/ jueves 12 de mayo de 2022

Juan Sarmiento “La pera” el masajista del Tampico FC

Juan Villoro ha escrito que “los estadios existen para jugar a la magia. El mundo, para vivirla”. Precisamente, este embrujo no sólo se encuentra en la cancha

Un hombre alto, regordete, con un neceser en la mano y custodiando al médico del equipo corre de puntitas a toda velocidad, atravesando la cancha del Tamaulipas provocando inmediatamente una alegre expectación en la tribuna. Hablamos de “La Pera”, el masajista del Tampico FC allá por 1977.

Extrañamente, antes de llegar al lugar donde se encuentra el jugador convaleciente, arroja su maletín por delante como si con este acto quisiera aligerar el peso de sus aproximadamente 149 kilos que los acompañan.

Juan Villoro ha escrito que “los estadios existen para jugar a la magia. El mundo, para vivirla”. Precisamente, este embrujo no sólo se encuentra en la cancha, existe también en las bancas de donde brota Juan Sarmiento Puente “La Pera”, masajista del Tampico FC quien a una señal del galeno, trepa al jugador a sus hombros para llevarlo a atender fuera del terreno de juego, ante la tremenda algarabía de los aficionados.

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-Confieso que fui de los que cargó -recuerda Edmundo Marón-, pesaba apenas 57 kilos, me sacó del campo para que continuaran atendiéndome. La gente, que miraba la acción, terminaba aplaudiendo, un verdadero show.

Loreto Solís señala: “Sarmiento contaba con una agilidad sorprendente para trasladarte en hombros; ya afuera, el doctor indicaba qué tenía que hacer aunque de antemano Sarmiento sabía: “ponle cloruro”, “dale un masaje”, para después ayudarte a ponerte de pie y darte una palmada en la nalga: “órale, métase a jugar, que no tiene nada, indicaba 'La Pera'. Todo un personaje”.

En un tiempo en que el club contaba con serios problemas económicos, Juan Sarmiento, a su arribo a Tampico, fue hospedado con otro grupo de jugadores como Horacio Jácome, Alejandro Ojeda y Carlos Núñez, en la azotea del Hotel San Antonio, a lado del cuarto donde se lavaba la ropa.

En 1977, “La pera”, pesaba 149 kilos, aquí en el Tamaulipas con los Suárez, Mercado y Ceja

-La situación estaba complicada - afirma Carlos Núñez - no contábamos con recursos personales. “La Pera” siempre fue diligente. Sobre la avenida Hidalgo vendían patitas de pollo y lo enviábamos por ellas, aunque a veces quedábamos con hambre, volviendo “La perita" va bajar por un refresco grande. Hacía todo para tenernos contentos.

SU PERSONALIDAD

En cuanto a la personalidad que desarrollaba Sarmiento en los entrenamientos, Núñez refiere: - Su bonhomía ayudó bastante: “ya, no tiene nada, levántese cabrón; échese agüita”. Y cuando de ejercicio se trataba, le decíamos en broma, que corriera y respondía: que corran los cobardes, yo no. Lograba un ambiente bonito, aun cuando le cargábamos “calor”, sacaba su carácter, desquitándose con nosotros a la hora de los masajes cuando teníamos una lesión y nos sobaba. En eso estribaba su gusto porque realizaba bien su trabajo, sobre todo para aquel tiempo, que sólo existía masaje, agüita, saliva y ¡para arriba!

Incluso, el goleador uruguayo Hebert Revetria recuerda a “La Pera” en su columna de Tenfield (https://www.tenfield.com.uy/la-jaiba-brava/): “Yo estaba aún cansado, así que me fui a masajear, el masajista era Juan Sarmiento “La Pera”, era muy parecido al Sargento García de la historia del “Zorro”, un personaje inolvidable, siempre con una sonrisa y haciendo bromas. Cuando nos lesionábamos no llegaba nunca, estaba con sobrepeso, y cuando lo hacía primero había que atenderlo a él, tiraba todos los medicamentos, “¿dónde te duele «pinche» uruguayo, cada vez te caes más lejos”; yo le decía “Pera”, lo hago por gusto, así bajas de peso”.

➡️ También te puede interesar: Sergio “El Cachirul” Lira Gallardo

En diferentes lugares a donde viajábamos preguntaban por “La Pera” Sarmiento - rememora Loreto Solís -, contaba con un público que quería verlo, debido a su carisma, al show cuando entraba a los partidos. - En todos los estadios de México en que se paraba “La Pera” salía al campo de juego - apunta “Ricky Mendoza” -, hasta se tomaba la clásica foto grupal con el equipo que jugaría ese día, se ponía en una pose tipo artista-luchador, y sacaba el pecho hacia adelante.

LLEGÓ EN 1977

En la temporada 77-78, Sarmiento llegó a invitación del entrenador Gustavo “El Halcón” Peña, donde no sólo se desarrollaría como masajista. -También jugaba “La Pera” - explica Carlos Núñez - cuando entraba al campo, porque uno de los nuestros se había lesionado y jugábamos fuera, e íbamos ganando o empatando decía “aguántese, cabrón, haga tiempo”.

