El pasado 15 de septiembre los mexicanos nos preparábamos para celebrar el 209 aniversario de nuestra Independencia, el mismo día la empresa de seguridad informática vpnMentor® daba a conocer el más grande hallazgo de una filtración de datos personales en la historia, la información personal y financiera de más de 17 millones de personas estaba libre y accesible en un servidor web de Amazon®, incluyendo datos de más de 6 millones de menores de edad, todos de ciudadanos de Ecuador, un país entero estaba expuesto y vulnerable mientras otro celebraba su ¿libertad?
Con frecuencia me pregunto que cantidad y tipo de información guardan las grandes compañías de Internet sobre nosotros. Inmensos registros de datos, incalculables repositorios de fotos, videos, audios, y documentos, que compartimos por medios como la mensajería instantánea o el correo electrónico y mucha información más, implícita en la figura de los metadatos. Tales como nuestra etnología, frecuencia y tiempo de navegación, comportamientos de compra, ideologías políticas, música predilecta, e incluso el tipo de sitios que visitamos, están siendo constantemente registrados.
El caso reciente de Ecuador, es solo un ejemplo más de los grandes escándalos de filtraciones de datos personales que se han presentado en la última década, recordemos que no hace mucho resonaba en el mundo el caso de Cambridge Analytica y su probable intervención en los resultados de múltiples elecciones presidenciales en el mundo, incluyendo la de 2012 en México.
Lo que hace particularmente grave la filtración de los datos encontrados por vpnMentor® se resume en dos factores: la dimensión y la sensibilidad de la naturaleza de los mismos. Se incluyen nombres, información financiera y datos civiles sobre más de 17 millones de personas, incluidos 6.7 millones de menores de edad, los cuales estaban almacenados en un servidor de la empresa Amazon® de carácter gratuito y público, de modo de que prácticamente, cualquiera podía acceder a ellos. Además de la información básica de los ciudadanos, en otros archivos distribuidos en el mismo servidor se podrían encontrar datos como números oficiales de identificación del gobierno, números de teléfono, registros familiares, fechas de matrimonio, historias educativas, registros de trabajo, en fin, la vida y obra entera del país sudamericano estaba pública en unos documentos de Excel.
Esta violación de datos es particularmente grave simplemente por la cantidad de información que se reveló sobre cada individuo, fueron más de 18 Gb de datos en modo texto, que fueron subidos por Novaestrat®, una empresa ecuatoriana de marketing y análisis.
Aunque ésta, como muchas de las filtraciones detectadas, han sido “bajadas” de manera casi inmediata, es correcto apuntar, amigo lector, que lo que subimos a Internet deja de ser de nosotros, se vuelve público y en solo minutos, me atrevo a escribir, incluso segundos, puede llegar a ser copiado por múltiples fuentes, es así como se pierde por completo el control de la información y vemos como un proceso de viralización deja de ser divertido, cuando lo que se comparte no es un meme, una broma o un video morboso, sino, los datos personales y/ó bancarios de usted y su familia.
Es prudente reflexionar ¿Qué información y de que naturaleza comparto voluntariamente en la red?. Hablando del mayor “coto de caza” de las empresas que buscan tus datos, son las redes sociales el escaparate ideal, cuando usted reacciona a una publicación, con un “Me Gusta”, “Me Encanta”, “Me enoja”, etc. Lo que hace es aportar valores numéricos a su patrón de comportamiento, los cuales son interpretados por un algoritmo, que define cosas como, persona en depresión, persona altamente receptiva, o persona con gran potencial de compra.
Además, otros instrumentos como los #Hashtags o aportar datos del lugar en donde nos encontramos físicamente al hacer una publicación, se vuelven oro en manos de los que saben analizar estos datos de manera masiva y presentar a empresas sus clientes potenciales, sus patrones de compra y comportamiento, y por qué no decirlo, su capacidad para poder pagar o no, un determinado servicio o producto. Estamos en la era de la publicidad invasiva, y no hacemos otra cosa que alimentar día con día a ese Monstruo Digital que nos vuelve cada vez más públicos. ¿Estamos aún a tiempo para cambiar?
Nos vemos en la Red.
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