Estadio Cuauhtémoc. La pelota inmisericorde se había anidado en las redes de la meta defendida por Vázquez del Mercado, a disparo desde los once pasos realizado por el poblano Silvio Fogel, decretando desde el minuto 21 ventaja para los de casa 1 por 0. Pero las huestes azul celeste, con un artífice en el medio campo como Alejandro Ojeda, empezó a surtir balones a Ordaz y a Marón, quienes comenzaron a ofender la defensa camotera.
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El balompié es cosa extraordinaria, sobre todo cuando existen jugadores que, con su presencia, talento y explosividad hacen conmover a la tribuna, como en el caso de "Mon" Marón, quien dentro del área poblana alcanzó de rebote un balón para vencer a Camacho, decretando al minuto 34 el empate momentáneo.
“El Gallo” Jáuregui, quien fue técnico de Marón afirma: “Nada más lo metíamos un lapso del segundo tiempo y cambiaba el juego. La gente desde las gradas coreaba su nombre, los movía el tipo, movía a la afición. Delgado, muy rápido, métame cuando usted lo decida, estoy a sus órdenes, me externaba Marón. Verlo jugar significaba un espectáculo”.
Minuto 52. Marón toma el balón, aplicando velocidad deja a varios jugadores camoteros para batir al portero de la franja, Moi Camacho, poniendo el 2 a 1 para el Tampico FC. En cuanto a esa virtud que contaba Marón de poder influir en el marcador, el legendario “Tano” Bertocchi, quien fue su compañero señala: “Cuando en el segundo tiempo el partido se complicaba volteábamos a la banca, como preguntando ¿a qué hora meten a Marón? Porque entraba y cambiaba cualquier partido, era una cosa bárbara. Marón era ídolo, entraba y la afición le gritaba, lo motivaban y de la manera que era él, sonreía a la gente como diciendo quédense tranquilos, ahorita arreglamos el partido, y que con Marón ganamos muchos partidos cuando entraba de relevo”. Ya durante el minuto 71 vendría la puntilla, cuando el jaibo “El Güero” Saldívar, ganando un balón, bombea sobre la cabeza de Camacho para poner la cifra de 3 a 1, terminando la temporada 78-79, con un triunfo de visitante.
Edmundo "Mon" Marón fue invitado por el entrenador uruguayo Horacio Troche para integrarse al recién formado Tampico F.C. en la temporada 77-78, y recuerda en su debut profesional: “Antes de la plática del partido no sabíamos quién iba a jugar, hasta que Troche dice por el extremo izquierdo va con el once Edmundo Marón”. Fue una sensación hermosa: presentarte ante tu gente, con el estadio Tamaulipas a reventar. El partido fue contra el América, donde jugué muy bien, me tocó ser marcado por “El Pichojos” Pérez, a quien le di un baile, pese a que esa tarde perdimos 2 a 1”. Sobre lo que representó colocarse la playera jaiba Marón expresa: “Fue lo máximo, siempre supe que iba a ser futbolista, desde pequeño jugaba en la calle, que es donde aprendes a jugar; lo hice sin el interés de nada, siempre me gustó jugar bastante”. Marón reflexiona que uno de los hechos futbolísticos más importantes fue cuando lograron la calificación en el torneo 77-78, venciendo en el Tamaulipas 2 a 1 a “Las Chivas” rival de grupo y al cual tenían que ganar a toda costa para calificar: “Fue memorable”, comenta Marón, “comenzamos el segundo tiempo perdiendo 1 a 0, pero en un tiro de fuera del área de Ojeda, Gómez rechaza casi hacia el centro y llego para empujar el balón y meter el gol del empate; después faltando tres minutos para acabar el partido, un centro al área llega a los pies de Bertocchi que ante la salida de “El Coco” Gómez, se la cucharea, anotando el tanto del triunfo. Fue la apoteosis: esa tarde Bertocchi y yo salimos del campo en hombros”.
Estadio Tamaulipas. Temporada 80-81. Los Toros del Atlético Español, junto a sus figuras Carlos Eloir Perucci, Luis Antonio Miranda “Mirandinha”, se encuentran en el terreno. Los cohetones retumban en lo alto anunciando la salida de los jugadores porteños, el público puesto de pie los sigue con expectación, hasta que el último en salir a la cancha es el artillero Edmundo Marón, quien extrañamente viene vestido de cancerbero y que así rememora: “Los dos primeros porteros Vázquez del Mercado y Quintero Morones se encontraban castigados; en las interescuadras Peña ponía en un equipo de portero a Mario Martínez y en la otra escuadra me colocaba a mí, nadie sabía quién iba a parar. Esa tarde el público se volcó de emoción cuando me vio de guardameta”.
Con respecto a su gusto por la portería el propio Marón responde: “Desde niño me calzaba los guantes porque mi ídolo era Ignacio Calderón. El día que me lo presentaron le dije que era mi ídolo de toda la vida. En un partido en el Tamaulipas vino con la U de G y le clavé la anotación con la cual ganamos 2 a 1, y le dije: ¿Qué hago, te abrazo, te beso? Me dijo lárgate de aquí. Estoy en el libro de récord de porteros de México, por jugar durante los 90 minutos un partido de primera división”.
El filósofo del futbol mundial César Luis Menotti afirma: “El futbol es como la vida, sólo algo más palpitante”. Sentencia que se cumple en "Mon" Marón: “Jugué con el suéter de Vázquez del Mercado, que tenía el número 1 en la espalda, yo le agregué el 7 que yo llevaba como jugador, se lo puse con plumón negro, ya con el sudor del partido se despintó todo. Cuando salgo de arquero me pongo a calentar antes del juego, los compañeros empiezan a tirarme pelotas y yo comienzo a hacerme para atrás, para atrás, hasta que pierdo la dimensión y me voy para atrás, cayendo dentro de la portería. El estadio se cimbró de risas”.
Por último, Edmundo Marón comenta: “En ese partido contra el Atlético Español, en donde me anotaron un gol, el Tampico cumplió su meta de cerrar ese torneo con el triunfo de 2 a 1. De los nervios en ese encuentro bajé 3 kilos y medio y todo el tiempo le gritaba a Enrique Esquivel: “que no tiren, que no tiren”. Durante toda mi carrera la gente de Tampico me apoyó bastante; teníamos una afición impresionate. El futbol significó hacer amigos que se encuentran por varias partes del mundo. El futbol es mi alegría inmensa”.