A veces, cuando la presión del contrario estaba fuerte, entraba al campo para consumir tiempo mientras lo amonestaban; o también al salirse, hacía como que olvidaba el maletín, regresándose de nueva cuenta.

En diciembre de 1979 aparecería en su sección deportiva el encabezado: “Bronca y triunfo americanista”, con sus consecuentes fotografías, y en una de la imagen, “La Pera” peleando con un rival “crema”.

-”La Pera” era de barrio, bravo para defendernos. Después de un mal resultado algunos aficionados increparon fuera del estadio a Gustavo Peña- enfatiza Carlos Núñez-, teniendo que meterme para defenderlo. La pera escuchó desde los vestuarios, saliendo como bólido dispuesto a pelear, afortunadamente se arregló todo antes de que pasara a mayores.

No sólo fungía como masajista – agrega “Ricky Mendoza” -, también cuidaba que en las concentraciones no nos escapáramos; cuando nos veía en los pasillos del hotel inmediatamente cuestionaba: -¿A dónde vas?, quédate en tu habitación. Estaba al pendiente que se cumpliera la disciplina.

-En México, en un partido contra Atlético Español, lo expulsan - apunta Mon Marón - pasando los minutos terminan expulsándome, para bajar al sótano de los vestidores en el Azteca hay unas escaleras de caracol y "La Pera", desde ese sitio, estaba viendo el partido. Al bajar termino resbalándome y con una mano Sarmiento me alcanza de la camiseta, sosteniéndome en el aire, sino no me hubiera pescado habría seguido rodando para terminar todo golpeado.

Para “Ricky” Mendoza, Juan Sarmiento “La Pera” fue un tipo dotado de una particular filosofía: - Siempre animoso, exclamaba: “Tampico tiene que ganar”, y si perdíamos decía “tenemos que estar preparados para no volver a perder, no hacer de la derrota una costumbre”. Incluso, cuando observaba que entraría al juego, expresaba: “Ve con la finalidad de anotar, no te agüites si estás en la banca, entra con todo. Y si transitábamos por una mala racha, y por ejemplo jugábamos en la capital contra el América, sentenciaba: Vamos a divertirnos y la mejor manera de hacerlo es ganando, es la máxima diversión.

Juan Sarmiento Puente “La Pera” es de esos personajes pintorescos que existen gracias al futbol y como todos ellos, difícilmente se volverán a repetir y seguirán siendo recordados por los aficionados que lo vieron dentro de una cancha de juego. Falleció el 8 de marzo de 2014, en San Luis Potosí, después de ser masajista de conjuntos como “Los Tigres”, Tampico FC, Atlético Potosino e, incluso, “Los tuneros” de San Luis en el beisbol.

Un hombre alto, regordete, con un neceser en la mano y custodiando al médico del equipo corre de puntitas a toda velocidad, atravesando la cancha del Tamaulipas provocando inmediatamente una alegre expectación en la tribuna. Hablamos de “La Pera”, el masajista del Tampico FC allá por 1977.

Extrañamente, antes de llegar al lugar donde se encuentra el jugador convaleciente, arroja su maletín por delante como si con este acto quisiera aligerar el peso de sus aproximadamente 149 kilos que los acompañan.

Juan Villoro ha escrito que “los estadios existen para jugar a la magia. El mundo, para vivirla”. Precisamente, este embrujo no sólo se encuentra en la cancha, existe también en las bancas de donde brota Juan Sarmiento Puente “La Pera”, masajista del Tampico FC quien a una señal del galeno, trepa al jugador a sus hombros para llevarlo a atender fuera del terreno de juego, ante la tremenda algarabía de los aficionados.

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-Confieso que fui de los que cargó -recuerda Edmundo Marón-, pesaba apenas 57 kilos, me sacó del campo para que continuaran atendiéndome. La gente, que miraba la acción, terminaba aplaudiendo, un verdadero show.

Loreto Solís señala: “Sarmiento contaba con una agilidad sorprendente para trasladarte en hombros; ya afuera, el doctor indicaba qué tenía que hacer aunque de antemano Sarmiento sabía: “ponle cloruro”, “dale un masaje”, para después ayudarte a ponerte de pie y darte una palmada en la nalga: “órale, métase a jugar, que no tiene nada, indicaba 'La Pera'. Todo un personaje”.

En un tiempo en que el club contaba con serios problemas económicos, Juan Sarmiento, a su arribo a Tampico, fue hospedado con otro grupo de jugadores como Horacio Jácome, Alejandro Ojeda y Carlos Núñez, en la azotea del Hotel San Antonio, a lado del cuarto donde se lavaba la ropa.

En 1977, “La pera”, pesaba 149 kilos, aquí en el Tamaulipas con los Suárez, Mercado y Ceja

-La situación estaba complicada - afirma Carlos Núñez - no contábamos con recursos personales. “La Pera” siempre fue diligente. Sobre la avenida Hidalgo vendían patitas de pollo y lo enviábamos por ellas, aunque a veces quedábamos con hambre, volviendo “La perita" va bajar por un refresco grande. Hacía todo para tenernos contentos.

