/ lunes 3 de agosto de 2020

Roberto García arma el sonidero en la azotea para sus vecinos

Ante la imposibilidad de llevar el sonido a las colonias del Estado de México, Roberto armó un festejo desde su azotea para sus vecinos

¡Roberto García es Conquistador Latino!", resuena en los potentes parlantes que este 'disc-jockey' montó en su azotea para poner a bailar a los vecinos de Naucalpan, suburbio vecino de Ciudad de México, y hacerlos olvidar momentáneamente el coronavirus.

García, de 38 años, es "sonidero", un tipo de DJ muy popular en México que mezcla música y luces en bailes callejeros, con la particularidad de que envía constantes saludos al público.

Ante la imposibilidad de celebrar festejos por la crisis sanitaria, decidió llevar el espectáculo a su terraza, y con el éxito que tuvo, fue invitado a las azoteas de otras personas.

"A raíz de la pandemia no hubo permisos, no hubo lugares para salir a divertirse.

Tenemos 20 años de esto de 'Sonido Conquistador Latino' y tuvimos que adaptar una nueva forma", explica Roberto a la AFP, mientras su equipo alista el show nocturno.

"¡Desde la azotea para ti! ¡Saludos para Charly, la familia Arreguín y toda mi gente de la colonia Miramar!", arranca el hombre, cuyos mensajes se escuchan en los barrios cercanos. De fondo suena una versión tropical de Mi cacharrito, famoso tema del brasileño Roberto Carlos.

Le sigue un desfile de cumbias y música electrónica para animar a los vecinos a bailar en sus casas y azoteas, junto con cientos de saludos que incluyen a quienes siguen la transmisión en Facebook.

"¡Estamos iniciando con sabor! ¡Para el 'pitufo ratonero'! ¡Toda la gente de Los Reyes! ¡Toda la gente que ya está bailando en su azotea!", exclama el DJ al micrófono, en medio de un juego de luces que ilumina el sector. Los moradores se asoman con sus celulares encendidos como pedía el cartel del evento.

AFP

ALTRUISMO

Roberto no cobra por el espectáculo. Su motivación es llevar alegría a las personas confinadas por el nuevo coronavirus.

"Nosotros estamos absorbiendo todo el gasto que genera subir y bajar el equipo, el traslado. Sin embargo, nos motiva brindar música a la gente como forma de terapia, de diversión, de esparcimiento", señala este hombre de lentes y pelo corto.

Roberto tiene una empresa que fabrica muebles de oficina. El de sonidero es sólo su trabajo de fin de semana, además de un pasatiempo.

Sería difícil vivir de la música, cuando la industria está parada por el virus.

"Nuestro gremio está completamente detenido y va a ser uno de los que más tarde en activarse, estamos sufriendo esto que está pasando en el mundo", afirma.

Hasta antes de la pandemia, un sonidero solía cobrar por presentación entre 10 mil y 60 mil pesos, refiere el DJ.

Aunque en México se han reanudado varias actividades, los espectáculos musicales y los centros de diversión nocturna no tienen fecha de reapertura.

AFP

NO TODO ES FIESTA

Pese al ambiente festivo, Roberto no olvida las razones de fondo que lo obligaron a subir el show a la azotea.

Antes de que la lluvia interrumpiera la mezcla, aprovechó la atención de los vecinos para honrar a las víctimas de la pandemia con un minuto de silencio.

"Desde su casa quiero que me apoyen con sus luces blancas", dijo, antes de pedir también medio minuto de aplausos para el personal médico que atiende la crisis.

Camilleros, paramédicos y todos quienes están en "contacto con esta enfermedad", enumeró Roberto.



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García, de 38 años, es "sonidero", un tipo de DJ muy popular en México que mezcla música y luces en bailes callejeros, con la particularidad de que envía constantes saludos al público.

Ante la imposibilidad de celebrar festejos por la crisis sanitaria, decidió llevar el espectáculo a su terraza, y con el éxito que tuvo, fue invitado a las azoteas de otras personas.

"A raíz de la pandemia no hubo permisos, no hubo lugares para salir a divertirse.

Tenemos 20 años de esto de 'Sonido Conquistador Latino' y tuvimos que adaptar una nueva forma", explica Roberto a la AFP, mientras su equipo alista el show nocturno.

"¡Desde la azotea para ti! ¡Saludos para Charly, la familia Arreguín y toda mi gente de la colonia Miramar!", arranca el hombre, cuyos mensajes se escuchan en los barrios cercanos. De fondo suena una versión tropical de Mi cacharrito, famoso tema del brasileño Roberto Carlos.

Le sigue un desfile de cumbias y música electrónica para animar a los vecinos a bailar en sus casas y azoteas, junto con cientos de saludos que incluyen a quienes siguen la transmisión en Facebook.

"¡Estamos iniciando con sabor! ¡Para el 'pitufo ratonero'! ¡Toda la gente de Los Reyes! ¡Toda la gente que ya está bailando en su azotea!", exclama el DJ al micrófono, en medio de un juego de luces que ilumina el sector. Los moradores se asoman con sus celulares encendidos como pedía el cartel del evento.

AFP

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Roberto no cobra por el espectáculo. Su motivación es llevar alegría a las personas confinadas por el nuevo coronavirus.

"Nosotros estamos absorbiendo todo el gasto que genera subir y bajar el equipo, el traslado. Sin embargo, nos motiva brindar música a la gente como forma de terapia, de diversión, de esparcimiento", señala este hombre de lentes y pelo corto.

Roberto tiene una empresa que fabrica muebles de oficina. El de sonidero es sólo su trabajo de fin de semana, además de un pasatiempo.

Sería difícil vivir de la música, cuando la industria está parada por el virus.

"Nuestro gremio está completamente detenido y va a ser uno de los que más tarde en activarse, estamos sufriendo esto que está pasando en el mundo", afirma.

Hasta antes de la pandemia, un sonidero solía cobrar por presentación entre 10 mil y 60 mil pesos, refiere el DJ.

Aunque en México se han reanudado varias actividades, los espectáculos musicales y los centros de diversión nocturna no tienen fecha de reapertura.

AFP

NO TODO ES FIESTA

Pese al ambiente festivo, Roberto no olvida las razones de fondo que lo obligaron a subir el show a la azotea.

Antes de que la lluvia interrumpiera la mezcla, aprovechó la atención de los vecinos para honrar a las víctimas de la pandemia con un minuto de silencio.

"Desde su casa quiero que me apoyen con sus luces blancas", dijo, antes de pedir también medio minuto de aplausos para el personal médico que atiende la crisis.

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