/ miércoles 8 de julio de 2020

La historia de "Bacho" Salazar

Lo entrenaron tres biblias del futbol; Ignacio Trelles, Fernando Riera y José Antonio Roca

En mi carrera como futbolista, tuve tres auténticas biblias del futbol como entrenadores, Ignacio Trelles, Fernando Riera y José Antonio Roca, los tres técnicos mundialistas que sin duda me dejaron muchas enseñanzas” dice Basilio “Bacho” Salazar, quien asegura ser un privilegiado al que tocó la fortuna de ser dirigido por estos tres más grandes directores técnicos.

Además de jugar al futbol aen compañía de grandes figuras de este deporte a lo largo de una fructífera carrera que incluyó a equipos como Tampico, Madero, Toluca, Monterrey y Tampico-Madero, dejó constancia de su gran pundonor en el terreno de juego, característica que lo acompañó hasta el final de su trayectoria.

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“En 1970-71 a don Nacho Trelles. Yo me acercaba mucho a don Nacho y le preguntaba, ávido de conocer sus experiencias, y yo iba a Toluca y resulta que me encuentro a jugadores que solamente conocía por las revistas como Vantolrá, Jesús del Muro, Vicente Pereda, Albino Morales, Juanito Dosal, Florentino López, el arquerazo español”, recuerda con nostalgia “Bacho” Salazar.

“Al Monterrey nos llega otro gran técnico, don Fernando Riera, el tercer lugar en el Campeonato del Mundo de 62' con la selección de Chile, un tipo muy íntegro, muy honesto. Monterrey, tengo entendido, le dio una cantidad, calificamos, pero él había prometido el campeonato y como no lo logramos, él regresó el cheque y se fue”, menciona.

“Después viene don José Antonio Roca, que fue entrenador del Mundial. Si hay un común denominador entre esos tres entrenadores es que eran muy conocedores, muy agudos en sus observaciones, muy respetuosos, nada de decir maldiciones y tratando siempre de ganar en forma honesta, hay la idea de que don Nacho trataba de ganar con triquiñuelas, yo lo conocí y protestaba por las injusticias, pero jamás escuché a un jugador que hablara mal de don Nacho, de Fernando Riera o de José Antonio Roca, que se prestaran para hacer una contratación e incluso sé que don Nacho hacia contratos de palabra” refirió.

SUS INICIOS

Y así recuerda los albores de lo que sería una longeva trayectoria: “Yo inicio en el Tampico en 1968 estando al frente del equipo el señor Alberto Cazaubón, quien me dio la oportunidad y no lo defraudé; yo lo considero mi padre futbolísticamente; después del 70, el torneo se extendió, tuvimos la oportunidad de ascender a Primera División porque nosotros teníamos buen equipo, desgraciadamente no se tenía los medios económicos, entonces a los que invitaron fueron otros equipos y Tampico fue a Zacatepec”.

Y habla de su paso en los Diablos Rojos. “El Toluca me lleva después del Mundial, yo llegué en julio del 70, me habían mandado a checar con el señor Mario Pérez, que también fue Mundialista, él me recomienda al Toluca donde está don Nacho Trelles”.

“A don Nacho le parece bien, pero me dice que estoy muy chaparro para estar en el centro del área, entonces el trata de ubicarme como medio de contención. Ahí estuve un año, desgraciadamente el 14 de marzo sufro fractura de tibia y peroné y de ahí me recuperé hasta seis meses después y se pensaba que ya no regresaría pues era muy difícil en ese entonces recuperarse”.

Al recuperarse lo contrata el Madero, en Segunda División: “Juego seis meses en el equipo y luego me voy a probar a Tigres, pero estando en Monterrey me localiza (el periodista) Carlos Aguiar y me dice que me anda buscando el 'Gallo' Jáuregui, hace una cita conmigo, fuimos, hablo con Nacho y me quedo en Monterrey y ahí duro seis temporadas del '72 al '78”.

Con Rayados de Monterrey tuvo sus épocas de gloria en ese equipo que contaba con grandes figuras del futbol | Cortesía Bacho Salazar

RUMBO A LA SULTANA DEL NORTE

En Monterrey recuerda que su estancia fue “realmente muy buena, futbolísticamente hablando, porque además yo jugué en una posición que hasta la fecha nunca dominé, pero estuve de titular en Rayados en esas temporadas y me fue muy bien sin ser yo lateral izquierdo, además sin tener condiciones para jugar ahí, pero el 'Gallo' Jauregui me preguntó si podía jugar ahí porque en ese momento estaba como líbero Guaraci Barbosa; yo quiero jugar, me pruebo y le gustó como jugué y me dejó ahí como titular”.

