/ sábado 23 de abril de 2022

Sergio Silva, el caballero de las canchas

Un extraordinario centro delantero uruguayo que hizo del remate de cabeza su especialidad

Los Tigres de la Universidad de Nuevo León con sus estrellas Batocletti, Tomás Boy, Barbadillo y Mantegazza reciben al Benjamín de la primera división, los Celestes Jaibos, que intentan despertar de la mediocridad donde se encuentran, producto de seis derrotas y dos empates. Son los albores del torneo 77-78, en la jornada nueve Tampico busca su primera victoria del campeonato estrenando timonel, el mundialista de México 70 Gustavo “El Halcón” Peña.

El estadio Universitario acoge la algarabía de veinticinco mil aficionados que gritan al unísono el apoyo a los de azul y amarillo. Partido candente, complicado, donde no sólo se juegan dos puntos, también se disputa “otra” añeja rivalidad como lo afirmaría el jaibo “Ricky” Mendoza: - Cuando Felipe Arregui compró al “Santos” de San Luis, el técnico Carlos Miloc emigró a dirigir a los felinos, no sin antes prometernos al “Toro” Gómez, Sergio Silva, Arteaga y un servidor llevarnos al UANL, compromiso que no cumplió.

Sergio Silva Pilón, seleccionado uruguayo, quien en una gira por los Estados Unidos fue abordado por el promotor Otto Radich ofreciéndole jugar en Alemania o en México puesto que “Nacho” Trelles pretendía incorporarlo a los Diablos Rojos del Toluca. – Sergio se desempeñaba como centro delantero - prosigue Mendoza – y era poseedor de buen resorteo, cuya virtud más poderosa se significaba por su contundente remate de cabeza.

El jaibero Pedro Medina envía centro al área que techa a Batocletti, rebota en el defensa Talavera, cayendo finalmente en los pies de Sergio Silva, quien desde el manchón penal suelta riflazo que resulta inútil la estirada de Javier Quintero. - Cuando Silva anotó – puntualiza - “Ricky” Mendoza - levantó los brazos al cielo, cerca del banquillo de los universitarios, a la vista de don Carlos. Son los momentos hermosos del futbolista, cuando al trabajar se obtienen revanchas porque algunos quedamos dolidos.

En la práctica del remate de cabeza | Cortesía: Familia Silva

UNA VICTORIA CASI HEROICA

Tampico alcanzaría ese septiembre de 1977 una victoria que sería heroica (con un saldo de cinco expulsados, tres por Tigres y dos por los Jaibos).

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- El tanto de Sergio lo festejamos en forma mayúscula -rememora Mendoza - hasta de la emoción lo hicimos rodar por el césped. Silva contaba con liderazgo, fácilmente formaba equipos de trabajo. Era disciplinado, bondadoso, con infinidad de valores. El técnico Fabio Capello ha dicho: “El futbol es un deporte simple en el que a algunos les gusta hablar. A mí me gusta ganar”. Y ese era precisamente el idioma que Sergio Silva habló en la cancha desde su debut profesional en Peñarol, su paso por la selección Charrúa en donde destacó, aunque una lesión lo imposibilitaría de brindarse en el Mundial México 70.

Silva amaba el futbol, por eso en los diferentes conjuntos que militó siempre fue un destacado anotador, y lo explicaba: “Una anotación poseía el poder de lograr felicidad, sensación de triunfo, de conseguir que conocidos o desconocidos se hermanaran al grito de gol en las tribunas”.

Sergio Silva en el Tamaulipas en 1977 | Cortesía: Familia Silva

RUMBO A LA CONCENTRACIÓN

1978. Sergio Silva aborda su coche con destino a la concentración del partido Cruz Azul contra Tampico FC, en la capital mexicana. Detrás ha dejado una escena familiar, su esposa Beatriz ha solicitado un castigo para sus hijos que se han portado mal, Sergio ha prometido que si le anota un gol a Miguel Marín no les impondrá correctivo y para su regreso festejarán con un asado.

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14 de enero. Estadio Azteca. Jornada 22. Tampico ha salido batallador, mientras “Los Cementeros” intentan imponer condiciones. Lazzarini envía el esférico al área jaiba, Ledesma no puede rechazar, Jara Saguier envía tiro centro para que el "Alacrán” Jiménez sin problemas introduzca el balón en las redes.

