Aunque organismos internacionales como la OMS han afirmado que no existe evidencia que relacione a las vacunas y el autismo o trastornos autistas, la creencia permanece muy arraigada y, en ocasiones, se usa como un desafortunado argumento para rechazar la inmunización anticovid.
En los últimos meses, los estudios sobre el trastorno del espectro autista (TEA) han puesto atención en un aspecto donde sí parece existir un vínculo, que es el de ciertos tipos de microbios del intestino y las personas con autismo.
LAS INVESTIGACIONES CONTINÚAN
Investigaciones han sugerido que el TEA puede estar causado, al menos en parte, por diferencias en la composición de la microbiota intestinal, basándose en la observación de que ciertos tipos de microbios son más comunes en la gente con autismo.
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No obstante, no se trata de un estudio concluyente. La revista científica Cell, en un artículo publicado el pasado 11 de noviembre, indica que la relación podría funcionar a la inversa: la diversidad de especies que se encuentran en los intestinos de los niños con autismo podría deberse a sus preferencias dietéticas restringidas, o limitada en nutrientes, asociadas al autismo, más que a la causa de sus síntomas.
“Hay mucho interés en torno al papel del microbioma intestinal en el autismo, pero no hay muchas pruebas sólidas”, dice el investigador Jacob Gratten, de la Universidad de Queensland en Brisbane, en Australia. "Nuestro estudio, que es el mayor hasta la fecha, se diseñó para superar algunas de las limitaciones de los trabajos anteriores".
EL VÍNCULO ES MUY PROBABLE
El eje intestino-cerebro se ha relacionado no sólo con el TEA, sino también con la ansiedad, la depresión y la esquizofrenia. La posibilidad de dirigirse a la microbiota es un área de investigación cada vez mayor para nuevos tratamientos.
En el estudio de Cell, los investigadores analizaron muestras de heces de un total de 247 niños de entre 2 y 17 años; 99 niños diagnosticados con TEA, 51 hermanos emparejados no diagnosticados y 97 niños no relacionados y no diagnosticados.
Basándose en su análisis, los investigadores encontraron pruebas limitadas de una asociación directa del autismo con el microbioma. Sin embargo, sí encontraron una asociación altamente significativa del autismo con la dieta y que el diagnóstico de autismo se asociaba con una dieta menos diversa y de peor calidad.
Asimismo, el grado de algunos rasgos autistas como las dificultades de comunicación social, los intereses restringidos, y la sensibilidad sensorial, la cantidad de genes afectados para el TEA y los comportamientos impulsivos, compulsivos o repetitivos también estaban relacionadas con una dieta menos diversa.