/ domingo 26 de julio de 2020

Rubén "El Pato" Corbo; amor por el futbol

De inmediato se aclimata porque como él mismo comentaría, encontró en los Jaibos un cúmulo de jugadores que ya conocía

Torneo 80-81. Estadio Tamaulipas. Tampico y Zacatepec, habituados a temperaturas flamígeras, juegan un partido donde ninguno quiere ceder la victoria, aunque el primer tiempo se pintó de azul celeste, 2 a 1. En el lapso complementario los Cañeros quieren empatar el marcador. Fragorosa batalla se dirime en el rectángulo de la Unidad Nacional. Hachazo de Blanco a Sergio Lira; el de Tamiahua debe salir del terreno para recuperarse. El dramatismo aumenta. Tampico momentáneamente con diez, se repliega. En peligrosa descolgada, un jugador cañero dispara fuertemente obligando a Vázquez del Mercado a enviar a tiro de esquina.

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El uruguayo Rubén Romeo “El Pato” Corbo llegaría contratado para jugar con el Tampico Futbol Club, equipo al que inmediatamente se aclimataría, porque como él mismo comentaría, encontraría en los Jaibos un cúmulo de jugadores que ya conocía en su anterior conjunto el Monterrey, como “Bacho” Salazar, Jorge Garibaldi, Bertocchi, además de paisanos como Hebert Revétria, Enrique Hugo Esquivel. En cuanto al apelativo que lo acompañaría desde los inicios de su carrera apuntaría Corbo: - Desde que empecé a rodar el balón en las canchas del barrio, comencé físicamente sacando el pecho y levantando la cola. Hasta que ese fenómeno que se produce en los estadios del mundo, el de los sobrenombres, me pusieron “El Pato”.

“El Harapos” Morales se dirigiría al punto del córner, mientras que nueve jugadores del Zacatepec se enclavaban en el área jaiba, obligando a los de casa a dejar solo en punta a “El Pato” Corbo, a 5 o 6 metros del semicírculo de mitad de la cancha. Un fandanguillo comenzó entre jaloneos y empujones, los cuales obligaron al árbitro a amonestar enérgicamente a los jugadores. El partido reanudó, el esférico voló para caer en un mar de rebotes sin que nadie pudiera hacer nada. Hasta que el balón fue lanzado, a los pies de Corbo, que al levantar la cabeza y mirar al portero adelantado, dispara de muy larga distancia. Un punto importante que distinguía la personalidad de Rubén Corbo es que en cada partido derrochaba talento y profesionalismo, que hizo que pronto la afición lo adoptara como uno de sus consentidos.

Después de jugar Corbo para el Tampico FC, pasó al Tampico-Madero donde jugaría otras dos temporadas, volviendo a contar con el cariño de la afición, que disfrutaba observarlo por la banda, con ese andar característico propio de un “animal acuático”. Así, Corbo comenta sobre los cuadros a los que siempre les anotaba; uno de ello fue al América: les clavó cinco goles en 4 torneos. También señala que el último campeonato que jugó para el Tampico-Madero sería complicado, porque lo operarían de los meniscos, situación que le permitiría jugar solo 17 partidos. Pese a todo, terminaría convertido en el máximo goleador jaibo ese campeonato, aunque no calificarían: - Miloc, y su auxiliar Héctor Eugui - comenta Corbo- trajeron un sinnúmero de jugadores que pensaron que podían apuntalar al equipo, pero no anduvo bien. Venían muchos nombres y poco futbol, también estoy incluido. No son los nombres los que hacen a un equipo exitoso, es el conjunto, que todos sepamos para donde vamos. Si no hay grupo, no existe unión, no se llega a nada.

