon Musk, el fundador deTesla y cuyos cohetes Falcon fueron los primeros del sector privadoen cruzar la órbita terrestre, en 2008. Space X también espionera en el envío y recuperación de una nave espacialparticular y ha realizado misiones para la Estación EspacialInternacional.

Como toda empresa sin financiamiento estatal, la iniciativaprivada en la Luna tiene en mente algunas ideas comerciales quejustifican el esfuerzo. Las oportunidades de negocios espacialesson tan variadas y auspiciosas que incluso Audi, la prestigiosaindustria de automóviles alemana, patrocina a PartTimeScientist,uno de los proyectos en competencia, con el objetivo de ser "laprimera marca de lujo en la Luna".

"El segmento privado está en mejores condiciones de transformarla exploración espacial en un negocio lucrativo, basándose enrubros como la promoción del turismo, las acciones de marketing ylas investigaciones científicas", explica el ingeniero JohnThorton, CEO del grupo Astrobotic. "Por lo tanto, se trata de unaempresa sustentable a largo plazo. Está pasando lo mismo que enlas grandes exploraciones de navegación entre los siglos XV yXVII, que empezaron como empresas estatales y luego pasaron alsector privado".

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