Mientras realizaba su doctorado en Harvard, la psicólogaestadounidense Catherine Steiner-Adair trabajó como consultora enuno de los más renombrados colegios internos de Estados Unidos.Ella cuenta que, a pesar de estudiar en una de las mejores escuelasdel país, la mayoría de los adolecentes con quien conversó noparecían muy confiados. “Ellas no decían que estaban tristesporque tenían calificaciones bajas, por ejemplo. Ellas hablabanque estaban tristes porque tenían, además, sobrepeso”,dice.
Pensando en eso, la investigadora decidió explorar cómofactores culturales influenciaban la imagen que aquellas chicasconstruían de sí mismas. Así nació su más reciente libro, Fullof Ourselves: A Wellness Program to Advance Girl Power, Health, andLeadership (Llena de sí misma: Un programa de Bienestar paraDesarrollar el Poder Femenino, Salud y Liderazgo, traducciónlibre), una guía para transformar mujeres jóvenes en grandeslíderes y aumentar su autoestima, protegiédolas de disturbiosalimenticios.
El éxito femenino está relacionado a laapariencia
“Criticar nuestros cuerpos fue la forma que encontraron dedecir ‘si usted no tiene determinada apariencia, nunca diremosque usted es exitosa’”, afirma Catherine. Unos de sus trabajosestán centrado principalmente en enseñar a jóvenes mujeres adeconstruir el patrón de belleza que debe ser seguido, una formade prevenir el desarrollo de enfermedades como anorexia ybulimia.
De acuerdo a datos del Instituto de Salud Mental de EstadosUnidos (NIMH, por su sigla en inglés) 70 millones de personassufren de algún tipo de trastorno alimenticio en el mundo.“Entre 85% y 90% de las personas afectadas son mujeres”, dicela psicóloga. “Y el hecho de que una enfermedad tan difícil detratar y que tiene una de las mayores tasas de mortalidad afectamás a un sexo que otro, muestra que algunos factores culturalesestán involucrados”. El desafío, para ella, era entender cómodeconstruir los mensajes culturales que estaban llevando esaschicas pueden llevara a desarrollar más trastornos.
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Según Catherine, el primer paso sería hacer que esas jóvenesaceptasen sus cuerpos como realmente son, sin hacer que ellasdeseen tener un cuerpo es es imposible de tener.
“El cuerpo es una fuente de poder, pero también una fuente deabuso. Y el cuerpo de la mujer es aún más violado ydespreciado”, afirma. De acuerdo con ella, en la mayoría de lasculturas con las cuales entró en contacto, las chicas son educadaspara preocuparse excesivamente de su apariencia física.
Formando grandes líderes
La psicóloga también percibió que, cuando niñas, las mujerestienden a decir más lo que piensan y hacer lo que se les da lagana. Conforme crecen, aprender a esconder sus opiniones ydisculparse con más frecuencia. “Las chicas usan másexpresiones como ‘yo no sé’, ‘puede ser’ o ‘no meimporta’ que los chicos”, dice. “Ellas también preguntanmás sobre la opinión de otros, como si dijeran ‘yo puedocambiar en lo que pienso’. Las mujeres aprenden a no mostrarseseguras y determinadas.” La investigadora ejemplifica que, cuandouna chica habla con determinación o dice que es buena en algúndeporte, es llamada “autoritaria”, mientras que los chicos sonestimulados a reconcer sus habilidades y ser más seguros almomento de hacer algo o expresarse. “Un chico podría hablarperfectamente la misma cosa que una chica, y no sería llamado“autoritario” o ‘rudo’”, dice Catherine.
Eso también influencia en el estímulo que esas jóvenesreciben para desarrollar habilidades relacionadas al liderazgo. Unode los objetivos del libro de Catherine es ayudar a las jóvenes aresistir presiones culturales y perseguir sus objetivos. Unlevantamiento de datos del Instituto de Investigaciones deEconomía Aplicada (Ipea) mostró que, la mujeres trabajan 7,5horas semanales más que los hombres en Latinoamérica. Aún así,reciben salarios 30% menores, de acuerdo a los datos del BancoInteramericano de Desarrollo (BID), y ocupan sólo 5% de los cargosde liderazgo en empresas importantes.
La clave para solucionar esas y otras cuestiones de género,según Catherine, está en la educación, y no sólo de las chicas,sino que también de los chicos. “Tenemos que educar a las niñasy niños para que respeten a las mujeres”, afirma. Para ella, esesencial enseñar a los hombres desde jóvenes que “tratar a lasmujeres con respeto y responsabilidad”. “Los derechos de lasmujeres son derechos humanos. Y todos los humanos deben empezar adarle importancia a ellos, ya que todos nos beneficiamos cuandotodos tenemos el mismo nivel de respeto.”
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