Cortesía | Víctor Hugo Alvarado Morales

El balón surcó los aires, el portero corrió desesperado hasta que al llegar lo más cercano a su puerta, se estira para sacar el esférico, pero no puede porque la pelota entra justo en el larguero. El literato Eduardo Galeano expresa “El futbol es la única religión que no tiene ateos”, ese fervor indescriptible, fidelísimo, que muestra el público por sus ídolos, prodigaría a “El Pato” Corbo, un convoy de aplausos, por conseguir una de las anotaciones, más hermosas y de más larga distancia en la vida del Tamaulipas. Ese 25 de enero de 1981, Tampico vencería al Zacatepec, 3 a 1, con dos goles de Corbo, quien declararía al final del partido para El Sol de Tampico: - En mi primer gol tuve suerte. El segundo sabía que lo iba a anotar porque el portero Romero estaba adelantado. Y realmente lo aseguraba Corbo, porque a la distancia de las décadas comenta: - En los entrenamientos jugábamos competencias, quien desde el medio del campo metía el balón sin que picara en el arco, siempre aéreo. Todo lo que se planea y práctica, se puede efectuar en la cancha.

Víctor | Hugo Alvarado Morales

Al concluir el torneo 83-84 el técnico de la escuadra del Tampico-Madero le enviaría una indicación: – Cuando íbamos a comenzar la siguiente temporada, Miloc me mandó a decir con Héctor Eugui que para recuperarme fuera a entrenar con las divisiones inferiores. En ese momento en Corbo resonarían fuertemente las palabras de Franz Beckenbauer: “Que tú ganes o que tú pierdas, lleva siempre a casa una cosa: la dignidad”. - Le dije a Héctor - apunta Corbo -: No voy a jugar nunca más, me voy a retirar. Eugui se quedó asombrado, empezó a decirme que recapacitara. Me mantuve firme, no estaba a gusto con el trato, sobre todo me molestaba la rodilla, pensé que seguir jugando en esa forma para Tampico, que tanto me entregó, no era justo. Hablé con la directiva, expliqué mis motivos y nunca más en mi vida jugué futbol. “El Pato” Corbo reside actualmente en su natal Uruguay donde es gerente de una empresa. A la distancia sigue recordando su paso por el balompié: - En todo ese tiempo viví para el futbol - expresa Corbo -, adoro el futbol y si pudiera jugarlo ahora, lo haría. Extraño y amo al futbol.

Víctor | Hugo Alvarado Morales

Torneo 80-81. Estadio Tamaulipas. Tampico y Zacatepec, habituados a temperaturas flamígeras, juegan un partido donde ninguno quiere ceder la victoria, aunque el primer tiempo se pintó de azul celeste, 2 a 1. En el lapso complementario los Cañeros quieren empatar el marcador. Fragorosa batalla se dirime en el rectángulo de la Unidad Nacional. Hachazo de Blanco a Sergio Lira; el de Tamiahua debe salir del terreno para recuperarse. El dramatismo aumenta. Tampico momentáneamente con diez, se repliega. En peligrosa descolgada, un jugador cañero dispara fuertemente obligando a Vázquez del Mercado a enviar a tiro de esquina.

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El uruguayo Rubén Romeo “El Pato” Corbo llegaría contratado para jugar con el Tampico Futbol Club, equipo al que inmediatamente se aclimataría, porque como él mismo comentaría, encontraría en los Jaibos un cúmulo de jugadores que ya conocía en su anterior conjunto el Monterrey, como “Bacho” Salazar, Jorge Garibaldi, Bertocchi, además de paisanos como Hebert Revétria, Enrique Hugo Esquivel. En cuanto al apelativo que lo acompañaría desde los inicios de su carrera apuntaría Corbo: - Desde que empecé a rodar el balón en las canchas del barrio, comencé físicamente sacando el pecho y levantando la cola. Hasta que ese fenómeno que se produce en los estadios del mundo, el de los sobrenombres, me pusieron “El Pato”.

