/ sábado 15 de mayo de 2021

Carlos Núñez, el futbol como religión

Jugador más pensante, no muy técnico, que sabía decidir, entraba fuerte, pero siempre leal

Núñez, tiras, se escuchó la voz de Gustavo Peña en el medio campo del estadio Azteca. En partido de Liguilla entre América y Tampico FC., quienes en penales decidirían el equipo que avanzaría a la semifinal de la temporada 77-78. - Desde que Gustavo me seleccionara - apunta Núñez, empecé mentalmente a prepararme. ¿Dónde lo tiro? ¿Cómo le pego? Hasta que decido fuerte y a la derecha.

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Debido al mal comienzo del torneo 77-78 el entrenador Horacio Troche fue cesado, llegando en su lugar a dirigir la nave celeste el mundialista en México 70, Gustavo “El Halcón” Peña, quien invitó a Carlos Núñez a venir al puerto para formar mancuerna en la central con Enrique Esquivel.

- Cuando me habla Peña para venir a Tampico - recuerda Núñez- acepté sin pensarlo, arribando al puerto para de inmediato comenzar a jugar a lado de Esquivel que era un jugador 4x4, todo terreno, yo quizás más pensante, no muy técnico, que sabía decidir, de entrada fuerte, pero siempre leal.

Núñez se encuentra frente a frente con el portero americanista Castrejón que se mueve, gritándole cosas, mientras la portería que se veía gigante, se observaba pequeña.

Línea defensiva del Tampico FC, temporada 79-80 | Cortesía Víctor Hugo Alvarado Morales

La silbatina aumenta, Núñez se encamina con determinación, golpeando la pelota inmisericorde. - Le pegué fortísimo y anoté - rememora Núñez. - En el festejo mi cuerpo salió para adelante pasando cerca de Castrejón que me dice: Casi lo agarro. Contestándole: - ¡Nombre! cuándo la vas a agarrar, si ya venía el balón de regreso cuando te tiraste.

Acerca de ese Tampico FC, que ese domingo eliminaría al América, Núñez comenta: - Éramos unidos y entregados al fut-bol. En un juego contra Atlético Español, su delantero Eloir Perucci se encontraba en cancha de nosotros y Marón observó que mientras nosotros marcábamos otra área, Perucci estaba a punto de descolgarse en una acción inminente de gol. "Mon" bajó desde la delantera, pegándose a Perucci a velocidad. Perucci alto, fuerte; Marón delgado, finito, pero se le pegó estorbándolo, y "Mon" se le colgó como banderín hasta que lo fauleó, evitando el gol. Esa era la entrega que logró Peña, nos moríamos en la cancha, por eso La Jaiba salió Brava.

Equipo del Tampico FC, en la temporada 77-78 | Cortesía Víctor Hugo Alvarado Morales

Estadio Tamaulipas. Partido amistoso entre el Tampico y el Nacional de Uruguay, días antes de principiar el torneo 78-79. Transcurren los primeros diez minutos de un partido bravo, donde los uruguayos no han venido a regalar nada, mientras la Jaiba Brava pese a mostrar falta de acoplamiento comienza a mostrar buena hechura de la mano del nuevo estratega jaibo, José Antonio Roca. Sobre el Míster del futbol Núñez apunta: - Don José revolucionó el futbol, estudioso, observador, inteligente, te decía quién te iba a meter gol, a qué hora te iban anotar, si el gol te lo iban a hacer de derecha o izquierda, un maestro don José.

“Pichojos” Pérez cobra un saque de banda ya en el territorio uruguayo, cediéndolo a Carlos Núñez que se desmarca para desde afuera de los linderos del área soltar un escopetazo que se anida sin contratiempo en la portería uruguaya- Le pegué adelantito de media cancha - enfatiza Núñez- saliendo un balazo. Pegarle fuerte al balón era una de mis mayores condiciones técnicas. El Nacional tenía bastante prestigio, traían en sus filas al arquero Rodríguez considerado en ese momento el mejor del mundo. Fue un partido disputado, porque nosotros contábamos con gente talentosa, que cuando empezábamos a jugar y no salían las cosas, tipos virtuosos como Bertocchi gritaba a quien llevaba el balón y no se la diera: - Hey, dásela al que sabe, entendiendo que se la entregáramos e inmediatamente se la cedíamos.

