La leucemia abarca a un conjunto de enfermedades de la sangre caracterizadas por la proliferación incontrolada de células sanguíneas, especialmente en la médula ósea. En la leucemia aguda, esas células (blastos) se asemejan a los precursores de los glóbulos blancos de la sangre. Se trata del tipo de cáncer más frecuente en niños. Se distinguen las leucemias agudas (linfoblásticas y mieloblásticas) de las leucemias crónicas (linfoides y mieloides). Existen diversos tratamientos, como la quimioterapia y, en algunos casos, trasplante de médula ósea, sobre todo en las formas agudas.
En la década de 1960, mientras trabajaba en Camerún, el médico francés Pierre Tubéry hizo algunas observaciones sorprendentes. Pudo verificar directamente que los curanderos nativos se valían de dos plantas para tratar la hepatitis y ciertas formas de lepra, con resultados comprobables. A su regreso a Francia, llevó consigo especímenes de las plantas para analizarlas.
El estudio de Tubéry, junto a otros investigadores, reveló que uno de los vegetales, el desmodium, protegía las células hepáticas y atenuaba los efectos secundarios de las quimioterapias. El análisis del otro vegetal africano les permitió extraer el mismo principio activo, conocido como PG, de una planta que crece en zonas mediterráneas: la daphne gnidium
Después de descubrirse los beneficios de ambas plantas africanas, se las ha recetado a centenares de enfermos de leucemia, incluyendo a niños de más de tres años. Sin embargo, Tubéry advierte: “Las plantas de la farmacopea africana no remplazan en ningún caso una quimioterapia clásica, pero han demostrado su utilidad para atenuar los efectos secundarios”.
Todavía no se conocen bien los mecanismos de acción del principio activo de las plantas, sólo se sabe que estimula a los linfocitos T4 -glóbulos blancos necesarios para la inmunidad- y que, por lo tanto, refuerza las defensas del sistema inmunológico. A partir de 1990, se pudo obtener un producto purificado y disponible en cantidades suficientes para aprovecharse en los laboratorios. Aunque no se han realizado test hematológicos concluyentes, un buen número de facultativos prescriben esos vegetales a sus pacientes. Administrado en forma de comprimidos, el PG permite evitar recaídas, particularmente en leucemias agudas.
En un caso documentado, la joven Claude (un nombre ficticio) había padecido de leucemia mieloide crónica desde los 14 años y la enfermedad se había vuelto aguda y resistente a la quimioterapia. Al agravarse su estado, se le aplicó un tratamiento de PG combinado con medicamentos clásicos, en preparación para un trasplante de médula ósea. La combinación de esos medicamentos permitió una caída de la tasa de blastos en la médula, antes de que se hiciera la operación. El trasplante resultó exitoso y a partir de entonces la salud de Claude mejoró notablemente.
El doctor Tubéry y los otros investigadores se lamentan de que los enfermos pidan la terapia PG como último recurso, cuando es imposible hacer milagros. Investigador y humanista, actualmente el médico tiene una nueva meta: que los medicamentos beneficien a los africanos leucémicos, los que por razones económicas casi nunca tienen acceso a la quimioterapia clásica.