Millennials desperdiciados

¿Por qué los jóvenes, principalmente los llamados “millennials”, no sienten interés por la política? Sencillamente porque no se ven representados por un sistema caracterizado por la corrupción, el abuso del poder y por la existencia de castas políticas tradicionales que se han resistido a abrir puertas de participación a las nuevas generaciones.

Asociada al desarrollo de la comunicación digital, internet, teléfono móvil y redes sociales, en cuyo manejo se han vuelto expertos, la juventud actual se refugia en estas herramientas para expresar sus inconformidades, pero sin actuar directamente en asuntos políticos.

Arte

El dibujo, muy benéfico

El promedio de edad en la Cámara de Diputados, por ejemplo, es de 48 años y en la de Senadores es aún mayor, lo que demuestra la poca participación que nuestra “chaviza” tiene en la conducción de los asuntos nacionales.

Ello está erosionando la fortaleza del sistema democrático y puede crear un peligroso vacío de participación que favorezca el resurgimiento de regímenes totalitarios en perjuicio de la voluntad popular.

Pero a pesar de sus enconadas críticas contra el actual Gobierno federal, no se percibe que los partidos de oposición, llámese PAN, PRI, PRD o Partido Verde, estén haciendo algo para agenciarse un universo electoral hasta ahora desdeñado que podría ser motor para sus respectivos proyectos políticos.

Simplemente porque, fieles a añejos patrones, no saben cómo conectar las instituciones públicas con las prácticas y sensibilidades de la muchachada en condiciones de votar. Así que podrán seguir gritando, pero si no se nutren de nuevos valores y liderazgos poco podrán hacer para cambiar el actual estado de cosas. VICENTE FOX, FELIPE CALDERÓN o MARGARITA ZAVALA son piezas desgastadas que solo representan al viejo cuño.

Pero también los modernos sistemas de comunicación han establecido un aislamiento en las acciones juveniles, perdiéndose la interlocución personal aun dentro de la familia y consecuentemente dentro de la sociedad. Los mensajes de texto nunca suplirán al diálogo directo.

He allí un reto colectivo al que parece no se le está haciendo frente. Si no se promueve la participación de los jóvenes en la política mediante la capacitación y el aliento, seguiremos viviendo bajo los viejos esquemas de gobernabilidad que tanto condenamos pero mantenemos con nuestra pasividad.

Cambiando de tema, el reclamo del alcalde de Tampico, JESÚS NADER NASRALLAH, en el sentido de que algunos regidores no muestran mayor interés en cumplir con sus tareas, pone nuevamente en relieve la necesidad de contar con un reglamento específico que rija sus actividades y les obligue a trabajar.

Los regidores llegan a sus cargos como parte de planillas conformadas muchas veces con base en compromisos políticos, amiguismos o como recompensas de grupo. No se sienten, para nada, comprometidos con la ciudadanía y se limitan a estar unas cuantas horas en sus oficinas y a cobrar puntualmente sus jugosos salarios. Y eso sucede en todos los ayuntamientos.

Que les pongan un reloj checador como al resto de los empleados y se les obligue a justificar plenamente sus ausencias, so pena de que los nombres de los faltistas sean hechos públicos. Bastante bien les pagamos los contribuyentes como para que vayan a calentar momentáneamente sus asientos.

Corre la especie de que el exalcalde de Ciudad Madero, ANDRÉS ZORRILLA, está tratando de volver por sus fueros y, según se dice, presume de que está siendo considerado seriamente para ser de nuevo candidato de Acción Nacional a la alcaldía de la excapital petrolera de México. Esto suena a broma tras el desbarajuste que dejó al término de su administración, luego de que tuvo todo para hacer un papel relevante.

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