Anotando el penal a Paco Castrejón en el estadio Azteca. Liguilla entre América-Tampico, torneo 77-78. | Cortesía Víctor Hugo Alvarado Morales

4 de noviembre de 1978, jornada 9. Enfrentamiento contra los Pumas, a los cuales vencerían 3 a 0 en el estadio Tamaulipas, Núñez sufriría una aparatosa lesión sobre el minuto 80 de juego que cortaría a sus 27 años su brillante trayectoria. - Don José Antonio - evoca Núñez- me dice: - Agarras a Cabinho y si se va a su casa, te vas con él. Tápale la pierna derecha y si te hace gol con la izquierda, me lo apuntas a mí. Durante el encuentro lo marqué bien, sólo que hubo un instante que un Puma hace un tiro a gol y Alfredo Anhielo, nuestro portero, lo rechaza. Me muevo para cubrirlo para que vuelva a retomar la pelota, me apoyo sobre mi pierna izquierda del lado que venía Cabinho a toda marcha y para cubrirse del choque se deja caer, pongo mi pierna firme y termina cayendo sobre mi rodilla quebrándola.

Ya sin la posibilidad de volver a jugar, Núñez recibió la oportunidad de entrenar a jóvenes fut-bolistas, consiguiendo con éxito salir dos veces campeones de la Liga Regional de Tamaulipas y posteriormente graduarse en la Ciudad de México de director técnico de futbol. Sobre esta aventura de entrenar muchachos Núñez comenta: - Después de tantas caídas, pero las levantadas son extraordinarias, he continuado preparando jóvenes, porque después de la lesión me convertí en técnico, orientando a jóvenes, y orientar adecuadamente a un jovencito es vida. Actualmente trabajo en la alcaldía Magdalena Contreras con niños y jóvenes, buscando dotarlos de los fundamentos técnicos, tácticos, mentales que requiere el futbol.

Manuel Vázquez Montalbán escribió: “El futbol es la religión diseñada en el siglo XX más extendida del planeta”, pensamiento del cual Carlos Núñez es creyente. - El futbol es mi religión - confiesa Núñez- porque me ha dado trabajo, me ha encomendado que a los jóvenes les pueda ayudar, orientar.

Soy cristiano, pero en el trabajo el futbol es mi religión porque lo miro y lo miro y lo quiero analizar y lo analizo y me equivoco y me regreso, vuelvo otra vez a analizar y dirijo y creo entenderlo, creo saber todo y después descubro que me falta bastante por aprender. He sufrido, llorado, viajado, comido por el futbol, y a pesar de la lesión que me alejó en mi mejor momento, para mí el futbol es todo extraordinario.

Núñez, tiras, se escuchó la voz de Gustavo Peña en el medio campo del estadio Azteca. En partido de Liguilla entre América y Tampico FC., quienes en penales decidirían el equipo que avanzaría a la semifinal de la temporada 77-78. - Desde que Gustavo me seleccionara - apunta Núñez, empecé mentalmente a prepararme. ¿Dónde lo tiro? ¿Cómo le pego? Hasta que decido fuerte y a la derecha.

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Debido al mal comienzo del torneo 77-78 el entrenador Horacio Troche fue cesado, llegando en su lugar a dirigir la nave celeste el mundialista en México 70, Gustavo “El Halcón” Peña, quien invitó a Carlos Núñez a venir al puerto para formar mancuerna en la central con Enrique Esquivel.

- Cuando me habla Peña para venir a Tampico - recuerda Núñez- acepté sin pensarlo, arribando al puerto para de inmediato comenzar a jugar a lado de Esquivel que era un jugador 4x4, todo terreno, yo quizás más pensante, no muy técnico, que sabía decidir, de entrada fuerte, pero siempre leal.

Núñez se encuentra frente a frente con el portero americanista Castrejón que se mueve, gritándole cosas, mientras la portería que se veía gigante, se observaba pequeña.

Línea defensiva del Tampico FC, temporada 79-80 | Cortesía Víctor Hugo Alvarado Morales

La silbatina aumenta, Núñez se encamina con determinación, golpeando la pelota inmisericorde. - Le pegué fortísimo y anoté - rememora Núñez. - En el festejo mi cuerpo salió para adelante pasando cerca de Castrejón que me dice: Casi lo agarro. Contestándole: - ¡Nombre! cuándo la vas a agarrar, si ya venía el balón de regreso cuando te tiraste.

Acerca de ese Tampico FC, que ese domingo eliminaría al América, Núñez comenta: - Éramos unidos y entregados al fut-bol. En un juego contra Atlético Español, su delantero Eloir Perucci se encontraba en cancha de nosotros y Marón observó que mientras nosotros marcábamos otra área, Perucci estaba a punto de descolgarse en una acción inminente de gol. "Mon" bajó desde la delantera, pegándose a Perucci a velocidad. Perucci alto, fuerte; Marón delgado, finito, pero se le pegó estorbándolo, y "Mon" se le colgó como banderín hasta que lo fauleó, evitando el gol. Esa era la entrega que logró Peña, nos moríamos en la cancha, por eso La Jaiba salió Brava.