SU PERSONALIDAD

En cuanto a la personalidad que desarrollaba Sarmiento en los entrenamientos, Núñez refiere: - Su bonhomía ayudó bastante: “ya, no tiene nada, levántese cabrón; échese agüita”. Y cuando de ejercicio se trataba, le decíamos en broma, que corriera y respondía: que corran los cobardes, yo no. Lograba un ambiente bonito, aun cuando le cargábamos “calor”, sacaba su carácter, desquitándose con nosotros a la hora de los masajes cuando teníamos una lesión y nos sobaba. En eso estribaba su gusto porque realizaba bien su trabajo, sobre todo para aquel tiempo, que sólo existía masaje, agüita, saliva y ¡para arriba!

Incluso, el goleador uruguayo Hebert Revetria recuerda a “La Pera” en su columna de Tenfield (https://www.tenfield.com.uy/la-jaiba-brava/): “Yo estaba aún cansado, así que me fui a masajear, el masajista era Juan Sarmiento “La Pera”, era muy parecido al Sargento García de la historia del “Zorro”, un personaje inolvidable, siempre con una sonrisa y haciendo bromas. Cuando nos lesionábamos no llegaba nunca, estaba con sobrepeso, y cuando lo hacía primero había que atenderlo a él, tiraba todos los medicamentos, “¿dónde te duele «pinche» uruguayo, cada vez te caes más lejos”; yo le decía “Pera”, lo hago por gusto, así bajas de peso”.

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En diferentes lugares a donde viajábamos preguntaban por “La Pera” Sarmiento - rememora Loreto Solís -, contaba con un público que quería verlo, debido a su carisma, al show cuando entraba a los partidos. - En todos los estadios de México en que se paraba “La Pera” salía al campo de juego - apunta “Ricky Mendoza” -, hasta se tomaba la clásica foto grupal con el equipo que jugaría ese día, se ponía en una pose tipo artista-luchador, y sacaba el pecho hacia adelante.

LLEGÓ EN 1977

En la temporada 77-78, Sarmiento llegó a invitación del entrenador Gustavo “El Halcón” Peña, donde no sólo se desarrollaría como masajista. -También jugaba “La Pera” - explica Carlos Núñez - cuando entraba al campo, porque uno de los nuestros se había lesionado y jugábamos fuera, e íbamos ganando o empatando decía “aguántese, cabrón, haga tiempo”.

A veces, cuando la presión del contrario estaba fuerte, entraba al campo para consumir tiempo mientras lo amonestaban; o también al salirse, hacía como que olvidaba el maletín, regresándose de nueva cuenta.

En diciembre de 1979 aparecería en su sección deportiva el encabezado: “Bronca y triunfo americanista”, con sus consecuentes fotografías, y en una de la imagen, “La Pera” peleando con un rival “crema”.

-”La Pera” era de barrio, bravo para defendernos. Después de un mal resultado algunos aficionados increparon fuera del estadio a Gustavo Peña- enfatiza Carlos Núñez-, teniendo que meterme para defenderlo. La pera escuchó desde los vestuarios, saliendo como bólido dispuesto a pelear, afortunadamente se arregló todo antes de que pasara a mayores.

No sólo fungía como masajista – agrega “Ricky Mendoza” -, también cuidaba que en las concentraciones no nos escapáramos; cuando nos veía en los pasillos del hotel inmediatamente cuestionaba: -¿A dónde vas?, quédate en tu habitación. Estaba al pendiente que se cumpliera la disciplina.

-En México, en un partido contra Atlético Español, lo expulsan - apunta Mon Marón - pasando los minutos terminan expulsándome, para bajar al sótano de los vestidores en el Azteca hay unas escaleras de caracol y "La Pera", desde ese sitio, estaba viendo el partido. Al bajar termino resbalándome y con una mano Sarmiento me alcanza de la camiseta, sosteniéndome en el aire, sino no me hubiera pescado habría seguido rodando para terminar todo golpeado.

Para “Ricky” Mendoza, Juan Sarmiento “La Pera” fue un tipo dotado de una particular filosofía: - Siempre animoso, exclamaba: “Tampico tiene que ganar”, y si perdíamos decía “tenemos que estar preparados para no volver a perder, no hacer de la derrota una costumbre”. Incluso, cuando observaba que entraría al juego, expresaba: “Ve con la finalidad de anotar, no te agüites si estás en la banca, entra con todo. Y si transitábamos por una mala racha, y por ejemplo jugábamos en la capital contra el América, sentenciaba: Vamos a divertirnos y la mejor manera de hacerlo es ganando, es la máxima diversión.

Juan Sarmiento Puente “La Pera” es de esos personajes pintorescos que existen gracias al futbol y como todos ellos, difícilmente se volverán a repetir y seguirán siendo recordados por los aficionados que lo vieron dentro de una cancha de juego. Falleció el 8 de marzo de 2014, en San Luis Potosí, después de ser masajista de conjuntos como “Los Tigres”, Tampico FC, Atlético Potosino e, incluso, “Los tuneros” de San Luis en el beisbol.

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