Tamaulipas entró a la guerra de independencia en 1811, cuando una rebelión de militares hizo huir al coronel Manuel Iturbe, entonces representante del virrey en el Nuevo Santander hacia Altamira, donde se establecería una comandancia general, con un cuartel ubicado frente a la laguna del Champayán, a una cuadra de lo que ahora es el palacio municipal.
HACENDADO Y MILITAR DE ABOLENGO
La Villa de Altamira era “uno de los puntos más interesantes de las Provincias Internas de Oriente”, con un puerto de fácil acceso donde se realizaban frecuentes desembarcos de mercancías y, por tanto, con un comercio próspero y pujante; situación por lo cual se dictaminó que para entrar por barco se solicitara una especie de pasaporte durante la guerra.
Por esta razón uno de los más ricos hacendados de la zona se unió a la defensa, estableciendo un cuartel en esta ciudad donde un regimiento vigilaba y fiscalizaba con minuciosidad cualquier embarcación que se acercara o recalara en las costas. Desde este cuartel se dirigió la derrota de la insurgencia en el Nuevo Santander al mando del comandante Joaquín Arredondo y del comandante de Altamira, el capitán Cayetano Quintero Romero y del entonces también capitán Felipe de la Garza.
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BALAS QUE 230 AÑOS DESPUÉS SIRVIERON PARA PESCAR
“Los vestigios de ese cuartel todavía se podían apreciar entre los años de 1930 y 1940, en calle Quintero, abarcando toda la cuadra que va de Francisco Javier Mina a Miguel Hidalgo, quedando justo frente a la presidencia actual. Ahí, cuentan las personas mayores que había un paredón de fusilamiento donde iban a sacar las balas incrustadas y hacer plomadas para ir a pescar”.
Señala José Luis Olvera Tavera, investigador certificado del Archivo General de la Nación, con cédula AGN 060757, quien menciona que esas murallas fueron de los últimos vestigios de la época de la independencia en la zona y que el sitio fundamental también en la defensa de México ante la reconquista que intentó España en 1829.
A este cuartel de Altamira, añade, fueron remitidos 82 prisioneros extranjeros y españoles, 10 americanos y 20 indios, entre ellos 25 que se nombraron oficiales a los cuales vencieron Cayetano Quintero y Felipe de la Garza en la invasión a Soto La Marina que realizó Francisco Javier Mina en 1817. Altamira servía de paso para que prisioneros fueran enviados a San Juan de Ulúa en Veracruz.
UNA DE LAS HACIENDAS MÁS GRANDES DE MÉXICO
Cayetano Quintero y su hermano Juan eran los principales hacendados y comerciantes entre Tampico, Altamira, Escandón y Santa Bárbara, en el Nuevo Santander y estaban unidos en intereses con José Florencio Barragán y Ortiz de Zárate que controlaban la zona entre Río Verde, Valle del Maíz (San Luis Potosí) y Tula (Nuevo Santander), juntos participaban de una red de exportación e importación de productos, desde Altamira y se conectaba con Luisiana y Jamaica.
Quintero Romero era el dueño de la hacienda San Melchor del Cojo, una extensa propiedad con 110 ranchos anexos, sitios de ganado mayor y nueve caballerías de tierra, en más de 193 mil hectáreas distribuidas en los actuales municipios de Altamira, Aldama, González, El Mante, Xicoténcatl y Llera. Constaba de una gran casa construida de cal y canto, de 20 habitaciones, con diversas dependencias como troje o granero, capilla con su torre, tienda, huerta.
CONSPIRADORES Y DESPUÉS DEFENSORES DE LA CORONA ESPAÑOLA
Ambos (los Barragán y los Quintero) en 1800 fueron acusados de incitar a la rebeldía para provocar la separación de España de México.
En el Archivo de Indias en Sevilla (AGI) y el Archivo General de la Nación (AGN) se encuentran las investigaciones sobre un supuesto complot con ingleses de Jamaica para impulsar la independencia. Esta acusación fue finalmente desechada, sin embargo, quedó en su registro y Félix Berenguer de Marquina, virrey de la Nueva España, puso especial atención a la dimensión de los intereses de los acusados y en cuanto empezó la lucha por la independencia los terratenientes se pusieron del lado de los realistas; sin embargo, al terminar la revuelta se aliaron con los independentistas.
FUNDADOR DEL PUERTO MÁS INTERNACIONAL
Apenas terminó la guerra, dos años después, en 1823 Cayetano amplió sus predios hacia una nueva población que él y otros comerciantes propusieron a Antonio López de Santa Anna. Este nuevo territorio tendría una aduana y lo llamaron Santa Anna de Tampico, llegando Quintero entre los 23 pobladores primitivos, poseedores de los primeros 130 solares que se repartieron.
Cayetano Quintero murió en 1932, fue uno de los más importantes hombres de negocios del siglo XIX en México, fue impulsor de nuevas poblaciones y de diferentes rutas de comercio que abrieron un desarrollo a toda esta zona del país, pues gracias a él se impulsó el puerto de Tampico, que en su época llegó a tener un renombre internacional y, aunque muchos aspectos de su vida aún están por descubrirse, su legado quedó en el registro de la historia de nuestro país.