“Con Monterrey me tocó jugar con grandes futbolistas como Magdaleno Cano, el eterno capitán, Eusebio; él ya venía muy lastimado de sus rodillas, pero uno se daba cuenta de la calidad y la grandeza que tuvo y como persona era extraordinario y como jugador lo demostró siendo goleador de Inglaterra '66. Me despido de Monterrey en la temporada 78-79 y me vine a Tampico” dijo.

“Enrique Carretero me busca y me dice que me anda buscando José Antonio Roca. Yo iba a trabajar en Tula, Hidalgo en Pemex y voy a ver a Roca. Me dice, 'Bacho, quiero que vengas al equipo. Tu jugaste en Monterrey a buen nivel y todavía puedes. Entonces tenía 30 años, pero ya me sentía veterano” refiere.

“Con el señor Roca, habló con él porque por la forma en que él trabajaba, yo no tenía las condiciones para jugar como él quería, entonces le digo que yo realmente no tengo la capacidad de jugar como el pretende, quise ser sincero y le dije que yo no era lateral izquierdo, en Monterrey jugué así por necesidades del equipo y porque quería jugar pero mi posición era de líbero y ahí me la juego contra quien usted quiera” precisó.

Lo mandan a la reserva “terminando el entrenamiento al final me dice 'no sabía que tuviera esas capacidades, te voy a colocar de líbero y ya tengo a tu compañero' y trae a Armando Manzo, pero solo jugué tres partidos porque en una jugada con Reinoso, me lesiono los ligamentos cruzados y ahí termina mi actuación con don José, luego se lo lleva el América, pero sin duda hicimos una gran temporada”.

Una de las experiencias amargas fue el descenso del Tampico en la temporada 81-82. “Bacho” Salazar aceptó el reto de tratar de salvar al equipo y de doce puntos posibles ganó ocho, pero la labor realizada por el anterior técnico Carlitos Peters, que solo obtuvo cuatro de 24 unidades, prácticamente tenía hundido al equipo. “Nos fuimos al descenso, pero hasta la fecha considero que se hizo un buen trabajo, sin experiencia, prácticamente me aventaron al ruedo, y yo acepté tratando de salvar al equipo”.

Como capitán de la Jaiba Brava | Cortesía Bacho Salazar

A LAS FUERZAS BÁSICAS

Con el nacimiento en la temporada 82-83 de la Jaiba Brava del Tampico-Madero, Basilio Salazar se le viene una nueva oportunidad de seguir en el futbol. “Salvador Barragán Camacho le pregunta por mí a Raúl García Cobos y me llevan para trabajar en las fuerzas básicas. Luego del descenso, que hicimos un gran esfuerzo, yo ya no quise jugar y estando Sergio Silva trabajamos con él y con otros muchachos”.

“Pido y consigo que me manden a hacer un curso de entrenadores a México y en un fin de semana nos invitan a un torneo de fuerzas básicas, participan Monterrey, Tigres, Universidad Regiomontana y un equipo de Torreón. A un equipo llamado Guadalajara, dirigido por Ricardo Reynoso, le pido apoyo y me manda entre otros a Joaquín del Olmo y Chima Ruiz, el “Pescado” Portugal nos selecciona a trece chamacos, pero nos alerta de la presión de los equipos capitalinos”.

Al primero que regresaron fue a “Chima” Ruiz, asegura que fue “porque estaba el hijo del “Chatito” Ortiz, que era extremo izquierdo, pero ¿ya ves que quien figuró fue 'Chima' Ruiz? Añade que “al primer jugador que lo llevó al Tampico luego de la salida de Sergio Silva de fuerzas básicas es a Hugo Pineda. En la presentación de Carlos Miloc, les digo que hay un portero, y me dice: 'Bacho, los chamacos no me interesan, yo quiero jugadores ya hechos que sepan seguir las indicaciones', pero yo le digo que es hijo de un portero que fue compañero suyo. ¿De quién es hijo?, me pregunta y le contesto, es el hijo de Hugo Pineda. Y me dice que lo lleve al día siguiente al entrenamiento, aunque en un momento no llegó al entrenamiento tuve que ir a buscarlo para presentarlo con don Carlos”. “El futbol me ha dejado grandes satisfacciones pues logré uno de mis grandes sueños: jugar al futbol profesional, además de haber viajado y conocido otros lugares que, con otro trabajo, no lo hubiera logrado. Le debo mucho”, finaliza el “Bacho”.