Equipo del Tampico FC, en la temporada 77-78 | Cortesía Víctor Hugo Alvarado Morales

Estadio Tamaulipas. Partido amistoso entre el Tampico y el Nacional de Uruguay, días antes de principiar el torneo 78-79. Transcurren los primeros diez minutos de un partido bravo, donde los uruguayos no han venido a regalar nada, mientras la Jaiba Brava pese a mostrar falta de acoplamiento comienza a mostrar buena hechura de la mano del nuevo estratega jaibo, José Antonio Roca. Sobre el Míster del futbol Núñez apunta: - Don José revolucionó el futbol, estudioso, observador, inteligente, te decía quién te iba a meter gol, a qué hora te iban anotar, si el gol te lo iban a hacer de derecha o izquierda, un maestro don José.

“Pichojos” Pérez cobra un saque de banda ya en el territorio uruguayo, cediéndolo a Carlos Núñez que se desmarca para desde afuera de los linderos del área soltar un escopetazo que se anida sin contratiempo en la portería uruguaya- Le pegué adelantito de media cancha - enfatiza Núñez- saliendo un balazo. Pegarle fuerte al balón era una de mis mayores condiciones técnicas. El Nacional tenía bastante prestigio, traían en sus filas al arquero Rodríguez considerado en ese momento el mejor del mundo. Fue un partido disputado, porque nosotros contábamos con gente talentosa, que cuando empezábamos a jugar y no salían las cosas, tipos virtuosos como Bertocchi gritaba a quien llevaba el balón y no se la diera: - Hey, dásela al que sabe, entendiendo que se la entregáramos e inmediatamente se la cedíamos.

Anotando el penal a Paco Castrejón en el estadio Azteca. Liguilla entre América-Tampico, torneo 77-78. | Cortesía Víctor Hugo Alvarado Morales

4 de noviembre de 1978, jornada 9. Enfrentamiento contra los Pumas, a los cuales vencerían 3 a 0 en el estadio Tamaulipas, Núñez sufriría una aparatosa lesión sobre el minuto 80 de juego que cortaría a sus 27 años su brillante trayectoria. - Don José Antonio - evoca Núñez- me dice: - Agarras a Cabinho y si se va a su casa, te vas con él. Tápale la pierna derecha y si te hace gol con la izquierda, me lo apuntas a mí. Durante el encuentro lo marqué bien, sólo que hubo un instante que un Puma hace un tiro a gol y Alfredo Anhielo, nuestro portero, lo rechaza. Me muevo para cubrirlo para que vuelva a retomar la pelota, me apoyo sobre mi pierna izquierda del lado que venía Cabinho a toda marcha y para cubrirse del choque se deja caer, pongo mi pierna firme y termina cayendo sobre mi rodilla quebrándola.

Ya sin la posibilidad de volver a jugar, Núñez recibió la oportunidad de entrenar a jóvenes fut-bolistas, consiguiendo con éxito salir dos veces campeones de la Liga Regional de Tamaulipas y posteriormente graduarse en la Ciudad de México de director técnico de futbol. Sobre esta aventura de entrenar muchachos Núñez comenta: - Después de tantas caídas, pero las levantadas son extraordinarias, he continuado preparando jóvenes, porque después de la lesión me convertí en técnico, orientando a jóvenes, y orientar adecuadamente a un jovencito es vida. Actualmente trabajo en la alcaldía Magdalena Contreras con niños y jóvenes, buscando dotarlos de los fundamentos técnicos, tácticos, mentales que requiere el futbol.

Manuel Vázquez Montalbán escribió: “El futbol es la religión diseñada en el siglo XX más extendida del planeta”, pensamiento del cual Carlos Núñez es creyente. - El futbol es mi religión - confiesa Núñez- porque me ha dado trabajo, me ha encomendado que a los jóvenes les pueda ayudar, orientar.

Soy cristiano, pero en el trabajo el futbol es mi religión porque lo miro y lo miro y lo quiero analizar y lo analizo y me equivoco y me regreso, vuelvo otra vez a analizar y dirijo y creo entenderlo, creo saber todo y después descubro que me falta bastante por aprender. He sufrido, llorado, viajado, comido por el futbol, y a pesar de la lesión que me alejó en mi mejor momento, para mí el futbol es todo extraordinario.

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