“El Harapos” Morales se dirigiría al punto del córner, mientras que nueve jugadores del Zacatepec se enclavaban en el área jaiba, obligando a los de casa a dejar solo en punta a “El Pato” Corbo, a 5 o 6 metros del semicírculo de mitad de la cancha. Un fandanguillo comenzó entre jaloneos y empujones, los cuales obligaron al árbitro a amonestar enérgicamente a los jugadores. El partido reanudó, el esférico voló para caer en un mar de rebotes sin que nadie pudiera hacer nada. Hasta que el balón fue lanzado, a los pies de Corbo, que al levantar la cabeza y mirar al portero adelantado, dispara de muy larga distancia. Un punto importante que distinguía la personalidad de Rubén Corbo es que en cada partido derrochaba talento y profesionalismo, que hizo que pronto la afición lo adoptara como uno de sus consentidos.

Después de jugar Corbo para el Tampico FC, pasó al Tampico-Madero donde jugaría otras dos temporadas, volviendo a contar con el cariño de la afición, que disfrutaba observarlo por la banda, con ese andar característico propio de un “animal acuático”. Así, Corbo comenta sobre los cuadros a los que siempre les anotaba; uno de ello fue al América: les clavó cinco goles en 4 torneos. También señala que el último campeonato que jugó para el Tampico-Madero sería complicado, porque lo operarían de los meniscos, situación que le permitiría jugar solo 17 partidos. Pese a todo, terminaría convertido en el máximo goleador jaibo ese campeonato, aunque no calificarían: - Miloc, y su auxiliar Héctor Eugui - comenta Corbo- trajeron un sinnúmero de jugadores que pensaron que podían apuntalar al equipo, pero no anduvo bien. Venían muchos nombres y poco futbol, también estoy incluido. No son los nombres los que hacen a un equipo exitoso, es el conjunto, que todos sepamos para donde vamos. Si no hay grupo, no existe unión, no se llega a nada.

Cortesía | Víctor Hugo Alvarado Morales

El balón surcó los aires, el portero corrió desesperado hasta que al llegar lo más cercano a su puerta, se estira para sacar el esférico, pero no puede porque la pelota entra justo en el larguero. El literato Eduardo Galeano expresa “El futbol es la única religión que no tiene ateos”, ese fervor indescriptible, fidelísimo, que muestra el público por sus ídolos, prodigaría a “El Pato” Corbo, un convoy de aplausos, por conseguir una de las anotaciones, más hermosas y de más larga distancia en la vida del Tamaulipas. Ese 25 de enero de 1981, Tampico vencería al Zacatepec, 3 a 1, con dos goles de Corbo, quien declararía al final del partido para El Sol de Tampico: - En mi primer gol tuve suerte. El segundo sabía que lo iba a anotar porque el portero Romero estaba adelantado. Y realmente lo aseguraba Corbo, porque a la distancia de las décadas comenta: - En los entrenamientos jugábamos competencias, quien desde el medio del campo metía el balón sin que picara en el arco, siempre aéreo. Todo lo que se planea y práctica, se puede efectuar en la cancha.

Víctor | Hugo Alvarado Morales

Al concluir el torneo 83-84 el técnico de la escuadra del Tampico-Madero le enviaría una indicación: – Cuando íbamos a comenzar la siguiente temporada, Miloc me mandó a decir con Héctor Eugui que para recuperarme fuera a entrenar con las divisiones inferiores. En ese momento en Corbo resonarían fuertemente las palabras de Franz Beckenbauer: “Que tú ganes o que tú pierdas, lleva siempre a casa una cosa: la dignidad”. - Le dije a Héctor - apunta Corbo -: No voy a jugar nunca más, me voy a retirar. Eugui se quedó asombrado, empezó a decirme que recapacitara. Me mantuve firme, no estaba a gusto con el trato, sobre todo me molestaba la rodilla, pensé que seguir jugando en esa forma para Tampico, que tanto me entregó, no era justo. Hablé con la directiva, expliqué mis motivos y nunca más en mi vida jugué futbol. “El Pato” Corbo reside actualmente en su natal Uruguay donde es gerente de una empresa. A la distancia sigue recordando su paso por el balompié: - En todo ese tiempo viví para el futbol - expresa Corbo -, adoro el futbol y si pudiera jugarlo ahora, lo haría. Extraño y amo al futbol.

Víctor | Hugo Alvarado Morales

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