En mi carrera como futbolista, tuve tres auténticas biblias del futbol como entrenadores, Ignacio Trelles, Fernando Riera y José Antonio Roca, los tres técnicos mundialistas que sin duda me dejaron muchas enseñanzas” dice Basilio “Bacho” Salazar, quien asegura ser un privilegiado al que tocó la fortuna de ser dirigido por estos tres más grandes directores técnicos.

Además de jugar al futbol aen compañía de grandes figuras de este deporte a lo largo de una fructífera carrera que incluyó a equipos como Tampico, Madero, Toluca, Monterrey y Tampico-Madero, dejó constancia de su gran pundonor en el terreno de juego, característica que lo acompañó hasta el final de su trayectoria.

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“En 1970-71 a don Nacho Trelles. Yo me acercaba mucho a don Nacho y le preguntaba, ávido de conocer sus experiencias, y yo iba a Toluca y resulta que me encuentro a jugadores que solamente conocía por las revistas como Vantolrá, Jesús del Muro, Vicente Pereda, Albino Morales, Juanito Dosal, Florentino López, el arquerazo español”, recuerda con nostalgia “Bacho” Salazar.

“Al Monterrey nos llega otro gran técnico, don Fernando Riera, el tercer lugar en el Campeonato del Mundo de 62' con la selección de Chile, un tipo muy íntegro, muy honesto. Monterrey, tengo entendido, le dio una cantidad, calificamos, pero él había prometido el campeonato y como no lo logramos, él regresó el cheque y se fue”, menciona.

“Después viene don José Antonio Roca, que fue entrenador del Mundial. Si hay un común denominador entre esos tres entrenadores es que eran muy conocedores, muy agudos en sus observaciones, muy respetuosos, nada de decir maldiciones y tratando siempre de ganar en forma honesta, hay la idea de que don Nacho trataba de ganar con triquiñuelas, yo lo conocí y protestaba por las injusticias, pero jamás escuché a un jugador que hablara mal de don Nacho, de Fernando Riera o de José Antonio Roca, que se prestaran para hacer una contratación e incluso sé que don Nacho hacia contratos de palabra” refirió.

SUS INICIOS

Y así recuerda los albores de lo que sería una longeva trayectoria: “Yo inicio en el Tampico en 1968 estando al frente del equipo el señor Alberto Cazaubón, quien me dio la oportunidad y no lo defraudé; yo lo considero mi padre futbolísticamente; después del 70, el torneo se extendió, tuvimos la oportunidad de ascender a Primera División porque nosotros teníamos buen equipo, desgraciadamente no se tenía los medios económicos, entonces a los que invitaron fueron otros equipos y Tampico fue a Zacatepec”.

Y habla de su paso en los Diablos Rojos. “El Toluca me lleva después del Mundial, yo llegué en julio del 70, me habían mandado a checar con el señor Mario Pérez, que también fue Mundialista, él me recomienda al Toluca donde está don Nacho Trelles”.

“A don Nacho le parece bien, pero me dice que estoy muy chaparro para estar en el centro del área, entonces el trata de ubicarme como medio de contención. Ahí estuve un año, desgraciadamente el 14 de marzo sufro fractura de tibia y peroné y de ahí me recuperé hasta seis meses después y se pensaba que ya no regresaría pues era muy difícil en ese entonces recuperarse”.

Al recuperarse lo contrata el Madero, en Segunda División: “Juego seis meses en el equipo y luego me voy a probar a Tigres, pero estando en Monterrey me localiza (el periodista) Carlos Aguiar y me dice que me anda buscando el 'Gallo' Jáuregui, hace una cita conmigo, fuimos, hablo con Nacho y me quedo en Monterrey y ahí duro seis temporadas del '72 al '78”.

Con Rayados de Monterrey tuvo sus épocas de gloria en ese equipo que contaba con grandes figuras del futbol | Cortesía Bacho Salazar

RUMBO A LA SULTANA DEL NORTE

En Monterrey recuerda que su estancia fue “realmente muy buena, futbolísticamente hablando, porque además yo jugué en una posición que hasta la fecha nunca dominé, pero estuve de titular en Rayados en esas temporadas y me fue muy bien sin ser yo lateral izquierdo, además sin tener condiciones para jugar ahí, pero el 'Gallo' Jauregui me preguntó si podía jugar ahí porque en ese momento estaba como líbero Guaraci Barbosa; yo quiero jugar, me pruebo y le gustó como jugué y me dejó ahí como titular”.