Los celestes jaibos del Tampico, certamen 77-78 | Cortesía: Familia Silva

A mediados del certamen 78-79 con el nuevo timonel celeste, José Antonio Roca, Tampico navega por aguas turbulentas desde el minuto 70 cuando Torres Salinas fue expulsado por golpear al “cementero” Dgyves. Contrario a toda lógica, los Jaibos no se amilanan sino que se arrojan valerosamente hacia adelante, tratando de conseguir el empate. - En los tiempos que jugaba Sergio Silva - comenta el exjaibo Loreto Solís - se decía que era el máximo cabeceador del futbol mexicano, mejor que Cabinho, Borja o Hugo Sánchez.

AL ABORDAJE

Minuto 89. Todos los jaibos al abordaje, Ojeda por la derecha envía un largo largo centro lleno de esperanza celeste para que tres hombres brinquen por la bola en forma temeraria, el “confesor” Miguel Ángel Cornero, el jaibo Sergio Silva y el "Superman” Miguel Marín intentando despejar de puños.

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- A la hora de saltar parecía quedar por segundos sostenido en el aire - enfatiza Loreto Solís -, poseía resortes en las piernas, condición donde un jugador se distingue porque cuando se viene por los aires tienes que ser preciso para que tomes la pelota en el punto alto, para que pegues con la cabeza y apliques el martillazo.

Silva con la Selección Uruguaya | Cortesía: Familia Silva

El estadio Azteca ha enmudecido, los jugadores cruzazulinos han quedado regados en su campo al tiempo que los de Tampico festejan, como si hubieran ganado, sólo que este empate fue angustioso, de último minuto, sabe a gloria y produce felicidad: la alegría de tres niños y una esposa, Beatriz, que en un hogar tampiqueño se abrazan y ríen emocionados porque Sergio Silva anotó el gol y cuando regrese a casa, al otro día, cumplirá su promesa.

El uruguayo Sergio Silva se enamoró del puerto, se quedó a vivir entre nosotros, bromeaba que le habían ofrecido probar las jaibas y quien las degustaba no quería irse nunca de Tampico. Portó con orgullo la casaca celeste donde fue jugador, director de la reserva profesional y, en la temporada 80-81, fue auxiliar del técnico Dagoberto Moll. Falleció el 25 de agosto del 2000, rodeado de su primer equipo, su esposa Beatriz y sus tres hijos Adriana, Sergio y Marcelo.

La reserva del Tampico FC, y su técnico Sergio Silva | Cortesía: Familia Silva

Los Tigres de la Universidad de Nuevo León con sus estrellas Batocletti, Tomás Boy, Barbadillo y Mantegazza reciben al Benjamín de la primera división, los Celestes Jaibos, que intentan despertar de la mediocridad donde se encuentran, producto de seis derrotas y dos empates. Son los albores del torneo 77-78, en la jornada nueve Tampico busca su primera victoria del campeonato estrenando timonel, el mundialista de México 70 Gustavo “El Halcón” Peña.

El estadio Universitario acoge la algarabía de veinticinco mil aficionados que gritan al unísono el apoyo a los de azul y amarillo. Partido candente, complicado, donde no sólo se juegan dos puntos, también se disputa “otra” añeja rivalidad como lo afirmaría el jaibo “Ricky” Mendoza: - Cuando Felipe Arregui compró al “Santos” de San Luis, el técnico Carlos Miloc emigró a dirigir a los felinos, no sin antes prometernos al “Toro” Gómez, Sergio Silva, Arteaga y un servidor llevarnos al UANL, compromiso que no cumplió.

Sergio Silva Pilón, seleccionado uruguayo, quien en una gira por los Estados Unidos fue abordado por el promotor Otto Radich ofreciéndole jugar en Alemania o en México puesto que “Nacho” Trelles pretendía incorporarlo a los Diablos Rojos del Toluca. – Sergio se desempeñaba como centro delantero - prosigue Mendoza – y era poseedor de buen resorteo, cuya virtud más poderosa se significaba por su contundente remate de cabeza.

El jaibero Pedro Medina envía centro al área que techa a Batocletti, rebota en el defensa Talavera, cayendo finalmente en los pies de Sergio Silva, quien desde el manchón penal suelta riflazo que resulta inútil la estirada de Javier Quintero. - Cuando Silva anotó – puntualiza - “Ricky” Mendoza - levantó los brazos al cielo, cerca del banquillo de los universitarios, a la vista de don Carlos. Son los momentos hermosos del futbolista, cuando al trabajar se obtienen revanchas porque algunos quedamos dolidos.