“Con Monterrey me tocó jugar con grandes futbolistas como Magdaleno Cano, el eterno capitán, Eusebio; él ya venía muy lastimado de sus rodillas, pero uno se daba cuenta de la calidad y la grandeza que tuvo y como persona era extraordinario y como jugador lo demostró siendo goleador de Inglaterra '66. Me despido de Monterrey en la temporada 78-79 y me vine a Tampico” dijo.

“Enrique Carretero me busca y me dice que me anda buscando José Antonio Roca. Yo iba a trabajar en Tula, Hidalgo en Pemex y voy a ver a Roca. Me dice, 'Bacho, quiero que vengas al equipo. Tu jugaste en Monterrey a buen nivel y todavía puedes. Entonces tenía 30 años, pero ya me sentía veterano” refiere.

“Con el señor Roca, habló con él porque por la forma en que él trabajaba, yo no tenía las condiciones para jugar como él quería, entonces le digo que yo realmente no tengo la capacidad de jugar como el pretende, quise ser sincero y le dije que yo no era lateral izquierdo, en Monterrey jugué así por necesidades del equipo y porque quería jugar pero mi posición era de líbero y ahí me la juego contra quien usted quiera” precisó.

Lo mandan a la reserva “terminando el entrenamiento al final me dice 'no sabía que tuviera esas capacidades, te voy a colocar de líbero y ya tengo a tu compañero' y trae a Armando Manzo, pero solo jugué tres partidos porque en una jugada con Reinoso, me lesiono los ligamentos cruzados y ahí termina mi actuación con don José, luego se lo lleva el América, pero sin duda hicimos una gran temporada”.

Una de las experiencias amargas fue el descenso del Tampico en la temporada 81-82. “Bacho” Salazar aceptó el reto de tratar de salvar al equipo y de doce puntos posibles ganó ocho, pero la labor realizada por el anterior técnico Carlitos Peters, que solo obtuvo cuatro de 24 unidades, prácticamente tenía hundido al equipo. “Nos fuimos al descenso, pero hasta la fecha considero que se hizo un buen trabajo, sin experiencia, prácticamente me aventaron al ruedo, y yo acepté tratando de salvar al equipo”.

Como capitán de la Jaiba Brava | Cortesía Bacho Salazar

A LAS FUERZAS BÁSICAS

Con el nacimiento en la temporada 82-83 de la Jaiba Brava del Tampico-Madero, Basilio Salazar se le viene una nueva oportunidad de seguir en el futbol. “Salvador Barragán Camacho le pregunta por mí a Raúl García Cobos y me llevan para trabajar en las fuerzas básicas. Luego del descenso, que hicimos un gran esfuerzo, yo ya no quise jugar y estando Sergio Silva trabajamos con él y con otros muchachos”.

“Pido y consigo que me manden a hacer un curso de entrenadores a México y en un fin de semana nos invitan a un torneo de fuerzas básicas, participan Monterrey, Tigres, Universidad Regiomontana y un equipo de Torreón. A un equipo llamado Guadalajara, dirigido por Ricardo Reynoso, le pido apoyo y me manda entre otros a Joaquín del Olmo y Chima Ruiz, el “Pescado” Portugal nos selecciona a trece chamacos, pero nos alerta de la presión de los equipos capitalinos”.

Al primero que regresaron fue a “Chima” Ruiz, asegura que fue “porque estaba el hijo del “Chatito” Ortiz, que era extremo izquierdo, pero ¿ya ves que quien figuró fue 'Chima' Ruiz? Añade que “al primer jugador que lo llevó al Tampico luego de la salida de Sergio Silva de fuerzas básicas es a Hugo Pineda. En la presentación de Carlos Miloc, les digo que hay un portero, y me dice: 'Bacho, los chamacos no me interesan, yo quiero jugadores ya hechos que sepan seguir las indicaciones', pero yo le digo que es hijo de un portero que fue compañero suyo. ¿De quién es hijo?, me pregunta y le contesto, es el hijo de Hugo Pineda. Y me dice que lo lleve al día siguiente al entrenamiento, aunque en un momento no llegó al entrenamiento tuve que ir a buscarlo para presentarlo con don Carlos”. “El futbol me ha dejado grandes satisfacciones pues logré uno de mis grandes sueños: jugar al futbol profesional, además de haber viajado y conocido otros lugares que, con otro trabajo, no lo hubiera logrado. Le debo mucho”, finaliza el “Bacho”.

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