En la práctica del remate de cabeza | Cortesía: Familia Silva

UNA VICTORIA CASI HEROICA

Tampico alcanzaría ese septiembre de 1977 una victoria que sería heroica (con un saldo de cinco expulsados, tres por Tigres y dos por los Jaibos).

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- El tanto de Sergio lo festejamos en forma mayúscula -rememora Mendoza - hasta de la emoción lo hicimos rodar por el césped. Silva contaba con liderazgo, fácilmente formaba equipos de trabajo. Era disciplinado, bondadoso, con infinidad de valores. El técnico Fabio Capello ha dicho: “El futbol es un deporte simple en el que a algunos les gusta hablar. A mí me gusta ganar”. Y ese era precisamente el idioma que Sergio Silva habló en la cancha desde su debut profesional en Peñarol, su paso por la selección Charrúa en donde destacó, aunque una lesión lo imposibilitaría de brindarse en el Mundial México 70.

Silva amaba el futbol, por eso en los diferentes conjuntos que militó siempre fue un destacado anotador, y lo explicaba: “Una anotación poseía el poder de lograr felicidad, sensación de triunfo, de conseguir que conocidos o desconocidos se hermanaran al grito de gol en las tribunas”.

Sergio Silva en el Tamaulipas en 1977 | Cortesía: Familia Silva

RUMBO A LA CONCENTRACIÓN

1978. Sergio Silva aborda su coche con destino a la concentración del partido Cruz Azul contra Tampico FC, en la capital mexicana. Detrás ha dejado una escena familiar, su esposa Beatriz ha solicitado un castigo para sus hijos que se han portado mal, Sergio ha prometido que si le anota un gol a Miguel Marín no les impondrá correctivo y para su regreso festejarán con un asado.

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14 de enero. Estadio Azteca. Jornada 22. Tampico ha salido batallador, mientras “Los Cementeros” intentan imponer condiciones. Lazzarini envía el esférico al área jaiba, Ledesma no puede rechazar, Jara Saguier envía tiro centro para que el "Alacrán” Jiménez sin problemas introduzca el balón en las redes.

Los celestes jaibos del Tampico, certamen 77-78 | Cortesía: Familia Silva

A mediados del certamen 78-79 con el nuevo timonel celeste, José Antonio Roca, Tampico navega por aguas turbulentas desde el minuto 70 cuando Torres Salinas fue expulsado por golpear al “cementero” Dgyves. Contrario a toda lógica, los Jaibos no se amilanan sino que se arrojan valerosamente hacia adelante, tratando de conseguir el empate. - En los tiempos que jugaba Sergio Silva - comenta el exjaibo Loreto Solís - se decía que era el máximo cabeceador del futbol mexicano, mejor que Cabinho, Borja o Hugo Sánchez.

AL ABORDAJE

Minuto 89. Todos los jaibos al abordaje, Ojeda por la derecha envía un largo largo centro lleno de esperanza celeste para que tres hombres brinquen por la bola en forma temeraria, el “confesor” Miguel Ángel Cornero, el jaibo Sergio Silva y el "Superman” Miguel Marín intentando despejar de puños.

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- A la hora de saltar parecía quedar por segundos sostenido en el aire - enfatiza Loreto Solís -, poseía resortes en las piernas, condición donde un jugador se distingue porque cuando se viene por los aires tienes que ser preciso para que tomes la pelota en el punto alto, para que pegues con la cabeza y apliques el martillazo.

Silva con la Selección Uruguaya | Cortesía: Familia Silva

El estadio Azteca ha enmudecido, los jugadores cruzazulinos han quedado regados en su campo al tiempo que los de Tampico festejan, como si hubieran ganado, sólo que este empate fue angustioso, de último minuto, sabe a gloria y produce felicidad: la alegría de tres niños y una esposa, Beatriz, que en un hogar tampiqueño se abrazan y ríen emocionados porque Sergio Silva anotó el gol y cuando regrese a casa, al otro día, cumplirá su promesa.

El uruguayo Sergio Silva se enamoró del puerto, se quedó a vivir entre nosotros, bromeaba que le habían ofrecido probar las jaibas y quien las degustaba no quería irse nunca de Tampico. Portó con orgullo la casaca celeste donde fue jugador, director de la reserva profesional y, en la temporada 80-81, fue auxiliar del técnico Dagoberto Moll. Falleció el 25 de agosto del 2000, rodeado de su primer equipo, su esposa Beatriz y sus tres hijos Adriana, Sergio y Marcelo.

La reserva del Tampico FC, y su técnico Sergio Silva | Cortesía: Familia Silva

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